Lev 10:1 Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.
Nadab y Abiú están junto a un selecto grupo de representantes del pueblo cercanos a Moisés y capaces de contemplar la gloria de Dios. Debe haber existido un conflicto en el seno del sacerdocio entre un grupo dirigido por Nadab y Abiú, y otro que se mantuvo fiel al rito sagrado, dirigido por Misael y Elzafán. La naturaleza de su equivocación, o sea, del ofrecimiento de fuego extraño (en hebreo esh zarah que significa literalmente fuego «extraño» o «extranjero»), parece una referencia al culto idólatra. Aparentemente, habían tomado fuego para su incienso de un lugar distinto al altar del fuego, que era el único que legítimamente se podía usar con ese fin.
¿Cuál fue el fuego extraño que Nadab y Abiú ofrecieron ante el Señor? El fuego en el altar del holocausto nunca debía apagarse implicando que era santo. Es posible que Nadab y Abiú hayan llevado al altar brasas provenientes de otro lugar, haciendo con esto que el sacrificio fuera impuro. También se ha sugerido que los dos sacerdotes ofrecieron una ofrenda en un momento no prescrito. Cualquiera sea la explicación correcta, el punto es que Nadab y Abiú abusaron de su oficio como sacerdotes en un hecho flagrante de falta de respeto a Dios, quien acababa de repasar con ellos precisamente cómo debían dirigir la adoración. Como líderes, tenían la responsabilidad especial de obedecer a Dios ya que estaban en un puesto en el que fácilmente podían extraviar a mucha gente. Si Dios le ha encomendado a usted a guiar o enseñar a otros, asegúrese de permanecer cerca de El y de seguir su consejo.
Según la antigua interpretación judía, ellos se presentaron embriagados ante Jehová , quien les advirtió de la gravedad de sus acciones. La santidad del culto se veía amenazada cuando los sacerdotes ofrecían otro fuego del que había sido ordenado por Dios. La misma manifestación de fuego que antes había servido como señal de aprobación era ahora enviada por Dios como castigo.
Lev 10:2 Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.
Los hijos de Aarón fueron descuidados al no seguir las leyes para los sacrificios. Como respuesta, Dios los destruyó con una ráfaga de fuego. Llevar a cabo los sacrificios era un acto de obediencia. Hacerlo correctamente era respetar a Dios. Es fácil que nos descuidemos en obedecer a Dios, y vivir según nuestra manera en lugar de la suya. Pero si una forma fuera tan buena como otra, Dios no nos habría ordenado que viviéramos según su manera. El siempre tiene buenas razones para darnos órdenes, y nosotros siempre nos ponemos en situación peligrosa cuando en forma consciente o descuidada lo desobedecemos.
Lev 10:3 Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.
Lev 10:4 Y llamó Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel tío de Aarón, y les dijo: Acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario, fuera del campamento.
Lev 10:5 Y ellos se acercaron y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento, como dijo Moisés.
Lev 10:6 Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar e Itamar sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos en señal de duelo, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que Jehová ha hecho.
No descubráis . . . vestidos : Son prohibiciones de guardar luto por sus muertos. En lugar de ello, debían permanecer totalmente dedicados a la tarea que Dios les había encomendado
Lev 10:7 Ni saldréis de la puerta del tabernáculo de reunión, porque moriréis; por cuanto el aceite de la unción de Jehová está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Moisés.
Lev 10:8 Y Jehová habló a Aarón, diciendo:
Lev 10:9 Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones,
A los sacerdotes se les mandaba no beber vino ni sidra mientras ministraban en el tabernáculo, porque anulaba su capacidad de tomar decisiones sabias.