Isaías 25:1 Oh Señor, tú eres mi Dios; te ensalzaré, daré alabanzas a tu nombre, porque has hecho maravillas, designios concebidos desde tiempos antiguos con toda fidelidad.
Un capítulo de alabanzas que serán entonadas por los justos a través de la historia. La primera persona ( exaltaré , alabaré ) no representa a Isaías, sino a todos los redimidos por Dios, especialmente por aquellos que ocupan la escena apocalíptica.
Isaías exaltó y alabó a Dios porque se dio cuenta de que El cumple sus planes según lo ha prometido. También Dios cumple las promesas que le hace a usted. Piense en las oraciones que ha contestado y alábelo por su bondad y fidelidad.
Isaías 25:2 Porque has convertido la ciudad en un montón de escombros, la ciudad fortificada, en una ruina; el palacio de extranjeros ya no es ciudad, nunca será reedificado.
Ciudad : Simboliza la vida urbana. No debe ser identificada con ninguna ciudad particular, antigua o futura.
Isaías 25:3 Por eso te glorificará un pueblo fuerte, ciudades de crueles naciones te reverenciarán.
En el juicio final todo el mundo honrará a Dios y reverenciará sus obras.
Isaías 25:4 Porque tú has sido baluarte para el desvalido, baluarte para el necesitado en su angustia, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; pues el aliento de los crueles es como turbión contra el muro.
Los pobres sufrieron porque personas violentas los oprimieron. Sin embargo, a Dios le preocupan los pobres y es un refugio para ellos. Cuando estamos en desventaja o nos oprimen, podemos volvernos a Dios para recibir consuelo y ayuda. Jesús establece en Lucas 6:20 que el Reino de Dios pertenece a los pobres.
Isaías 25:5 Como calor durante la sequía, tú aquietas el estruendo de los extranjeros; como el calor a la sombra de una nube, es acallado el cántico de los tiranos.
Isaías 25:6 Y el Señor de los ejércitos preparará en este monte para todos los pueblos un banquete de manjares suculentos, un banquete de vino añejo, pedazos escogidos con tuétano, y vino añejo refinado.
En este monte : Alude al monte Sion y es parte del simbolismo que presenta a Dios honrado en una celebración internacional que él ha convocado. Algunos ven aquí una referencia a las bodas del Cordero. Destruirá a la muerte : Frase utilizada por el apóstol Pablo al describir los efectos de la resurrección (1Co_15:54). Como resultado de esta victoria final sobre la muerte, el Señor enjugará . . . toda lágrima.
Aquí tenemos una profecía maravillosa de que «todos los pueblos» (gentiles y judíos) se unirán al banquete de Dios para celebrar la erradicación del mal y el gozo de la eternidad con El. Indica que Dios quiere que su mensaje de salvación llegue a todo el mundo, no sólo a los judíos. Durante la fiesta, Dios destruirá a la muerte para siempre. La gente que participará en este gran banquete será la que ha vivido por fe. Por eso dicen: «Este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará». Véase también el capítulo 55 para otra descripción de este gran banquete.
Isaías 25:7 Y destruirá en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos, el velo que está extendido sobre todas las naciones.
Isaías 25:8 El destruirá la muerte para siempre; el Señor DIOS enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el Señor ha hablado.
Cuando Dios habla, cumple lo que dice. Consuela saber que los planes y las actividades de Dios están íntimamente relacionados a su Palabra. Cuando oramos de acuerdo a la voluntad de Dios (como se expresa en la Biblia) y reclamamos sus promesas (como declara la Biblia), El nos escucha y responde nuestras peticiones. La primera parte de este versículo se cita en el Nuevo Testamento para describir la victoria de Cristo sobre la muerte. La suprema victoria de Dios se verá cuando se derrote a la muerte, nuestro peor enemigo. La segunda parte de este versículo se cita en Revelaciones 21:4, la cual describe la escena gloriosa de la presencia de Dios en su pueblo.
Isaías 25:9 Y en aquel día se dirá: He aquí, éste es nuestro Dios a quien hemos esperado para que nos salvara; éste es el Señor a quien hemos esperado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación.
