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La plenitud inagotable

Juan fue Su testigo, y su proclamación todavía resuena: «Éste es el Que yo os decía que, aunque viene detrás de mí, en realidad me lleva la delantera, porque era anterior a mí.» De Su plenitud es de donde hemos extraído todos, y de Él hemos recibido una gracia tras otra; porque lo que nos dio Moisés fue la Ley, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.

Ya hemos visto que el Cuarto Evangelio se escribió en una situación en la que era necesario asegurarse de que no se le atribuyera a Juan el Bautista una importancia excesiva; así es que Juan empieza este pasaje con el testimonio de Juan el Bautista, en el que Le reconoce a Jesús el primer lugar. Juan el Bautista dice de Jesús: «El que viene detrás de mí era antes que yo.» Puede que con estas palabras quiera decir más de una cosa.

(a) Jesús era en realidad seis meses más joven que Juan, así es que Juan puede estar diciendo sencillamente: «El Que es más joven que yo me lleva en realidad la delantera.»

(b) Juan puede que estuviera diciendo: «Yo estaba en el campo antes que Jesús; yo ocupaba el centro del escenario antes que Él; puse manos a la obra antes que Él; pero todo lo que yo estaba haciendo era prepararle el camino para que viniera; yo era sólo la avanzada de la Fuerza principal, y el heraldo del Rey.»

(c) Puede que Juan esté pensando en términos mucho más profundos. Puede que esté pensando, no en términos del tiempo, sino de la eternidad. Puede que esté pensando en Jesús como el Que existía antes que empezara el mundo, en comparación con el Cual cualquier figura humana no tiene la menor importancia. Puede que las tres ideas estuvieran en la mente de Juan.

No fue él el que exageró su propia importancia, sino algunos de sus seguidores. Para Juan, el puesto supremo Le correspondía a Jesús.

Este pasaje continúa diciéndonos tres grandes cosas acerca de Jesús.

(i) De Su plenitud es de donde hemos extraído todos. La palabra que usa Juan para plenitud es una gran palabra: pléróma, que quiere decir la suma total de todo lo que hay en Dios. Pablo la usa con cierta frecuencia. En Colosenses 1:19 dice que todo pléróma habitaba en Cristo. En Colosenses 2:9 dice que en Cristo habitaba el pléróma de la deidad en forma corporal. Quería decir que en Jesús moraba la totalidad de la sabiduría, el poder y el amor de Dios. Por eso Jesús es inagotable. Una persona puede acudir a Jesús con cualquier necesidad, y encontrarla suplida; o con cualquier ideal, y encontrarlo realizado. El que está enamorado de la belleza encontrará en Jesús la suprema belleza; y aquel para quien la vida consiste en la búsqueda del conocimiento, encontrará en Jesús la suprema revelación. El que necesita valor, encontrará en Jesús la quintaesencia y el secreto del valor; y el que se siente impotente ante la vida encontrará en Jesús al Señor de la vida y el poder para vivir. El que es consciente de su pecado encontrará en Jesús el perdón y la fuerza para ser bueno. En Jesús, el pléróma, la plenitud de Dios, todo lo que hay en Dios, lo que Westcott llamaba «la fuente de la vida divina» se encuentra en Jesús y está a disposición de la humanidad.

(ii) De Él hemos recibido una gracia tras otra.

¿Qué quiere decir esa extraña frase?

(a) Puede que quiera decir que en Cristo encontramos una maravilla que conduce a otra. Uno de los antiguos misioneros de Escocia llegó una vez a uno de los reyes pictos, (confederación de tribus que habitaban el norte y centro de Escocia –al norte de los ríos Forth y Clyde– desde tiempos del Imperio Romano) que le preguntó qué podría esperar si se hacía cristiano. El misionero le contestó: «Encontrarás maravilla sobre maravilla, y todas ellas verdaderas.»

Algunas veces, cuando vamos viajando por una carretera muy bonita, se abre ante nosotros una vista tras otra. Al contemplar cada una pensamos que no puede haber nada más hermoso; y, al tomar una curva, se nos descubre algo aún más maravilloso. Cuando empezamos a estudiar un gran tema, como música, poesía o pintura, nunca llegamos al final. Siempre nos esperan nuevas experiencias de la belleza. Eso es lo que sucede con Cristo. Cuanto más sabemos de Él, más maravilloso nos resulta; cuanto más vivimos con Él, más encantos descubrimos; cuanto más pensamos en Él y con Él, más se nos ensancha el horizonte de la verdad. Esta frase puede que sea la manera que tiene Juan de expresar lo ilimitado que es Cristo. Puede que sea su forma de decir que a la persona que vive en compañía de Cristo le amanecerán nuevas maravillas en el alma que le iluminarán el entendimiento y le encantarán el corazón día tras día.

