Esta mañana llamé a la puerta del cielo y Dios me preguntó:
— Hijo mío, ¿qué puedo hacer por ti?
Y yo le respondí:
— Padre, por favor protege y bendice a mi familia y a mis amigos.
Dios sonrió y me contestó:
— Petición concedida.
Dios me pidió que te dijera que todo irá bien contigo a partir de ahora. No importa cuán duro sea este año, tú superarás las adversidades. Tú has sido destinado a vencer los obstáculos que se te presenten y muy pronto lograrás tus objetivos.
En este año todas tus angustias se disiparán y lograrás llegar a la meta que te has propuesto. Hoy Dios ha confirmado el fin a tus conflictos. Porque Él te ama, te ha quitado tus penas y te brindará alegrías. ÉL nunca te decepcionará. Cierra tus ojos, abandónate a Dios y dile: Señor; he venido a Ti para que me toques con tu mano antes de comenzar el día. Descansa un momento tus ojos en mis ojos y deja que lleve a mi trabajo la certeza de tu presencia. Dame fuerzas, Señor, para llevar ligeras mis alegrías y mis pesares. Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles. Dame fuerzas para no renegar nunca del pobre, ni doblar mi rodilla al poder del insolente. Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana. Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza, enamorado, a Tu Voluntad.