Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando proféticamente, dijo: «¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo! Nos ha enviado un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo. Esto es lo que había prometido en el pasado por medio de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de todos los que nos odian, que tendría compasión de nuestros antepasados y que no se olvidaría de su santa alianza, y este es el juramento que había hecho a nuestro padre Abraham: que nos permitiría vivir sin temor alguno, libres de nuestros enemigos, para servirle con santidad y justicia, y estar en su presencia toda nuestra vida. En cuanto a ti, hijito mío, serás llamado profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer saber a su pueblo que Dios les perdona sus pecados y les da la salvación. Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz. El niño crecía y se hacía fuerte espiritualmente, y vivió en los desiertos hasta el día en que se dio a conocer a los israelitas.
Zacarías tuvo una gran visión de la misión de su hijo. Le reconoció como el profeta y precursor que había de preparar el camino del Señor. Todos los judíos devotos esperaban y anhelaban el día en que había de venir el Mesías, el Rey ungido por Dios. La mayor parte de ellos creían que, antes de que viniera, un precursor anunciaría su llegada y le prepararía el camino. La creencia más general era que Elías volvería a la Tierra con esta misión: «Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías, [3l antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible.» (Malaquías 4:5). Zacarías vio en su hijo al que prepararía el camino para el Rey ungido por Dios. Este pasaje nos da una gran descripción del camino del Evangelio:
(i) La preparación. Todo en la vida es una preparación que nos conduce a Cristo. Cuando Walter Scott era joven, su sueño era ser soldado. Pero tuvo un accidente que le dejó ligeramente cojo, por lo que tuvo que renunciar a ese sueño. Se aficionó a leer viejas historias y novelas escocesas, y así llegó a ser uno de los más grandes novelistas de la literatura universal. De é1 dijo un vejete: «Se estaba haciendo a sí mismo todo el tiempo; pero que no sabía, por dónde tiraría hasta que pasaron los años.» En la vida Dios está haciendo que todo contribuya a llevarnos a Cristo.
(ii) El conocimiento. La pura verdad es que nadie sabía cómo es Dios hasta que vino Jesús a decírnoslo. Los griegos hablaban de un dios impasible, por encima de la alegría y del dolor, observando a los humanos con tranquila indiferencia. No se esperaba su ayuda. Los judíos tenían un Dios exigente, que imponía una ley y cuya función era la del juez. Aquello no producía más que terror. Jesús vino para decirnos que Dios es amor, y la gente sólo podía decir con sorpresa y encanto: «¡Nunca nos habríamos imaginado que Dios era así!» Uno de los grandes propósitos de la Encarnación fue traer a la humanidad el conocimiento de Dios.
(iii) El perdón. Una cosa debemos tener clara a este respecto: no se trata tanto de remitir el castigo como de restablecer la relación. Nada nos puede librar de ciertas consecuencias de nuestros pecados. No se puede retrasar el reloj, pero el alejamiento de Dios se convierte en amistad, el Dios distante se hace cercano, y el Dios temido es ahora el Dios que nos ama.
(iv) Andar por los caminos de la paz. Paz en hebreo no quiere decir solamente ausencia de guerra, sino todo lo que comprende el sumo bien del hombre. Y por medio de Cristo se le capacita al hombre- para andar por los caminos que conducen a todo lo que significa vida, y ya no a todo lo que significa muerte.
La ceremonia de circuncisión era un acontecimiento importante en la familia de un niño judío. Dios lo instituyó cuando comenzó a formar su nación santa y lo reafirmó mediante Moisés. Todavía se practica hoy en los hogares judíos. Es un día de alegría cuando amigos y miembros de la familia celebran el advenimiento de un bebé que llega a ser parte del pacto de Dios con Israel.
La línea familiar y los nombres eran importantes para los judíos. La gente supuso con naturalidad que la criatura quizás no recibiría el nombre de Zacarías, pero al menos uno de la familia. Por eso se sorprendieron de que Elisabet y Zacarías desearan ponerle el nombre de Juan, como el ángel les dijo.
Los familiares de Zacarías le hablaron mediante gestos porque al parecer estaba totalmente sordo, así como mudo, y no oyó lo que su esposa le dijo.
Zacarías alabó a Dios con sus primeras palabras después de meses de silencio. En un cántico a menudo llamado el Benedictus según las primeras palabras en la traducción latina del pasaje, Zacarías profetizó la venida de un Salvador que redimiría a su pueblo y predijo que su hijo Juan prepararía el camino del Mesías. Todas las profecías del Antiguo Testamento se concretaban. ¡Con razón Zacarías alabó a Dios! El Mesías vendría a su tiempo y escogieron a Juan para preparar el camino.
Los judíos esperaban con ansiedad al Mesías, pero pensaban que vendría para salvarlos del poder del Imperio Romano. Aguardaban a un Salvador militar y no a un Mesías de paz que venciera el pecado.
La promesa de Dios a Abraham fue bendecir a todas las naciones a través de él (véase Gen_12:3). Esto se cumpliría mediante el Mesías, descendiente de Abraham.
Zacarías evocó cientos de años de la obra soberana de Dios en la historia, comenzando con Abraham y continuando por la eternidad. Luego, en un contraste tierno, personaliza la historia. Se escogió a su hijo para cumplir un rol especial en el drama de las edades. A pesar de poseer poderes ilimitados, Dios decidió obrar mediante humanos frágiles que empiezan como bebés. No minimice lo que Dios puede hacer a través de quienes confían en El.
¿Por qué Juan vivió en el desierto? Los profetas buscaban la soledad del desierto para mejorar su crecimiento espiritual y enfocar su mensaje en Dios. Al estar en el desierto, Juan mostró su separación de los poderes económicos y políticos de modo que pudo dirigir su mensaje en su contra. También muestra su separación de los líderes religiosos hipócritas de su día.