Un día bajó el Señor a la tierra en forma de mendigo y se acercó a casa del zapatero y le dijo: -»Hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una sola moneda quisiera pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder seguir caminando».
El zapatero le respondió: -«Yo soy muy pobre y ya estoy cansado que todo el mundo viene a pedir y nadie viene a dar!».
El Señor le contestó: -«Yo puedo darte lo que tu quieras».
El zapatero le preguntó: -«¿Dinero inclusive?».
El Señor le respondió: -«Yo puedo darte 10 millones de dólares, pero a cambio de tus piernas».
-«¿Para que quiero yo 10 millones de dólares si no voy a poder caminar, bailar, moverme libremente?», dijo el zapatero.
Entonces el Señor replicó: -« Está bien, te podría dar 100 millones de dólares, a cambio de tus brazos».
El zapatero le contestó: -«Para que quiero yo 100 millones de dólares si no voy a poder comer solo, trabajar, jugar con mis hijos, etc.?”.
Entonces el Señor le dijo: -«En ese caso, yo te puedo dar 1000 millones de dólares a cambio de tus ojos».
El zapatero respondió asustado: -«Para que me sirven 1000 millones de dólares si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?».
Entonces el Señor le dijo: -«Ah hermano mío, ya ves que fortuna tienes y no te das cuenta»
Dios y el Zapatero,.. una reflexión para el Día de Acción de Gracias
Luego de leer estas líneas sé que muchos coincidirán conmigo que la reflexión a este pensamiento es una espontánea, que nos tiene que impactar. La misma nos hace mirar aquello que hemos olvidado. Hay veces que pensamos que la solución a nuestros problemas la podríamos tener si contáramos con más dinero, encontrando así una avenida que nos conducirá derecho a la felicidad.
Posiblemente tenemos lo necesario para luchar y ser felices al alcance de nuestras manos; pero la avaricia, egoísmo, la ambición desmedida, entre otras razones se imponen en nuestro camino para olvidarnos de lo que es la verdadera “fortuna”.
En un país tan explotado por las campañas sensacionalista, existe el riesgo de que se tergiverse nuestro rol en la vida como creyentes de Jesús. Es por ello que nos olvidamos de su ejemplo de camino firme y sin curvas hacia la felicidad. Ese camino esta adornado primero por lo que somos, hijo de Dios a su imagen y semejanza. De esta manera Dios nuestro padre nos equipó y regaló los dones necesarios para que cada uno de nosotros pueda labrarse su camino hacia la felicidad. De esta manera somos nosotros responsables de encontrar ese camino y así al cruzar el puente donde dejemos atrás las tentaciones cotidianas, y podamos vivir la divinidad de Jesús.
Esos dones fueron los que el “zapatero” no vio cuando “mendigo” se le acercó. Esos dones están en cada uno de nuestros amigos y familiares con quienes podemos compartir y llorar las alegrías y las penas, al no estar solos. Ese don divido, de poder ver, tener y amar a nuestros amigos y familiares es el mejor motivo para reflexionar y dar gracias por lo afortunados que somos. Es por ello que invito que en nuestra introspección sobre el Día de Acción de Gracias a buscar y descubrir, como lo hizo el zapatero, nuestra verdadera fortuna. Si ya la habíamos descubierto, se impone entonces pedir por aquellos que tienen hambre y sed de justicia, en el camino de encontrar su fortuna divina.