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Génesis 2: Creación del Edén

Gén 2:1 El cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos, quedaron terminados.

Gén 2:2 El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó.

¡Vivimos en un mundo que está orientado hacia la acción!
Siempre parece que hay algo para hacer y no queda tiempo para descansar. Sin embargo, Dios demostró que el descanso es adecuado y bueno. Si Dios mismo descansó de su trabajo, no debe sorprendernos que también nosotros necesitemos descansar. Jesús demostró este principio cuando El y los discípulos salieron en una barca para alejarse de la presión de la multitud (véase Mar_6:31-32). Nuestros momentos de descanso nos refrescan para estar listos para nuestros momentos de servicio.

Gén 2:3 Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación.

Que Dios haya bendecido el séptimo día significa que lo apartó para un uso santo. Este acto se toma de los Diez Mandamientos (Exo_20:1-17) donde Dios ordena la observancia del día de reposo.

Gén 2:4 Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra. Cuando Dios el Señor] hizo el cielo y la tierra,

Gén 2:5 aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara.

Gén 2:6 Sin embargo, de la tierra salía agua que regaba todo el terreno.

Gén 2:7 Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.

«Del polvo de la tierra» implica que no hay nada especial en los elementos químicos que constituyen nuestros cuerpos. El cuerpo es una cáscara inanimada hasta que Dios le da vida con su «aliento de vida». Cuando Dios retira su aliento de vida, nuestros cuerpos regresan una vez más al polvo. Por lo tanto, la vida y el valor del hombre provienen del Espíritu de Dios. Muchos se jactan de sus logros y habilidades, como si ellos fueran los que originan sus propias fuerzas. Otros se sienten inútiles porque sus habilidades no se destacan. A decir verdad, nuestro valor proviene, no de nuestros logros, sino del Dios del universo que elige darnos el regalo misterioso y milagroso de la vida. El valora su vida, haga usted lo mismo.

Gén 2:8 Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado.

Gén 2:9 Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

¿Acaso el árbol de vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal eran árboles reales? A menudo se expresan dos puntos de vista diferentes:

(1) Los árboles eran reales, pero simbólicos. La vida eterna con Dios estaba simbolizada al comer del árbol de la vida.

(2) Los árboles eran reales, poseían propiedades especiales. Al comer el fruto del árbol de la vida; Adán y Eva podían tener vida eterna, disfrutando de una relación permanente como hijos de Dios.

En cualquiera de los casos, el pecado de Adán y Eva los separó del árbol de la vida y así les impidió obtener vida eterna. De un modo interesante, el árbol de la vida aparece una vez más en Apocalipsis 22 donde la gente está disfrutando de vida eterna con Dios.

El nombre del «árbol de la ciencia del bien y del mal» implica que el mal ya existía, si no en el huerto, entonces en el momento de la caída de Satanás.

Gén 2:10 En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro.

Gén 2:11 El primero se llamaba Pisón, que es el que da vuelta por toda la región de Havilá, donde hay oro.

Gén 2:12 El oro de esa región es fino, y también hay resina fina y piedra de ónice.

Gén 2:13 El segundo río se llamaba Guihón, y es el que da vuelta por toda la región de Cus.

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