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Zacarias

A Zacarías se le dijo antes que a cualquier otra persona que Dios estaba haciendo los preparativos de su visita a la tierra. Zacarías y su esposa, Elisabet, eran conocidos por su santidad personal. Eran la pareja ideal para una tarea especial para Dios. Tenían la tristeza de no tener hijos. Los judíos veían esto como una prueba de que no contaban con la bendición de Dios. Zacarías y su esposa eran de edad avanzada y ya estaban resignados a no tener hijos.

Este viaje al templo de Jerusalén tenía reservado para Zacarías una bendición inesperada. Lo escogieron para ser el sacerdote que entraría en el Lugar Santo a fin de ofrecer incienso a Dios por el pueblo. De pronto, para su gran sorpresa y temor, se vio cara a cara con un ángel. ¡El mensaje del ángel era demasiado bueno para ser cierto! Sin embargo, Zacarías no reaccionó tanto por las nuevas del Salvador venidero como por las dudas acerca de su capacidad para ser padre del niño que el ángel le prometía. Su edad parecía tener más consecuencias que la promesa de Dios. Como resultado, Dios le privó a Zacarías del habla hasta el cumplimiento de la promesa.

La oración profética de Lucas 1 es la última imagen que tenemos de él. Como en el caso de muchos siervos fieles de Dios, pasó en silencio por la escena de la cual formó parte una vez cumplido su cometido. Es nuestro héroe en los momentos en que dudamos de Dios y a la vez queremos obedecerlo. La historia de Zacarías nos ofrece la esperanza de que Dios puede hacer grandes cosas a través de uno cuando estamos dispuestos a someternos.

Zacarías, mientras ofrecía el incienso en el altar, también oraba quizás por un hijo o por la venida del Mesías. De cualquier modo, Dios respondió su oración. Pronto tendría un hijo que prepararía el camino al Mesías. Dios responde las oraciones a su manera y en su tiempo. Obró en una situación “imposible”, la esposa de Zacarías era estéril, a fin de cumplir con todas las profecías relacionadas con el Mesías. Si queremos que nuestras oraciones reciban respuesta, debemos ser receptivos a lo que Dios puede hacer en situaciones imposibles. Y debemos esperar que obre a su manera y en su tiempo.

Juan significa “el Señor es bondadoso” y Jesús significa “el Señor salva”. Ambos nombres los puso Dios, no los escogieron los familiares. A través de los Evangelios vemos que Dios obra con bondad y salva a su pueblo. No rechaza a nadie que se le acerque con sinceridad.

Dios seleccionó a Juan para un servicio especial. Tal vez se le prohibió beber, como parte del voto de nazareo, un voto antiguo de consagración a Dios. Sansón estuvo bajo este voto y Samuel también.

Esta es la primera mención de Lucas sobre el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. Lucas se refiere al Espíritu Santo más que los otros escritores de los Evangelios. Debido a que también escribió el libro de Hechos, sabemos que le informaron minuciosamente acerca de la obra del Espíritu Santo. Lucas reconoció y enfatizó la obra del Espíritu Santo en relación a la fundación de la cristiandad y su dirección en la iglesia primitiva. La presencia del Espíritu Santo es el regalo de Dios para toda la Iglesia en Pentecostés. Con anterioridad, el Espíritu Santo se otorgaba solo en tareas especiales. Nosotros necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para un trabajo eficaz.

El papel de Juan era ser casi semejante al profeta del Antiguo Testamento: motivar a las personas a alejarse del pecado y volver a Dios. A menudo se le compara con el gran profeta Elías, conocido por oponerse a las leyes corruptas.

En la preparación del pueblo para la venida del Mesías, Juan pudo hacer “trasplantes de corazón”. Cambió corazones endurecidos de los adultos por corazones blandos como los de los niños: dóciles, confiados y abiertos al cambio. ¿Es usted receptivo a Dios como debiera? ¿O necesita un cambio de corazón?

Cuando se le dijo que iba a tener un hijo, Zacarías dudó de la palabra del ángel. Desde su perspectiva humana, sus dudas eran comprensibles, pero con Dios todo es posible. A pesar de que Zacarías y Elisabet ya no tenían edad para procrear, Dios les dio un hijo. Es muy fácil dudar o no entender lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Aun el pueblo de Dios, a veces, comete el error de confiar en su razonamiento o experiencia antes que en Dios. Cuando nos sintamos tentados a pensar que alguna de las promesas de Dios es imposible, debiéramos recordar su trabajo meticuloso a través de la historia. A El no lo atan nuestras perspectivas estrechas ni las limitaciones humanas. Confíe plenamente en El.

Zacarías dedujo que era increíble que él y su esposa, a tal edad, pudieran tener hijos. Pero lo que Dios promete, lo da. ¡Y El entrega a tiempo! Usted puede estar seguro de que Dios cumplirá su promesa. Quizás no sea al día siguiente, pero lo será en el tiempo apropiado. Si está esperando que Dios le conteste alguna petición o supla alguna necesidad, sea paciente. No importa cuán imposibles parezcan las promesas de Dios, las cosas que El dijo en su Palabra serán una realidad a su tiempo.

Como era costumbre, la gente esperaba afuera a que Zacarías saliera y le bendijera

Zacarías y Elisabet eran personas fieles y aun así sufrían. En ese entonces, algunos judíos no creían en la resurrección corporal, de modo que su esperanza de inmortalidad estaba en sus hijos. Además, hijos bajo el cuidado de padres en edad avanzada, agregaban bienestar y posición social a la familia. Los hijos se consideraban una bendición, no tenerlos era una maldición. Zacarías y Elisabet no habían tenido hijos por muchos años y ahora estaban demasiado viejos para esperar algún cambio en su situación. Se sentían humillados y sin esperanza. Pero Dios esperaba el tiempo apropiado para bendecirlos y alejar su desgracia.

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