Ezequiel 44:1 Entonces me hizo volver por el camino de la puerta exterior del santuario que da hacia el oriente, y estaba cerrada.
Ezequiel 44:2 Y el Señor me dijo: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá y nadie entrará por ella, porque el Señor, Dios de Israel, ha entrado por ella; por eso permanecerá cerrada.
¿Por qué debía permanecer cerrada esta puerta que mira al oriente? Se han sugerido diversas razones.
(1) Por esta puerta Dios entró al templo y nadie más podía caminar por donde El lo hizo
(2) la puerta cerrada indicaba que Dios nunca más abandonaría el templo
(3) evitaría que la gente adorara al sol mientras salía por el este, desde el interior del templo.
Ezequiel 44:3 En cuanto al príncipe, él, como príncipe, se sentará allí para comer pan delante del Señor; entrará por el camino del vestíbulo de la puerta y por el mismo camino saldrá.
El príncipe es sinónimo de «mi siervo David». A pesar de que a Cristo se le llama Príncipe, este príncipe tal vez no sea El, debido a que ofrece un sacrificio a Dios y puede entrar solo por el «vestíbulo de la puerta». Es el gobernador principal de la ciudad, pero se distinguirá de los demás príncipes pues será justo y recto. Otro punto de vista es que describe un cuadro futuro donde Cristo ofrece en sacrificio su propia vida a Dios.
Ezequiel 44:4 Luego me llevó por el camino de la puerta del norte al frente del templo; miré, y he aquí, la gloria del Señor llenaba la casa del Señor, y me postré sobre mi rostro.
Ezequiel 44:5 Y el Señor me dijo: Hijo de hombre, pon atención, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que te digo acerca de todos los estatutos de la casa del Señor y acerca de todas sus leyes; y fíjate bien en cuanto a la entrada del templo y a todas las salidas del santuario.
Ezequiel 44:6 Y dirás a los rebeldes, a la casa de Israel: «Así dice el Señor Dios: ‹Son ya demasiadas todas vuestras abominaciones, oh casa de Israel,
Ezequiel 44:7 cuando introdujisteis extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de carne, para que estuvieran en mi santuario y profanaran mi casa; cuando les ofrecisteis mi alimento, la grosura y la sangre; invalidasteis, pues, mi pacto; esto además de todas vuestras abominaciones.
Ezequiel 44:8 ‹No os habéis ocupado de guardar mis cosas sagradas, sino que habéis puesto extranjeros como guardas de mis ordenanzas en mi santuario.›
Ezequiel 44:9 «Así dice el Señor Dios: ‹Ningún extranjero, incircunciso de corazón e incircunciso de carne, entrará en mi santuario; ninguno de los extranjeros que están entre los hijos de Israel.
A los incrédulos no se les permitiría la entrada al templo. La visión de Ezequiel era para una adoración restaurada, pura, donde solo participarían los que se prepararán física y espiritualmente. En 47:22-23, encontramos que a pueblos de otras naciones se les permite unirse a la adoración al aceptar las normas de fe y prácticas declaradas en la Ley