Un hombre que acababa de encontrarse con Jesús Resucitado, iba a toda prisa por el Camino de la Vida, mirando por todas partes y buscando.
Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó:
— Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?
— Depende del tipo de cristiano que ande buscando.
— Perdone, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos que hay. Sólo conozco a Jesús.
— Pues sí, amigo; hay de muchos tipos y maneras. Los hay para todos los gustos: hay cristianos por cumplimiento, cristianos por tradición, cristianos por costumbres, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, cristianos auténticos…
— ¡Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad! –exclamo el hombre emocionado.
— ¡Vaya!, –dijo el anciano con voz grave–, esos son los mas difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted.
— ¿Como podré reconocerle?
— No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde van, siempre dejan huellas.”