“Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo”.
“Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante”, dijo el Maestro.
Siguió una larga pausa.
—“Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal…”
—“Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante”, volvió a decir el Maestro.
—“Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?”
—“El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada, semejante a la actividad de Dios”.
Anthony de Mello. “Un minuto para el absurdo”
A veces leemos o vemos a personas haciendo cosas, de manera “desinteresada”, o “sin pedir nada a cambio”. Quizás se arme una polémica al respecto, pero permítanme expresar que no estoy de acuerdo… Y permítanme decir por qué…
El niño que nos entrega una flor, espera ver una sonrisa en nuestras caras…
El niño que comparte lo que tiene, espera que con quién él comparte, también comparta con él lo que tiene…
El enamorado que le entrega un presente a su pretendida, espera que algún día le diga que si…
El novio que le regala algo a la novia, espera que con eso pueda fortalecer su relación…
El esposo que hace feliz a su esposa, espera mantener la paz conyugal…
El padre que se preocupa por sus hijos, espera que crezcan siguiendo el camino del bien…
El millonario que entrega una generosa donación, espera el reconocimiento de las personas a su alrededor y el ser visto como un gran benefactor.
El que se ofrece a trabajar como voluntario en un hospicio, hospital o en cualquier actividad social, lo hace porque se siente a gusto atendiendo a los necesitados.
El que sencillamente hace el bien, espera sentirse bien consigo mismo, y con la humanidad.
Entonces, si esperamos algo a cambio, ya no es desinteresada. El hecho que yo mismo escriba estas notas, con las que no recibo ningún beneficio económico y las que tengo que invertir gran parte de mi tiempo, es un ejemplo que no hay acciones desinteresadas. Me gusta ayudar a las demás personas, y cada vez que recibo una palabra de agradecimiento o una palabra donde me dicen que solucionaron sus problemas gracias a alguna frase o párrafo que leyeron las notas que escribo, me siento que estoy siendo recompensado.