Mi hermano José y una muchacha llamada Carmen, eran súper amigos, se llevaban súper bien y se estimaban mucho. Llevaban una amistad bien chévere, sin embargo surgió un pequeño desacuerdo entre ellos y se enojaron. José siempre ha sido muy orgulloso, yo lo conozco bien. A Carmen parecía no importarle, pero de vez en cuando me preguntaba por él, se dejaron de hablar por un largo tiempo. Yo le estuve diciendo por mucho tiempo a mi hermano que le pidiera perdón, pero no me hizo caso, no me escuchó.
Pasó un mes, hasta que fui a hablar con Carmen, claro que ella tampoco quería pedirle perdón a José, pero la hice comprender que una amistad vale mucho, muchísimo, y que por una tontería no iba a terminar. Estuve un tiempo platicando con Carmen, y me prometió que al día siguiente la iba a ver en mi casa platicando con mi hermano. Me quedé súper contenta, pues por fin, todo iba a marchar como antes. Al otro día Carmen no apareció por la casa, y me sentí decepcionada.
Al día siguiente por la mañana cuando papá leía el periódico, le preguntó a José: «¿Tú, no eras amigo de una Carmen Rocha? José contestó: «era, ¿por qué?» y cuando me acerqué a ver el periódico… me enteré de que Carmen había sido violada y asesinada a media cuadra de mi casa, el día que me había prometido venir. Estoy segura de que venía a pedirle perdón a José. Mi hermano no tuvo palabras qué decir aquel día, faltó a la escuela, estuvo todo el día encerrado en su cuarto, sin comer, sin hablar, sin dormir… Yo lloré como nunca en mi vida, creo que José también, pero no dejó que nadie lo viera llorar. Por siempre lamentará la muerte de Carmen, y yo por siempre voy a recordar esta horrible experiencia en mi vida.
El pedir perdón no es símbolo de debilidad, y el saber perdonar es una característica de quien acepta al prójimo tal y como es. Hay que saber pedir perdón, y más aún, hay que saber perdonar.