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1 de Reyes 2: Mandato de David a Salomón

1 de Reyes 2:1 Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo:

1 de Reyes 2:2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre.

Sigo el camino de todos en la tierra : David sabía que moriría pronto.

1 de Reyes 2:3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;

El éxito económico siempre depende de la obediencia a la Palabra de Dios.

David le enfatizó a Salomón la necesidad de hacer que Dios y sus leyes fueran el centro de su vida personal y gobierno para poder preservar el reino, como Dios había prometido hacerlo (2 Samuel 7). Esta promesa de Dios constaba de dos partes: una parte era condicional y dependía de las acciones del rey actual. La otra parte era incondicional.

La promesa condicional de Dios era que David y sus descendientes permanecerían como reyes solamente si lo honraban y lo obedecían. Cuando los descendientes de David no hicieron esto, perdieron el trono. La promesa incondicional de Dios era que la línea ancestral de David continuaría para siempre. Esto se cumplió con el nacimiento de Jesucristo, un descendiente de David que además fue el Hijo eterno de Dios. David, cuya vida fue un ejemplo de obediencia, dio un buen consejo a su hijo, el siguiente rey. Dependía de Salomón seguirlo.

1 de Reyes 2:4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.

1 de Reyes 2:5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner(A) hijo de Ner y a Amasa(B) hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.

Joab resume a aquellos que son crueles para alcanzar sus metas. Su fuerza era su único código y el ganar la batalla su única ley. Quería obtener poder de sí mismo y protegerlo. En contraste Barzilai se levanta por aquellos que son leales a Dios y viven por medio de sus normas. Cuando se le ofreció la gloria, por ejemplo, desinteresadamente pidió que se le fuera otorgada a su hijo. ¿Acaso utiliza su puesto de liderazgo para servirse para servir a Dios?

David le dio a Salomón un consejo muy severo respecto de sus enemigos. Este consejo estaba designado a ayudar al joven rey a asegurar su trono, y solo estaba dirigido hacia enemigos flagrantes, hacia aquellos que se oponían a Dios oponiéndose al rey designado por El. Legalmente, David le estaba pidiendo a Salomón que otorgara a sus enemigos el castigo que se merecían. Estaba en contra tanto de la ley civil como de la ley de Dios que Simei maldijera al rey (Exodo 22:28).

1 de Reyes 2:6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.

1 de Reyes 2:7 Mas a los hijos de Barzilai(C) galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.

1 de Reyes 2:8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim.(D) Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada.(E)

1 de Reyes 2:9 Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al Seol.

Muerte de David

1 de Reyes 2:10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.

David murió aproximadamente a la edad de setenta años.

1 de Reyes 2:11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.(F)

1 de Reyes 2:12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre,(G) y su reino fue firme en gran manera.

Salomón afirma su reino

1 de Reyes 2:13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? El respondió: Sí, de paz.

La petición de Adonías de casarse con Abisag la sunamita parece algo inocente, ya que se trataba de una virgen. Sin embargo, Abisag formaba parte del harén de David, que era considerado propiedad real y debía ser traspasado a su sucesor. Adonías no había renunciado a la esperanza de convertirse en rey, y esta era una maniobra más para apoderarse del trono. Salomón descubrió sus implicaciones y ordenó ejecutar a Adonías.

1 de Reyes 2:14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.

1 de Reyes 2:15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.

Las palabras de Adonías, «el reino era mío», no significan que había ascendido al trono, porque nunca fue oficialmente ungido para ello. Logró aliarse a Joab y Abiatar y lo hubiera conquistado de pasar inadvertido. «El reino era mío» significa que Adonías sentía que el reino estaba a su alcance. Pero ello no era así debido a que Dios había escogido a Salomón. Adonías lo reconoce cuando confiesa que el reino fue traspasado y vino a ser de mi hermano , porque por Jehová era suyo . Ninguna persona puede cambiar lo que ha determinado Dios.

