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El siervo

En cierta ocasión un hombre le dio a Dios todo su corazón y su vida a Su servicio. Dios escuchó y le dio la oportunidad. Le puso en una iglesia. Su trabajo era buscar las almas. El hombre esperó las instrucciones de Dios. Esperó y esperó…Hasta que Dios le dijo que le iba a mandar la ayuda que necesitaba para predicar el evangelio.

Al dí­a siguiente llega un inválido en su silla de ruedas. El hombre le recibe, y luego le pregunta a Dios:

— ¿Es una broma verdad?, el inválido no hará mucho.

Dios le contesta solamente:

— Espera porque todaví­a no han llegado todos lo que te han de ayudar.

Al dí­a siguiente llega un hombre cojo, con una pata de palo, que al caminar hace hoyos con su pata de palo. El hombre le recibió, y no dijo nada.

— Esperaré, dijo, a que llegue el evangelista o predicador

Al dí­a siguiente llegó un hombre encorvado, tan encorvado que sus manos llegaban casi al suelo. El hombre lo recibió, y siguió esperando. Pero no llegó nadie más.

Enojado le reclama a Dios:

— ¿Qué pasó Señor?, me dijiste que me enviarí­as gente para ayudarme, y solo ha llegado un inválido, un cojo y un hombre encorvado. ¿Con estos indigentes quieres que predique el evangelio? Mira, solo son lastres, desecho de la sociedad.

Dios contestó:

— Esos que tú llamas desechos son los que te ayudarán. El hombre de la silla de ruedas hará los surcos con las ruedas de su silla. El hombre de la pata de palo hará los hoyos, y el hombre encorvado arrojará la semilla sin que le cueste trabajo. Tu trabajo consistirá en cuidar las plantas, que por cierto tú no sembrarás.

Entonces, el hombre pidió perdón por dejarse llevar por lo que sus ojos veí­an, y le pidió a Dios que le cambie la mirada.

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