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Las tres etapas

Hay algo representativo en la manera como está organizada esta genealogía: hay en ella tres secciones, que corresponden a las tres grandes etapas de la historia de Israel.

La primera sección incluye la historia hasta David. David fue el hombre que fraguó a Israel como nación, e hizo de los judíos un poder en el mundo. La primera sección sigue la historia hasta el surgimiento del más grande rey de Israel.

La segunda sección continúa la historia hasta la cautividad de Babilonia. Es la sección que nos cuenta la vergüenza, y la tragedia, y el desastre de la nación.

La tercera sección continúa la historia hasta Jesucristo. Jesucristo fue la Persona Que liberó a la humanidad de la esclavitud, Que la rescató del desastre, y en Quien la tragedia se transformó en triunfo.

Estas tres secciones representan tres etapas de la historia espiritual de la humanidad.

(i) El hombre fue creado para la grandeza. «Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó» (Génesis 1:27). Dios dijo «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza» (Génesis 1:26).

Adán -el primer hombre y la raza humana- fue creado a imagen de Dios. El sueño de Dios para el hombre era un sueño de grandeza. El hombre estaba diseñado para la comunión con Dios. Fue creado para nada menos que vivir en intimidad con Dios. Cicerón, el pensador latino así lo veía: «La única diferencia entre el hombre y Dios es en cuanto al tiempo.» Adán nació esencialmente para ser rey.

(ii) El hombre perdió su grandeza. En vez de ser siervo de Dios, se convirtió en esclavo del pecado.

Como dijo G. K. Chesterton: «Entre otras cosas tal vez, lo que es seguro es que el hombre no es lo que se supuso que fuera.» Usó su libre albedrío para desafiar y desobedecer a Dios más bien que para entrar en una relación de amistad y comunión con Él. Culpablemente frustró el designio y el plan de Dios en Su creación.

(iii) El hombre puede recuperar su grandeza. Aun entonces, Dios no abandonó al hombre a su destino frustrado, Dios no permitió que el hombre fuera destruido por su propia necedad. No dejó que la historia acabara en tragedia.

A este mundo Dios mandó a Su Hijo Jesucristo para que rescatara al hombre de la ciénaga del pecado en que se había perdido, y le liberara de las cadenas del pecado. en las que él mismo se había aherrojado, para que por medio de Él el hombre pudiera recuperar la comunión con Dios que había perdido.

En su genealogía Mateo nos muestra la realeza original; la tragedia de la libertad perdida; la gloria de la libertad restaurada. Y esa, por la misericordia de Dios, es la historia de la humanidad y de cada persona humana.

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