Este no fue un caso de amor frustrado, aun cuando Adonías probablemente esperaba que Betsabé pensara eso. Adonías quería a Abisag porque ella había sido la última concubina de David. El dormir con la concubina del rey era equivalente a reclamar el trono. Absalón hizo lo mismo cuando se rebeló en contra de David. Salomón entendió muy bien lo que Adonías estaba tratando de hacer.

1 de Reyes 2:16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.

1 de Reyes 2:17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por mujer.

1 de Reyes 2:18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.

1 de Reyes 2:19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a su diestra.

1 de Reyes 2:20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.

1 de Reyes 2:21 Y ella dijo: Dése Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.

1 de Reyes 2:22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino; porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.

1 de Reyes 2:23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.

1 de Reyes 2:24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy.

1 de Reyes 2:25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.

1 de Reyes 2:26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre,(H) y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.(I)

Cuando era joven, Abiatar fue el único que escapó cuando el rey Saúl masacró a todos los sacerdotes en la ciudad de Nob. Entonces, Abiatar llegó a ser el sumo sacerdote bajo el gobierno de David y permaneció leal a él a lo largo de su reinado. Cuando apoyó el erróneo reclamo de Adonías al trono después de la muerte de David, Salomón lo forzó a dejar el sacerdocio, cumpliendo así la profecía de 1 de Samuel 2:27-36 de que los descendientes de Elí no continuarían sirviendo como sacerdotes.

1 de Reyes 2:27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.(J)

La acción de Salomón representó el cumplimiento de la palabra profética de que el linaje sacerdotal de Elí , del cual Abiatar era miembro, cesaría.

1 de Reyes 2:28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.

1 de Reyes 2:29 Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.

1 de Reyes 2:30 Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.

1 de Reyes 2:31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.

Joab había pasado su vida tratando de defender su puesto como general del ejército de David. En dos ocasiones David trató de reemplazarlo, y en ambas ocasiones Joab mató a traición a sus rivales antes de que asumieran el mando. Debido a que Joab estaba a su servicio, David era el responsable de estas muertes sin sentido. Pero por razones políticas y militares, David decidió no castigar públicamente a Joab. En vez de eso, maldijo personalmente a Joab y a su familia. Salomón, al castigar a Joab, estaba declarando públicamente que David no fue parte de los crímenes de Joab, y así retiraba la culpa de David y la colocaba en Joab, a quien pertenecía.

1 de Reyes 2:32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

1 de Reyes 2:33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová.

1 de Reyes 2:34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.

1 de Reyes 2:35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.

Benaía y Sadoc son instalados aquí oficialmente en los cargos que ellos extraoficialmente ocupaban durante la corregencia. De aquí en adelante, los descendientes de Sadoc fueron considerados como el linaje sacerdotal.

Abiatar el sumo sacerdote y Joab el comandante del ejército fueron hombres clave para el reinado de David. Pero cuando conspiraron en contra de Salomón, fueron reemplazados por Sadoc y Benaía. Sadoc, descendiente de Aarón, había sido un sacerdote prominente durante el reinado de David y también fue leal a Salomón después de la muerte de David. Se le puso a cargo del arca del pacto. Sus descendientes estuvieron a cargo del templo hasta su destrucción. En un momento, Benaía fue uno de los hombres poderosos de David y capitán de la guardia personal de David.

1 de Reyes 2:36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí a una parte ni a otra;

Simei : Descendiente del rey Saúl. Estaba resentido porque David le había quitado el trono a su familia. Insultó a David durante la revuelta de Absalón. Cuando David retomó el control de la situación, Simei logró salvar su vida, no obstante que lo que había hecho equivalía a una traiciónx. David lo dejó con vida a pesar de que el arrepentimiento de Simei no parecía sincero. Por ello, de acuerdo con las instrucciones de David, Salomón confinó a Simei a la ciudad de Jerusalén y fue ejecutado cuando violó esta disposición.

