Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Quirinio gobernador de Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Fue allá a inscribirse, junto con María, su esposa, que se encontraba encinta. y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. Lucas 2:1-7; Juan 1:14
La plenitud del tiempo estaba ahora por llegar, cuando Dios enviaría a su Hijo, hecho de mujer, y sometido a la ley. Las circunstancias de su nacimiento fueron muy viles. Cristo nació en una posada; vino al mundo a estar aquí por un tiempo, como en una posada, y a enseñarnos a hacer lo mismo. El pecado nos hace como un infante abandonado, indefenso y solitario; y así fue Cristo. Él supo bien cuán poca voluntad hay para que nos alojen, nos vistan, nos alimenten pobremente; cuánto deseamos tener a nuestros hijos ataviados y consentidos; cuán dados son los pobres a envidiar al rico, y cuánto tienden los ricos a desdeñar a los pobres. Pero cuando por fe vemos al Hijo de Dios que es hecho hombre y yace en un pesebre, nuestra vanidad, ambición y envidia son frenadas. No podemos buscar grandes cosas para nosotros mismos o para nuestros hijos teniendo este objeto justo ante de nosotros.
En el Imperio Romano se hacían censos periódicos con el doble objetivo de fijar los impuestos y de descubrir a los que tenían que hacer el servicio militar obligatorio. Los judíos estaban exentos del servicio militar, así es que en su caso el censo se hacía para los impuestos. En relación con estos censos disponemos de suficiente información de lo que sucedió en Egipto, y suponemos que en la provincia de Siria, de la que formaba parte Palestina, sucedería algo parecido. Esa información proviene de los mismos documentos del censo escritos en papiros, que se descubrieron en los basureros de los pueblos y aldeas de Egipto y en la arena del desierto.
Los censos se hacían cada catorce años, y tenemos documentos de todos los que hubo entre el año 20 y el 270 d.C. Según el ritmo de catorce años que se seguía en Siria, este censo se haría en el año 8 a.C., y ese sería el año que nació Jesús. Puede que Lucas cometiera un error sin importancia, porque Cirenio no fue gobernador de Siria hasta el año 6 a.C.; pero había tenido cargos oficiales en aquella región desde el año 10 hasta el 7 a.C., y fue en esos años cuando se hizo el primer censo.
Algunos críticos han puesto en duda el hecho de que todos los hombres tuvieran que desplazarse a su lugar de origen para empadronarse; pero aquí tenemos un edicto gubernamental de Egipto: Ordena Gayo Vibio Máximo, prefecto de Egipto: «Como ha llegado el momento de hacer el censo de casa en casa, es necesario obligar a todos los que por cualesquiera causas residan fuera de su distrito de origen a que vuelvan a sus casas para cumplir con los requisitos del censo y también para atender diligentemente al cultivo de sus parcelas.»
Si así se hizo en Egipto, es probable que se hiciera igual en Judea, donde todavía se mantenían los antiguos lazos tribales y familiares, y los hombres tendrían que ir a los respectivos lugares de origen de sus antepasados. Aquí tenemos uno de esos casos en los que los hallazgos históricos han demostrado la exactitud del Nuevo Testamento. Habría unos 130 kilómetros de Nazaret a Belén. El alojamiento de los viajeros era muy primitivo. La posada oriental consistía en una serie de habitaciones que daban a un patio común. Los viajeros llevaban sus provisiones, y lo único que proveía el posadero era forraje para los animales y fuego para hacerse la comida. El pueblo estaba abarrotado, y José y María no encontraron alojamiento; así es que fue en el patio comunal donde María tuvo que dar a luz. Los pañales eran trozos cuadrados de paño con una tira como una venda que salía diagonalmente de uno de los picos. Se envolvía al bebé en el paño cuadrado, y luego se le iban dando vueltas alrededor del cuerpo con la tira de tela para que quedara bien sujetito. La palabra que traducimos como pesebre era el lugar donde se echaba de comer a los animales; así que puede querer decir el establo o el pesebre.
El que no encontraran habitación en la posada fue sintomático de lo que había de sucederle a Jesús. No hubo sitio para él nada más que en una cruz. Trató de entrar en los abarrotados corazones de los hombres, pero no pudo; y todavía sigue buscando, y se le rechaza, igual que entonces.
