El origen de Jesucristo fue este: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel, que significa: ‹Dios con nosotros›». Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa; y sin haber tenido relaciones conyugales, ella dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Jesús. Mateo 1:18-25
Así es que, cuando José se despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor: tomó a María por mujer, y no la conoció hasta después que ella dio a luz a un niño; y él Le puso por nombre Jesús.
Para nuestra manera occidental de pensar, las relaciones que salen en este pasaje son muy extrañas. En primer lugar, en las revisiones de la Biblia antes de 1995 se nos dice que María estaba desposada con José; luego se nos dice que él estaba haciendo los preparativos para divorciarse de ella en secreto; y luego se la llama su mujer o esposa. Pero la relación entre ambos representa el procedimiento judío normal, en el que había tres pasos.
(i) Estaba el compromiso. Este se hacía a menudo cuando la pareja no eran más que niños. Lo hacían corrientemente los padres, o por medio de un casamentero profesional. Y se hacía a menudo sin que los que formaban la pareja se hubieran visto nunca. El matrimonio se consideraba que era un paso demasiado serio para dejarlo a los dictados del corazón humano.
(ii) Estaba el desposorio. Este era lo que podríamos llamar la ratificación del compromiso que ya había contraído la pareja. Hasta este momento, el compromiso que se había establecido por medio de los padres o del casamentero, se podía romper si una de las dos partes no quería continuar con él. Pero una vez que se llegaba al desposorio era absolutamente vinculante. Duraba un año. Durante ese año la pareja se consideraban marido y mujer, aunque todavía no tenían esa relación. El desposorio no se podía dar por concluido de ninguna manera más que por el divorcio. En la ley judía nos encontramos frecuentemente lo que nos parece una frase curiosa. Una chica cuyo prometido había muerto durante el año de los desposorios se llamaba «una virgen que es viuda.» En esta etapa se encontraban José y María. Estaban desposados; y si José quería acabar el desposorio no lo podía hacer más que con el divorcio; y ese año de desposorio a María se la conocía legalmente como su esposa.
(iii) La tercera etapa era el matrimonio propiamente dicho, que tenía lugar al final del año de desposorio.
Si tenemos presentes las costumbres matrimoniales normales de los judíos, entonces la relación que se indica en este pasaje está perfectamente clara. Así que en esta etapa se le dijo a José que María iba a tener un Niño, que había sido concebido por obra del Espíritu Santo, y que él, José, debería ponerle por nombre Jesús. Jesús es la forma griega del nombre hebreo Josué, que quiere decir Jehová es salvación. Hacía mucho tiempo, el salmista había oído decir a Dios: «El redimirá a Israel de todos sus pecados» Salmo 130:8. Y a José se le dijo que el Niño que nacería llegaría a ser el Que salvara al pueblo de Dios de sus pecados. Jesús fue, aún más que el Hombre nacido para ser Rey, el Hombre nacido para ser Salvador. Vino a este mundo no por Su propia cuenta, sino por la de los hombres y su salvación.