1 de Reyes 2:37 porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.

1 de Reyes 2:38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.

1 de Reyes 2:39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.

1 de Reyes 2:40 Entonces Simei se levantó y ensilló su asno y fue a Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat.

1 de Reyes 2:41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.

1 de Reyes 2:42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté diciendo: El día que salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.

1 de Reyes 2:43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?

1 de Reyes 2:44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.

1 de Reyes 2:45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.

1 de Reyes 2:46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y lo hirió, y murió.

Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.

Salomón ordenó las ejecuciones de Adonías, Joab y Simei, forzó a Abiatar a renunciar al sacerdocio, y luego designó hombres nuevos para que tomaran sus lugares. Llevó a cabo estas cosas rápidamente y aseguró su dominio sobre el reino. Al ejercer la justicia y al atar los cabos sueltos que podrían afectar la estabilidad futura de su reino, Salomón estaba promoviendo la paz y no el derramamiento de sangre. Fue un hombre de paz en dos sentidos: no fue a la guerra, y puso fin a la rebelión interna.

¿Quiénes se unieron a la conspiración de Adonías y quiénes permanecieron leales a David?

Compare el destino de aquellos que se rebelaron y de aquellos que permanecieron leales a David, el líder designado por Dios. Adonías, el líder de la conspiración, encontró una muerte violenta (2.25). Aquellos que se rebelaron contra los líderes de Dios se rebelaron contra Dios.

SE UNIERON A ADONIAS

JOAB Brillante general militar y comandante del ejército de David. Continuamente demostró su creencia de que los asesinatos a sangre fría eran tan aceptables como una batalla justa. Salomón lo mandó a ejecutar más tarde.

ABIATAR Uno de los dos sumos sacerdotes bajo el reinado de David. Fue hijo de Ahimelec, el que ayudó a David, y este prometió protegerlo. Abiatar pagó la ayuda de David con traición. Salomón se encargó que desapareciera más tarde, cumpliendo así la profecía de que la línea de sacerdocio de Elí terminaría.

JONATAN Hijo de Abiatar. Ayudó a David a detener la rebelión de Absalón, pero apoyó esta rebelión hecha por otro de los hijos de David.

CONDUCTORES DE CARROS: Contratados por Adonías, aparentemente más leales al dinero que a su rey.

PERMANECIERON CON DAVID

SADOC El otro sumo sacerdote bajo el reinado de David. Su lealtad le confirió el privilegio de coronar a Salomón. Llegó a ser el único sumo sacerdote bajo el reinado de Salomón.

BENAIA Se distinguió a sí mismo como gran guerrero. Comandó una división del ejército de David, más de 24,000 hombres. Uno de los treinta, además también estaba a cargo de la guardia personal de David. Más tarde Salomón lo hizo comandante en jefe del ejército.

NATAN Profeta de Dios prominente durante el reinado de David. La Biblia dice que escribió una historia de David y Salomón.

SIMEI Este hombre fue probablemente el Simei que fue recompensado por Salomón y designado gobernador de distrito de la tribu de Benjamín (2Sa_4:18).

REI Sólo se menciona aquí. Posiblemente fue un oficial del ejército. El nombre significa «y sus amigos».

LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS El ejército de David estaba altamente organizado con siete divisiones de tropas diferentes. Es suficiente saber que muchos de sus líderes permanecieron leales a su rey.

Ultimas instrucciones de David al nuevo rey

Esta sección representa una inserción editorial entre 1:53 y lo que encontramos en lo sucesivo. La estructura de esta unidad es típica para informar la muerte de una persona de renombre. Tales reportajes tradicionalmente contienen lo siguiente:

(1) Una introducción que alude a la edad avanzada y a la muerte inminente,

(2) un discurso de despedida que contiene amonestaciones o profecías, y

(3) una conclusión que informa sobre la muerte y sepultura del personaje aludido. El historiador deuteronómico hace uso de este patrón de forma clara.