Lucas es el único escritor de los Evangelios que relaciona los acontecimientos que narra con la historia mundial. Su obra se dirigía especialmente a una audiencia griega, la que estaba interesada y familiarizada con la situación política. Palestina vivía bajo el gobierno del Imperio Romano; Augusto César, el primer emperador romano, estaba a su cargo. Las autoridades romanas consideradas dioses, se erguían en contraste rígido con el bebé del pesebre, que en realidad era Dios hecho carne.
El censo romano se llevaba a cabo como una ayuda al reclutamiento militar o la recaudación de impuestos. Los judíos no tenían que servir en el ejército romano, pero no podían evitar pagar los impuestos. El decreto de Augusto César salió en el tiempo de Dios y de acuerdo a su plan perfecto para traer a su Hijo al mundo.
El gobierno forzó a José a recorrer una larga distancia solo para pagar su impuesto. Su prometida, que tenía que ir con él, iba a tener su bebé en cualquier momento. Pero cuando llegaron a Belén, no hallaron lugar donde hospedarse. Cuando hacemos la voluntad de Dios, no tenemos la garantía de que llevaremos una vida cómoda; se nos ha prometido que aun lo incómodo tiene significado en el plan de Dios.
Dios controla toda la historia. Por el decreto de Augusto César, Jesús nació en el pueblo profetizado a pesar de que sus padres no vivían allí.
José y María eran descendientes del rey David. El Antiguo Testamento está lleno de profecías que anuncian que el Mesías nacería de la línea real de David.
Esta mención del pesebre es la base de la creencia tradicional de que Jesús nació en un establo. A menudo, los establos eran cuevas con depósitos cavados en las paredes rocosas (pesebres) para dar de comer a los animales. A pesar de lo que se dibuja en las tarjetas populares de Navidad, los alrededores eran oscuros y sucios. Esta no era la atmósfera que los judíos esperaban para el nacimiento del Rey Mesías. Pensaban que el Mesías prometido nacería en un ambiente real. No debemos limitar a Dios con nuestras expectativas. El obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo.
Los pañales mantenían a la criatura abrigada y le daban un sentido de seguridad. Creían que debían proteger sus órganos internos. La costumbre de poner pañales a los bebés sigue vigente en algunos países del Medio Oriente.
Aunque nuestra primera impresión de Jesús es la de un bebé en un pesebre, no debe ser la final. El niño Cristo en el pesebre ofrece una hermosa escena de Navidad, pero no debemos dejarlo allí. Esta pequeña e indefensa criatura tuvo una vida maravillosa, murió por nosotros, ascendió a los cielos y volverá a la tierra como el Rey de reyes. Gobernará el mundo y juzgará a todas las personas de acuerdo a la decisión que hayan tomado acerca de El. ¿Qué imagen tiene usted de Jesús, la de un bebé en el pesebre o la de su Señor? Asegúrese de no subestimar a Jesús. Permítale crecer en su vida.
El “Verbo fue hecho carne”, significa: se convirtió en humano. Cristo vino a ser:
- el Maestro perfecto : en la vida de Jesús vemos cómo Dios piensa y por lo tanto cómo debiéramos pensar);
- el ejemplo perfecto: El es el modelo de lo que debemos ser, nos muestra cómo vivir y nos da poder para vivir de esa manera;
- el sacrificio perfecto: Jesús vino como un sacrificio por todos los pecados y su muerte satisface las demandas de Dios para la cancelación del pecado.
El “unigénito del Padre” significa que Jesús es el único y singular Hijo de Dios. El énfasis está puesto en lo singular. Jesús es único y disfruta de una relación con Dios que es diferente de la de los creyentes llamados “hijos” que afirman ser “engendrados de Dios”.
Cuando Jesús nació, Dios se hizo hombre. No era mitad hombre ni mitad Dios, era todo Dios y todo hombre (Col_2:9). Antes de que Cristo viniera, la gente podía conocer a Dios en parte. Luego de su venida, lo conoció en su totalidad porque vino visible y tangible en Jesús. Cristo es la expresión perfecta de Dios en forma humana. Los dos errores más comunes son minimizar su humanidad o minimizar su divinidad. Jesús es tanto Dios como hombre.