¿Baal o Dios?
El capítulo 13 consta de cuatro discursos divinos que proclaman el fin de Israel y su relación especial con Dios. Los versículos1 al 3 dan un oráculo de juicio que muestra la opción del baalismo y su consecuencia. En los versículos4 al 8 se encuentra otro oráculo que muestra el rechazo del Señor del pacto, y su consecuencia. Los dos unen el pasado y el presente para explicar el futuro. Después de un discurso de disputa en los versículos9 al 11, Oseas presenta el último oráculo de juicio del libro en los versículos 12 al 16.
En el pasado la tribu de Efraín mantuvo el lugar de honor en Israel. Sin embargo, en el año 733 a. de J.C. perdió su territorio e influencia a manos de los asirios. Dios explica que la pérdida es por la adoración de Baal que increíblemente aún sigue en Israel. El culto en Betel utiliza la imagen del becerro e individuos utilizan ídolos más pequeños en sus hogares en el culto de fertilidad. Besar la imagen es una parte del culto de Baal. La sentencia responde a la acusación. Porque Efraín buscó vida en Baal y su control de la naturaleza, será como las cosas de la naturaleza que en realidad no son nada: niebla, rocío, tamo y humo.
El segundo oráculo de juicio emplea términos totalmente opuestos a los del baalismo. Dios se presenta como el Dios de la historia que no se limita a ciclos mitológicos. Dios comienza el oráculo con una declaración de su propia bondad que hace la carga contra Israel aun más horrible. Ha liberado a Israel de esclavitud para tener una relación especial: “conocer” (yada’) en el versículo 5 equivale a “casarse”. Dios dio a su “esposa” todo, pero Israel es culpable de olvidarse del Señor. La sentencia ahora es más feroz. Dios personalmente matará a Israel como leopardo, león, osa, o un animal del campo.
Los versículos 9 al 11 dan un discurso de disputa que responde a las objeciones de algunos a este mensaje tan duro del profeta. Ellos aún creen que la nación no será destruida; creen todavía que un nuevo rey y un nuevo pacto pueden arreglarlo todo. Sin embargo, no es el profeta el que responde, sino Dios quien disputa con su pueblo. Desde el principio la monarquía de Israel desafió el señorío del Señor. Ahora, Dios anuncia que todos los reyes, desde Saúl hasta Oseas, han sido una expresión de su furor, y en su ira los han quitado, desde Saúl hasta Oseas. Esta disputa ocurre durante los últimos tres años de Samaria después de la cautividad del rey Oseas; y contesta a los que piensan en poder establecer a un nuevo rey y que no hay nada que ellos puedan hacer que frustre el plan de Dios para castigar a Israel.
Luego, Dios presenta su último oráculo de juicio a su pueblo en los versículos 12 al 16. Este oráculo es también muy duro; utiliza el lenguaje militar realista de su día en la sentencia del versículo 16. La acusación del versículo 13 y la sentencia del versículo 15, por el contrario, emplea metáforas de fertilidad. Dios declara que a pesar de todo lo que ha pasado, Israel sigue pecando y no piensa arrepentirse; no habrá un nuevo nacimiento porque Israel es torpe. El padre esperó al hijo por mucho tiempo a pesar de los dolores. Sin embargo, ya se acabó el tiempo. Ahora no hay más compasión, sino que Dios invoca a la muerte y al Seol para que vengan a hacer lo peor a Israel. No nacerá ni producirá. Perderá todo lo que le es tesoro.
Con el versículo 16 Oseas deja las metáforas y habla en términos claros y realistas. Israel definitivamente se rebeló contra su Dios. Por eso Dios usará a Salmanasar V como un instrumento de juicio. La ironía es que también Salmanasar y los asirios vienen para castigar a Israel por su rebelión política. Nada puede detener la destrucción de Samaria. En esta destrucción los más débiles sufrirán con los guerreros. Todos caerán a espada; sus niños serán estrellados, y sus mujeres encintas serán reventadas. Esta gente buscó la vida mediante los cultos de fertilidad y el baalismo; lo que encontró fue solamente la muerte. El cap. 13 termina como se inició, proclamando la muerte de Efraín porque ha dejado al Dios de Israel para seguir a Baal.