Este pasaje contiene tres ideas tenuemente asociadas. El versículo 9 da gracias por la salvación de Dios. Moab , representante de todos los pueblos incrédulos, no experimentará la salvación; y toda actividad militar cesará al consumarse la salvación de Dios.
Isaías 25:10 Porque la mano del Señor reposará en este monte, y Moab será hollado en su sitio como es hollada la paja en el agua del muladar.
Moab era un símbolo de todos los que se oponían a Dios y eran rebeldes hasta el final. Moab fue el enemigo de Israel por años.
Isaías 25:11 Y en medio de él, Moab extenderá sus manos como el nadador extiende sus manos para nadar, pero el Señor abatirá su arrogancia y la destreza de sus manos.
Isaías 25:12 Y derribará las fortalezas inexpugnables de tus murallas, las humillará y las echará por tierra, hasta el polvo.
Alabanza por la victoria divina
Tras la victoria de Jehová de los Ejércitos con que culmina el juicio universal que fue presentado en el capítulo 24, viene una serie de salmos de alabanza. En el capítulo 25 hay dos de ellos: El primero abarca los versículos 1-8, y el segundo los versículos 9-12.
El primer salmo empieza alabando a Jehová por sus maravillas. Es introducido por una confesión que hace el profeta salmista en primera persona: ¡Oh Jehová, tú eres mi Dios! Te exaltaré; alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas. Las maravillas a que se refiere son todos sus actos justicieros descritos en el capítulo anterior, como la destrucción de la ciudad del caos, por más fortificada que estaba: Tú has convertido la ciudad en un montón de escombros; la ciudad fortificada, en ruinas. Como indicamos en el capítulo anterior, la ciudad no está especificada. Se trata de cualquier ciudad imperial que se constituye en la ciudadela de los arrogantes, y que usurpa la gloria que le pertenece a Dios. Este salmo termina con palabras de esperanza y expectativa por la victoria final: Esta será la victoria sobre la muerte. En el versículo 8 termina este salmo, diciendo: Destruirá la muerte para siempre, y el Señor Jehová enjugará toda lágrima de todos los rostros… tras descubrir el velo de duelo y dolor que oculta el rostro doliente de todas las naciones. La victoria se celebra con un banquete escatológico en el cual participan todos los pueblos del orbe. De la manera que es típica de Isaías, este banquete no es celestial, sino que tiene lugar en este monte. Este es el monte Sion que se introduce en 24:23.
El segundo salmo comienza con las palabras … en aquel día, como los otros salmos que suceden a esta sección de alabanzas por la victoria divina. El salmo trata de la humillación definitiva de un pueblo que es tomado como prototipo de soberbia, arrogancia e insolencia contra Dios y contra su pueblo. Moab es aquí un nombre simbólico que ilustra la antítesis del pueblo de Dios, al cual en el versículo 9 se lo presenta cantando un himno: ¡He aquí, éste es nuestro Dios!… En él hemos esperado. ¡Gocémonos y alegrémonos en su salvación!
Moab es contrastado con este monte. Mientras que la mano de Jehová reposará sobre el monte Sion, es decir será asentada con delicadeza a manera de un gesto de bendición y consagración, Moab será pisoteado como es pisoteado un montón de paja en el agua del muladar. La escena muestra cómo se arroja y se hunde la paja o el rastrojo en el estiércol humedecido, para que se descomponga y se pudra. Por más mojado que esté el muladar, debido a la lluvia, ése no es un lugar para nadar. Pero la soberbia Moab intenta eso para escapar del humillante juicio de Dios. Usa de gran fuerza y habilidad para mantenerse en la superficie y salir de allí. Pero Jehová logrará humillar para siempre su soberbia.
Verdades prácticas Una roca siempre es lugar de refugio, de salvación. Cuando ocurren catástrofes, como las inundaciones, la gente busca siempre las partes altas como medida de seguridad. Isaías alaba la grandeza de Jehová comparándola con la «Roca de la Eternidad». El salmista tiene también esa apreciación: Jehová es mi Roca. Moisés en su famoso cántico dice: El es la Roca, cuya obra es perfecta… En Deuteronomio 32:4 y 1 de Samuel 2:2 se encuentran también este pensamiento: … no hay Roca como nuestro Dios.