Una señora fue a entrevistar a un médico amigo.
— Me quiero divorciar de mi marido — fue la queja de la angustiada mujer.
— ¿Por qué? Preguntó el médico.
— Porque tiene otra.
— Si Ud. se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere.
— ¿Qué puedo hacer?
— Enamórelo primero y luego se divorcia, aconsejó el médico.
— ¿Cómo lo puedo hacer?
— Hágale tres elogios por día. ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es cumplidor? Dígaselo
La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo.
— ¡Lo logré! Está profundamente enamorado de mí.
— Entonces, ahora déjelo.
— No, ahora no, porque yo también estoy enamorada de él.