El último día en la clase, la profesora propuso una redacción:
«Contad en el cuaderno que actividades se pueden hacer en vacaciones para no aburrirse»
Todos bajaron sus cabezas y muy aplicados empezaron la tarea, menos uno. El mismo que chico preguntó a la maestra:
— ¿Qué es aburrirse?
La profesora lo miró sorprendida de que no estuviera en el vocabulario de un niño tan mayor esa palabra y le explicó con paciencia:
— El aburrimiento es un estado de desgano, en el que no se actúa porque nada estimula…
El chico le dio las gracias a la maestra, afiló su lápiz y comenzó su redacción:
«Nunca he estado aburrido, pero si lo estuviera, intentaría distraer a los demás: escribiendo, dibujando, contándoles cuentos, arreglándoles la bicicleta, haciendo teatro…»
Todos fueron terminando y salieron del aula, menos aquel chico que seguía escribiendo :
«…enseñándoles a pescar, montándoles un álbum de fotografías, construyendo una caseta en un árbol, aprendiendo juntos a tocar un instrumento, paseando…».