(b) Tal vez debamos entender esta expresión literalmente. En Cristo encontramos gracia en vez de gracia. Las diferentes edades y situaciones de la vida requieren una clase diferente de gracia. Necesitamos una gracia en los días de prosperidad, y otra en los días de adversidad. Necesitamos una gracia en los días primaverales de la juventud, y otra cuando se empiezan a dilatar las sombras de la edad. La Iglesia necesita una gracia en los días de persecución, y otra cuando llegan los días de tolerancia. Necesitamos una gracia cuando nos sentimos en control de la situación, y otra cuando estamos desanimados, deprimidos y casi desesperados. Necesitamos una gracia para soportar nuestras propias cargas, y otra para sobrellevar los unos las cargas de los otros. Necesitamos una gracia cuando estamos seguros de las cosas, y otra cuando parece que ya no nos queda nada en el mundo. La gracia de Dios no es nunca una cosa estática, sino dinámica. Nunca falla ante una nueva situación. Cuando una necesidad invade la vida, una gracia la acompaña. Pasa esa necesidad y otra nos asalta, y con ella viene otra gracia. A lo largo de toda la vida estamos constantemente recibiendo gracia en lugar de gracia, porque la gracia de Cristo es adecuada para resolver triunfalmente cualquier situación.

(iii) Moisés nos dio la Ley, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo. En la antigüedad, la vida estaba gobernada por la ley. Uno tenía que hacer lo que fuera, le gustara o no, supiera por qué o no. Pero, con la venida de Jesús, ya no tratamos de obedecer la ley de Dios como esclavos, sino de responder al amor de Dios como hijos. Mediante Jesucristo, Dios el Legislador aparece como Dios nuestro Padre, el Dios Juez es el Dios que ama a todas las almas.

Lo que Jesús enseñó y lo que hizo están ligados en forma inseparable con lo que El es. Juan muestra a Jesús como totalmente humano y totalmente divino. A pesar de que Jesús tomó por completo nuestra humanidad y vivió como un hombre, nunca dejó de ser el Dios eterno que siempre existió, el creador y sustentador de todas las cosas, la fuerza que une la creación y la fuente de la vida eterna. Esta es la verdad acerca de Jesús y el fundamento de la verdad. Si no podemos o no creemos esta verdad básica, no tendremos la fe suficiente para confiarle nuestro destino eterno. Por eso Juan escribió su Evangelio: para edificar la fe y la confianza en Jesucristo, al grado que creamos que El en realidad era y es el Hijo de Dios.

Juan escribió a los creyentes en todo lugar, sean o no judíos (gentiles). Como uno de los doce discípulos, Juan fue un testigo presencial, de manera que su historia es confiable. Su libro no es una biografía (como el libro de Lucas), sino una presentación temática de la vida de Jesús. Muchos de los oyentes originales tenían un trasfondo griego. La cultura griega estimulaba la adoración de muchos dioses mitológicos cuyas características sobrenaturales eran tan importantes para los griegos como las genealogías para los judíos. Juan mostró que Jesús no solo era diferente de sus dioses mitológicos, sino superior a ellos.

¿Qué quiere decir Juan con el Verbo? El Verbo era una expresión usada por teólogos y filósofos, judíos y griegos por igual, de muchas maneras diferentes. En las Escrituras hebreas, el Verbo era un agente de creación, la fuente del mensaje de Dios a su pueblo por medio de sus profetas y la ley de Dios, su norma de santidad. En la filosofía griega, el Verbo era el principio de la razón que gobernaba al mundo o el pensamiento que estaba aún en la mente, mientras que en el pensamiento hebreo el Verbo era otra forma de decir Dios. La descripción de Juan muestra claramente que se refiere a Jesús; un ser humano que conocía y amaba, pero que era a la vez el Creador del universo, la suprema revelación de Dios, la imagen viviente de la santidad de Dios, y “todas las cosas en El subsisten”. Para los lectores judíos, “el Verbo era Dios” era una blasfemia. Para los lectores griegos, “aquel Verbo fue hecho carne” era impensable. Para Juan, este nuevo entendimiento del Verbo era el evangelio, las buenas nuevas de Jesucristo.

Cuando Dios creó, hizo algo de la nada. Debido a que somos seres creados, no hay razón para ser orgullosos. Recuerde que usted existe solo porque Dios lo hizo y tiene dones especiales únicamente porque Dios se los ha dado. Con Dios usted es algo especial; separado de Dios no es nada, y si intenta vivir sin El, abandonará el propósito por el cual fue hecho.

