Job 24:1 ¿Por qué no se reserva los tiempos el Todopoderoso, y por qué no ven sus días los que le conocen?
Continuando su soliloquio, Job se queja contra las violencias que Dios permite que ocurran en el mundo, tales como la opresión del inocente y la persecución de los indefensos por los malvados. Llama la atención sobre los criminales y adúlteros que actúan en la sombra y parecen escapar a la justicia expedita; de hecho, parece como si Dios les ofreciera protección. Es como si sus sufrimientos le hubiesen hecho más sensible ante las penas humanas. En realidad, Job discurre sobre la antigua cuestión: ¿Cómo puede un Dios justo permitir que el incrédulo prospere? Y, ¿por qué tarda tanto su castigo?
“¿Por qué Dios no observa horarios para juicio?” Job nota que no es la única persona con problemas sobre la tierra. Observando a su alrededor a la gente en general, tanto inocente como culpable, se pregunta por qué Dios no aparta días regulares para sesiones judiciales, cuando las injusticias en la manera como es gobernado el mundo pudieran aclararse.
Primero, ¿por qué se permite que la injusticia del sufrimiento de los pobres inocentes continúe tanto tiempo? A los pobres les son quitados los linderos y sus rebaños les son robados; se les insulta , tienen que buscar su alimento en los rincones del campo, duermen sin suficientes frazadas, trabajan por menos de lo necesario para vivir. Es un retrato conmovedor; pero aparentemente no conmueve a Dios porque no presta ninguna atención al clamor de los pobres.
Segundo, ¿por qué se permite que la injusticia del pecador exitoso continúe? A los homicidas y adúlteros que aman las tinieblas en lugar de la luz se les permite vivir, aunque sus amigos son únicamente los terrores de la densa oscuridad y por derecho deberían estar con ellos en el mundo de los muertos. Con estas preguntas, Job no está pensando sencillamente en sí mismo sino en cómo el mundo en general es gobernado por Dios.
Job 24:2 Algunos quitan los linderos, roban y devoran los rebaños.
Job 24:3 Se llevan los asnos de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda.
Job 24:4 Apartan del camino a los necesitados, hacen que se escondan enteramente los pobres de la tierra.
Job 24:5 He aquí, como asnos monteses en el desierto, salen con afán en busca de alimento y de pan para sus hijos en el yermo.
Job 24:6 Cosechan su forraje en el campo, y vendimian la viña del impío.
Job 24:7 Pasan la noche desnudos, sin ropa, y no tienen cobertura contra el frío.
Job 24:8 Mojados están con los aguaceros de los montes, y se abrazan a la peña por falta de abrigo.
Job 24:9 Otros arrancan al huérfano del pecho, y contra el pobre exigen prenda.
Job 24:10 Hacen que el pobre ande desnudo, sin ropa, y al hambriento quitan las gavillas.
Job 24:11 Entre sus paredes producen aceite; pisan los lagares, pero pasan sed.
Job 24:12 Desde la ciudad gimen los hombres, y claman las almas de los heridos, pero Dios no hace caso a su oración.
Job 24:13 Otros han estado con los que se rebelan contra la luz; no quieren conocer sus caminos, ni morar en sus sendas.
Job 24:14 Al amanecer se levanta el asesino; mata al pobre y al necesitado, y de noche es como un ladrón.
Job 24:15 El ojo del adúltero espera el anochecer, diciendo: «Ningún ojo me verá», y disfraza su rostro.
Job 24:16 En la oscuridad minan las casas, y de día se encierran; no conocen la luz.
Job 24:17 Porque para él la mañana es como densa oscuridad, pues está acostumbrado a los terrores de la densa oscuridad.
Job 24:18 Sobre la superficie de las aguas son insignificantes; maldita es su porción sobre la tierra, nadie se vuelve hacia las viñas.
Repentinamente, Job parecía estar discutiendo del lado de sus amigos. Por tal motivo, algunos comentaristas piensan que fue uno de los amigos de Job que dijo esas palabras. Pero no debemos esperar que Job presentara un argumento lógico. Se sentía confundido. No estaba discutiendo que, en cada caso, Dios recompensara al malvado y castigara al recto. Simplemente estaba aseverando que, en esta situación, un hombre recto estaba sufriendo.
Parte de esta sección es tan distinta al argumento de Job que hemos de pensar que en realidad deben ser sus amigos los que hablan aquí. Son los amigos los que dicen que los culpables no son más que espuma veloz sobre la superficie de las aguas, que el mundo de los muertos pronto los arrebata, que pronto son olvidados (20), que por más importantes que parezcan, serán pronto cortados como las espigas. Quizá estos versículos hayan sido el final que le falta al discurso de Bildad, o quizá Job aquí está citando a sus amigos.
Job 24:19 La sequía y el calor consumen las aguas de la nieve, y el Seol a los que han pecado.
Job 24:20 La madre lo olvidará; el gusano lo saboreará hasta que nadie se acuerde de él, y la iniquidad será quebrantada como un árbol.
Job 24:21 Maltrata a la mujer estéril, y no hace ningún bien a la viuda.
Job 24:22 Pero El arrastra a los poderosos con su poder; cuando se levanta, nadie está seguro de la vida.
Job 24:23 Les provee seguridad y son sostenidos, y los ojos de El están en sus caminos.
Job 24:24 Son exaltados por poco tiempo, después desaparecen; además son humillados y como todo, recogidos; como las cabezas de las espigas son cortados.
Job 24:25 Y si no, ¿quién podrá desmentirme, y reducir a nada mi discurso?
A veces, cuan gradual es la corrupción, que silenciosa la partida de una persona mala, cuánta su honra, y ¡cuánta la prontitud con que se olvidan todas sus crueldades y opresiones! Son arrancados como los otros hombres, como el segador corta y junta las espigas de trigo a medida que le vienen a la mano. Con frecuencia habrá mucho que haga parecer que Job toma un enfoque errado de la Providencia en este capítulo, pero la palabra inspirada nos enseña que tales conceptos se forman por ignorancia a partir de opiniones parciales. La providencia de Dios en los asuntos de los hombres es en todo una providencia justa y sabia. Apliquemos esto cada vez que el Señor nos pruebe. Él no puede equivocarse. Las penas sin igual del Hijo de Dios, cuando estuvo en la tierra, dejan perpleja a la mente, a menos que se enfoquen desde este punto de vista. Pero cuando le contemplamos como garante del pecador, llevando la maldición, podemos explicar por qué Él tuvo que soportar la ira debida por el pecado, para que la justicia divina sea satisfecha y su pueblo sea salvo.