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Salmo 22: Un grito de angustia y un canto de alabanza

Salmo 22:1 Un grito de angustia y un canto de alabanza[a] Al músico principal; sobre Ajelet-sahar.[b] Salmo de DavidDios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?[c] ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?

Dios mío , Dios mío : Cuando estaba en la cruz, el Cristo lacerado gritó estas palabras. El infierno es el castigo que nos condena a una total separación de Dios a causa del pecado; la situación del que se siente completamente desamparado . Jesús vivió esta experiencia a causa de nuestros pecados y en nuestro lugar, para que fuésemos librados de ello.

Detalles de la muerte del Mesías, la venida del Mesías. En este salmo hay varias profecías que se cumplieron en la muerte de Jesús. Echemos un vistazo a cuatro de ellas. Primero, se predice las burlas del populacho. Las mismas expresiones se escucharon de labios de los principales sacerdotes ante la cruz. Segundo, el versículo 16 específicamente predice que sus manos y sus pies serían traspasados. Esto se cumplió en la muerte de Jesús. Además, el echar suertes por la vestimenta de Jesús fue profetizado en el versículo 18. Pero quizá la declaración más significativa en todo el salmo está en el versículo 1, el cual Jesús citó desde la cruz. La palabra «desamparado» describe la soledad del amado Hijo, que lleva el pecado del mundo. Jesús carga con la sentencia de la humanidad, no sólo la de muerte, sino también con la sentencia de la separación de Dios. En ese momento Jesús experimentó el momento más oscuro de su vida y lo sobrellevó por nosotros.

David hizo una descripción sorprendentemente acertada del sufrimiento que el Mesías soportaría cientos de años más tarde. Es obvio que David estaba pasando por una gran prueba, pero en medio de su sufrimiento, al igual que el Mesías venidero, obtuvo la victoria. Jesús, el Mesías, citó este versículo cuando estaba colgado de la cruz llevando la carga de nuestros pecados. No era una queja, sino una apelación urgente a Dios.

Este salmo es frecuentemente citado en los Evangelios del NT en relación con la crucifixión de Jesús. Constituye un paralelo del tema del siervo sufriente de Isaías 53.

Salmo 22:2 Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche no hay para mí descanso.

Salmo 22:3 Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

Como Dios habita entre las alabanzas , rendirle tributo de adoración es la vía para disfrutar plenamente de su presencia. El concepto aquí es que la alabanza realza la gloria de Dios y permite a quienes la tributan escuchar la respuesta de su soberano celestial. A través del Espíritu Santo esta respuesta de lo alto puede adoptar formas diversas, tales como profecía, sanidades, milagros, consolación, un llamado al silencio o al temor reverentes, la convicción de pecado y la salvación de los pecadores. Este versículo debe servir de orientación y modelo en los momentos de la adoración colectiva e individual.

El establecimiento del trono de Dios, La Adoración y el Reino. Los Salmos fueron el himnario de alabanzas de la iglesia primitiva, y como tal están llenos de principios completamente aplicables para la vida neotestamentaria de hoy. Muy pocos principios son más esenciales para nosotros que éste: la presencia del poder del Reino de Dios se relaciona directamente con la práctica de la alabanza a Dios. El verbo «habitar» indica que siempre que el pueblo de Dios exalte su nombre, el Señor estará dispuesto a manifestar el poder de su reino, de la manera más apropiada, según la situación. Este hecho lleva a muchos a concluir que, de una manera muy real, la alabanza crea un espacio para la presencia, y prepara un lugar específico, para que Dios more en medio de su pueblo. Algunos han elegido la frase «establecer su trono» para describir este «habitar» de Dios en nuestro medio, gracias a nuestra adoración y bienvenida acompañada de alabanzas. Dios aguarda por nuestra adoración, llena de un espíritu de alabanza, para apresurar la «llegada» de su reino y la realización de su voluntad entre los seres humanos. Nosotros no manipulamos a Dios sino que nos alineamos con la gran verdad del reino: suyo es el poder, y nuestro el privilegio (y responsabilidad) de darle la bienvenida en nuestro medio, ya sea en la esfera privada, social, nacional o internacional..

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