¿Qué factor convierte a una figura nacional en un campeón en patinaje? Al observar varias competencias en distintos lugares, he llegado a la conclusión de que la clave está en la destreza de caer con gracia y en levantarse con presteza.
Ninguno de los participantes se lanzaba a la pista de hielo con la intención de caer, pero en algún momento (tanto en momento de calentamiento, como en programas cortos, como campeonatos o exhibiciones), una gran mayoría caían. Pero pude notar que caían con garbo, levantándose rápidamente, envolviéndose otra vez en la música y yendo adelante con su programa. Su velocidad, estilo, fuerza y gracia fue justamente tan atractivo cinco segundos después de la caída como lo habían sido cinco minutos antes de ella. Creo que esa habilidad es también una de las más esenciales en la vida. Nadie empieza un día con la intención de caer, pero siempre caemos. Unas veces somos empujados hacia los baches de la vida; otras quedamos atrapados en las tentaciones del diablo.
Cualquiera que sea la causa, no hay día que pase sin fallar a nuestras posibilidades y a la glorificación de Dios.
El cristianismo puede ayudarnos a que esa caída la hagamos con gracia: Nos extiende la invitación a confesar nuestros pecados y caídas, también a levantarnos y continuar viviendo, con la seguridad del perdón.
La Biblia nos encomienda la habilidad de caer con esa gracia con las siguientes palabras: «Una cosa hago: Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús»