Lo más maravilloso de este pedigrí son los nombres de mujeres que aparecen en él. No es normal encontrar nombres de mujeres en las genealogías judías. La mujer no tenía derechos legales; se la consideraba, no como una persona, sino como una cosa. No era más que una posesión de su padre o de su marido, quienes podían hacer con ella lo que quisieran. En la fórmula tradicional de oración matutina, el judío le da gracias a Dios por no haberle hecho ni un gentil, ni un esclavo, ni una mujer. La misma existencia de estos nombres en cualquier pedigrí es ya un fenómeno de lo más sorprendente y extraordinario.
Pero cuando nos fijamos en quiénes eran estas mujeres y en lo que hicieron, la cosa se vuelve todavía más alucinante. En Josué 2:1-7 vemos que Rajab -o como se la llama en el Antiguo Testamento, Rahab ,era una prostituta de Jericó: Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab,(A) y posaron allí. Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra. Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. 6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores. Rut no era judía, sino moabita: los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Rut 1:4, y ¿que es lo que establecía la ley? Que: «No entrará el amonita ni el moabita en la congregación del Señor, ni siquiera en su décima generación; no entrarán nunca en la congregación del Señor» Deuteronomio 23:3 Rut pertenecía a un pueblo ajeno y aborrecido. Tamar fue una seductora y adúltera: Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? El respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. Génesis 38:13-15. Betsabé, la madre de Salomón era la mujer de Urías a la que David sedujo con una crueldad imperdonable. Si Mateo hubiera escarbado las páginas del Antiguo Testamento buscando candidatas improbables no podría haber descubierto cuatro antepasadas de Jesucristo más increíbles. Pero sin duda hay algo encantador en esto. Aquí; justamente al principio, Mateo nos da una muestra del Evangelio de Dios en Jesucristo, porque nos muestra las barreras que se vienen abajo.
(i) Desaparece la barrera entre judío y gentil. Rahab, la mujer de Jericó, y Rut, la mujer de Moab, hallan su sitio en el pedigrí de Jesucristo. Ya está aquí la gran verdad de que en Cristo no hay judío ni griego. Aquí, en el mismo principio, encontramos el universalismo del Evangelio y del amor de Dios.
(ii) Desaparece la barrera entre varón y mujer. En ningún pedigrí ordinario se encontraría el nombre de ninguna mujer; pero sí en el de Jesús. El viejo desprecio ha desaparecido; y varones y mujeres se encuentran en el mismo nivel en el amor de Dios y son igualmente importantes en Sus propósitos.
(iii) Desaparece la barrera entre santo y pecador. Dios se las arregla para usar para Su propósito a los que han sido grandes pecadores. «Yo he venido -dijo Jesús-, no para llamar a los justos, sino a los pecadores. Mateo 9:13.
Aquí, al principio mismo del Evangelio, se nos da un adelanto de la amplitud del amor de Dios que lo abarca todo. Dios puede encontrar servidores entre aquellos que los respetables ortodoxos evitarían con horror.
Lucas nos brinda una genealogía de Nuestro Señor Jesucristo, un tanto diferente.
Esta genealogía fue una de las formas más interesantes con que Mateo podía iniciar un libro dirigido a la audiencia judía. Como una genealogía podía demostrar la posición de la persona como elegida de Dios, Mateo comienza mostrando que Jesús era descendiente de Abraham, el padre de todos los judíos, y descendiente directo del rey David, con lo que cumplía completamente las profecías del Antiguo Testamento que se referían a la línea del Mesías. Los datos en cuanto a la descendencia eran cuidadosamente preservados. Esta es una de las muchas pruebas que presenta Mateo para demostrar que Jesús es el Mesías.
Más de cuatrocientos años habían pasado desde que se diera la última profecía del Antiguo Testamento y los judíos fieles en todo el mundo todavía seguían esperando al Mesías. Mateo escribió este libro a los judíos, presentándoles a Jesús como Rey y Mesías, el prometido descendiente del rey David que reinaría para siempre. El Evangelio de Mateo une ambos Testamentos y contiene muchas referencias mostrando cómo Jesús cumplió profecías del Antiguo.
Jesús entró en la historia cuando la tierra de Israel estaba controlada por Roma y era considerada como una avanzada insignificante del vasto y majestuoso Imperio Romano. La presencia de los soldados romanos en Israel dio a los militares judíos paz, pero al precio de opresión, esclavitud, injusticia e inmoralidad. A esta clase de mundo vino el Mesías prometido.
En los primeros 17 versículos nos encontramos con cuarenta y seis personas, en el lapso de 2000 años. Todos fueron antepasados de Jesús, pero varían considerablemente en espiritualidad, personalidad y experiencia. Algunos fueron héroes de la fe, como Abraham, Isaac, Ruth y David. Otros tenían una reputación sombría, como es el caso de Rahab y Tamar. Muchos de ellos fueron personas comunes, como Esrom, Aram, Naasón y Aquim. Y otros fueron malvados, como es el caso de Manasés y Abías. La obra de Dios en la historia no está limitada por los pecados humanos, y El obra por medio de gente común. Así como Dios usó toda clase de personas para traer a su Hijo al mundo, El hace lo mismo hoy para cumplir con su voluntad.
El exilio ocurrió en 586 a.C. cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistó Judá, destruyó Jerusalén y llevó cautivos a miles a Babilonia.
Como María era virgen cuando quedó embarazada, Mateo incluye el nombre de José solo como esposo de María, no como padre de Jesús. La genealogía de Mateo muestra el linaje legal (o real) de Jesús a través de José. La línea ancestral de María se registra en Lucas 3:23-38. María y José eran descendientes directos del rey David.
Mateo señala la genealogía a partir de Abraham mientras que Lucas lo hace a partir de Adán. Mateo está dirigido a los judíos, por eso señala a Jesús como descendiente de Abraham. Lucas está dirigido a los gentiles, por eso enfatiza a Jesús como Salvador de la humanidad.
Mateo divide la historia de Israel en tres grupos de catorce generaciones, pero probablemente hubo más. Las genealogías, con frecuencia, comprimen la historia, dando a entender que no se incluyen específicamente cada generación de antepasados. Es el caso de la frase “padre de” que puede también ser traducida “antepasado de”.