Salmo 127:1 Cántico de ascenso gradual; de Salomón. Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.
De los 1.005 cánticos compuestos por Salomón, sólo este y el Salmo 72 se le atribuyen a él en el libro de los Salmos. Las familias edifican casas y hay centinelas que guardan una ciudad, pero estas dos actividades son fútiles a menos que Dios esté con ellas. Una familia sin Dios nunca experimentará el lazo espiritual que El crea en las relaciones. Una ciudad sin Dios se devastará por la maldad y la corrupción que haya adentro. No cometa el error de dejar a Dios fuera de su vida, si lo hace, habrá vivido en vano. Haga que Dios sea su máxima prioridad y permita que El sea el que lo edifique.
Salmo 127:2 Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El da a su amado aun mientras duerme.
Dolores (ansiedad): Este versículo dice de forma resumida lo que Jesús enseñó en Mateo 6:25-34 sobre los afanes humanos. Dios no está en contra de los esfuerzos humanos. El arduo trabajo honra a Dios. Pero trabajar sin descanso u olvidar a la familia puede ser un disfraz para la incapacidad de confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades. Todos necesitamos un descanso adecuado y momentos para refrescarnos espiritualmente. Por otro lado, este versículo no es una disculpa para ser flojos. Tenga cuidado en mantener el balance: trabaje arduamente mientras confía en Dios y también descanse confiando en El.
Salmo 127:3 He aquí, don del SEÑOR son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre.
Esta sección sobre los hijos debe ser tomada tanto en sentido espiritual como biológico a la luz de la revelación del NT. El cuidado y el amor por los niños honra a Dios, ORDEN FAMILIAR. El pacto de Dios con Adán y Eva contenía dos provisiones independientes: descendientes y dominio. Dos personas solas no podían dominar la tierra. Esto requería descendientes.
Para los creyentes el tener niños es una respuesta a un mandamiento: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla…». En este salmo los niños son llamados «herencia de Jehová». Ello significa que los niños pertenecen a Dios; son «nuestros» sólo en un plano secundario. Dios da progenie a las parejas como una persona confía una fortuna a sus herederos. Jesús desea que no despreciemos a ninguno de esos «pequeños» y habla de su fe en Dios como un ejemplo para los adultos.
Cuando una pareja contrae matrimonio, se compromete a amar, servir y sacrificarse por la próxima generación. El cuidar y amar a los niños es una de las principales formas de honrar a Dios y compartir la tarea de edificar su reino.
Muy a menudo se ve a los hijos como responsabilidades y estorbos y no como bienes. Pero la Biblia llama a los hijos «herencia de Jehová», una recompensa. También podemos aprender lecciones valiosas de sus mentes inquisitivas y de su sana ingenuidad. Quienes tienen a los hijos como simples distracciones o estorbos, deben verlos como una oportunidad de moldear el futuro. No debemos atrevernos a tratarlos como una molestia cuando Dios los valora tanto.
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