¿Piensa a menudo que Dios nunca logrará entenderlo porque su vida es demasiada compleja? Recuerde: Dios creó todo el universo y nada es demasiado complejo para El. Lo ha creado a usted, vive hoy y su amor es más grande que cualquier problema que usted pueda enfrentar.

“Las tinieblas no prevalecieron contra ella” significa que las tinieblas de maldad nunca han triunfado ni triunfarán ni apagarán la luz de Dios. Jesucristo es el creador de la vida y su vida ofrece luz a la humanidad. En su luz, nos vemos tal como somos: pecadores en necesidad de un Salvador. Cuando seguimos a Jesús, la luz verdadera, evitamos andar como ciegos y caer en el pecado. El ilumina la senda que tenemos delante a fin de que sepamos cómo vivir. El disipa la oscuridad del pecado de nuestras vidas. ¿Ha permitido que la luz de Cristo brille en su vida? Permita que Cristo guíe su vida y nunca tropezará en la oscuridad.

En este libro, el nombre Juan se refiere a Juan el Bautista.

Nosotros, como Juan el Bautista, no somos la fuente de la luz de Dios; simplemente reflejamos esa luz. Jesucristo, que es la luz verdadera, nos ayuda a ver nuestro camino a Dios y nos muestra cómo transitar a lo largo de ese camino. Pero Cristo quiere reflejar su luz a través de sus seguidores a un mundo incrédulo, quizás porque los incrédulos no son capaces de soportar la poderosa gloria resplandeciente de su luz pura. La palabra testimonio se refiere a nuestro papel de reflejar la luz de Cristo. Nunca debemos presentarnos ante otros como la luz, sino indicarles que miren a Cristo, la Luz.

A pesar de que Cristo creó el mundo, la gente que creó no lo reconoció. Aun la que Dios escogió para preparar al resto del mundo para la venida del Mesías lo rechazó, pese a que todo el Antiguo Testamento hablaba de su venida.

Todos los que aceptan a Cristo como Señor de sus vidas renacen espiritualmente y reciben nueva vida de Dios. A través de la fe en Cristo, este nuevo nacimiento nos cambia desde adentro, reacondicionando nuestras actitudes, deseos y motivos. El nacimiento hace que uno esté vivo físicamente y permite ser parte de la familia. Al nacer de Dios, formamos parte de su familia. ¿Ha pedido que Cristo le haga una nueva persona? Este nuevo comienzo está a disposición de todo aquel que cree en Cristo.

El “Verbo fue hecho carne”, significa: se convirtió en humano. Cristo vino a ser

  1. el Maestro perfecto : en la vida de Jesús vemos cómo Dios piensa y por lo tanto cómo debiéramos pensar
  2. el ejemplo perfecto: El es el modelo de lo que debemos ser, nos muestra cómo vivir y nos da poder para vivir de esa manera
  3. el sacrificio perfecto: Jesús vino como un sacrificio por todos los pecados y su muerte satisface las demandas de Dios para la cancelación del pecado.

El “unigénito del Padre” significa que Jesús es el único y singular Hijo de Dios. El énfasis está puesto en lo singular. Jesús es único y disfruta de una relación con Dios que es diferente de la de los creyentes llamados “hijos” que afirman ser “engendrados de Dios”.

Cuando Jesús nació, Dios se hizo hombre. No era mitad hombre ni mitad Dios, era todo Dios y todo hombre. Antes de que Cristo viniera, la gente podía conocer a Dios en parte. Luego de su venida, lo conoció en su totalidad porque vino visible y tangible en Jesús. Cristo es la expresión perfecta de Dios en forma humana. Los dos errores más comunes son minimizar su humanidad o minimizar su divinidad. Jesús es tanto Dios como hombre.

El amor y la justicia forman parte de la naturaleza divina que Dios usa para lidiar con nosotros. Moisés enfatizó la justicia y la Ley de Dios, mientras que Cristo vino para resaltar la misericordia, el amor y el perdón de Dios. Moisés solo pudo ser el vehículo de la Ley, mientras que Cristo vino para cumplirla. La naturaleza y la voluntad de Dios se revelaron en la Ley; ahora la naturaleza y la voluntad de Dios se revelan en Jesucristo. En lugar de venir en tablas frías de piedra, la revelación de Dios (“su verdad”) viene a la vida de la persona. En la medida que conocemos mejor a Cristo, nuestro entendimiento de Dios se incrementa.

Dios se comunicó mediante varias personas en el Antiguo Testamento, por lo general profetas que recibían mensajes específicos. Pero nadie vio a Dios. En Cristo, Dios reveló su naturaleza y esencia de una forma que podía verse y tocarse. En Cristo, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.

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