David pelea su última batalla: la de la muerte. Como guerrero sobrevive a sus presentimientos: “Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de…” . ¿Cuántos años pasan entre el ascenso de Salomón al trono y la muerte de David? No se sabe a ciencia cierta. Es posible que hubiera un correinado.

Las instrucciones de David tienen la fuerza de una orden. En otras palabras, dice a su hijo: “Sé un hombre sabio, prudente, justo y magnánimo; combina la justicia con la benevolencia y la misericordia. Pero, sobre todo, sé fiel y obediente a la voluntad de tu Rey. El futuro y destino de tu reinado y de tu dinastía dependerán de tu fiel cumplimiento a las promesas a David.”

¿Tendría el padre poca confianza en su hijo? Debía conocer muy bien a quien había sido criado en la comodidad, holganza y lujos de la vida de palacio, y entre mujeres. ¿Conservaría aún Salomón el gusto por ese tipo de vida? En cambio él, David, había sido formado en la rígida disciplina del campo, de las cuevas, en el fragor de la guerra.

Por otro lado, la prudencia había obligado a David a ser indulgente. Algunos de sus hombres de mayor confianza habían caído en el desfavor real. Este fue el caso con su anterior Ministro de Defensa, el general Joab. Para la seguridad del Estado, hay que tomar precauciones. Ha llegado la hora de ajustar cuentas.

Igual fue el caso de Simei. David había perdonado las injurias hechas a su persona. Pero la majestad real y el principio de autoridad habían sido agraviados. Ahora tiene que ser castigado como delito contra el Estado. Por esto aconsejó al sucesor que fuera inexorable en el ejercicio del deber. Maldecir al rey era una ofensa capital. Además, se consideraba que la maldición tenía fuerza activa vigente y sólo podía ser neutralizada con la muerte del culpable. Aquí debe hablar la voz de la justicia, no la de la venganza.

Pero el magnánimo anciano no puede olvidar a quien le había socorrido cuando tuvo que exiliarse por la rebelión de su propio hijo. Hasta recomienda que los hijos de Barzilai fueran incluidos en la familia real.

David reposó con sus padres. Esta es una expresión tradicional para afirmar que David muere en paz en contraste con una muerte violenta. El que David fuera sepultado en la Ciudad de David es significativo. Lo común habría sido el ser sepultado en la tumba de sus antepasados en Belén. En lugar de lo tradicional, David es sepultado en la ciudad que había sido conquistada por sus propias tropas personales, no las de las tribus de Judá o Israel. De modo que como fundador de una nueva dinastía, era correcto que se sepultase en Jerusalén, su propia ciudad. Reyes futuros de Israel también serían sepultados en la misma área posteriormente.

Así llega el fin de David. Se puede decir de él: “Grande en su vida; grande en su muerte”. Lega a su sucesor un reino unido, en la cima de su gloria política, material y religiosa.

Verdades prácticas Las historias de David, Adonías y Salomón hacen recordar al lector la importancia de tener relaciones apropiadas con nuestros hijos, y de enseñarles los preceptos de Dios. Se ha dicho que un pueblo siempre está a una sola generación de la herejía bíblica. Cuando uno les dé consejos a sus hijos, como lo hizo David con Salomón, vale apelar al papel de cada generación como eslabón en la cadena de fe.

Fortalecimiento del reino

Eliminación de enemigos

Esta sección de 1 Reyes es muy diferente de la primera. Consiste en una serie de cuatro historias menos complejas que la primera. Hay factores que unen estas cuatro unidades pequeñas. Tienen un contenido semejante, pues cada una puntualiza cómo Salomón elimina a sus enemigos por ejecución o por exilio. También la estructura de tres de las cuatro historias es similar: las narraciones respecto a Adonías, Joab y Simei son más largas que la de Abiatar. Otro factor unitivo es el papel que jugó Benaías (el principal de sus guardaespaldas) en la ejecución del general Joab y de Simei tanto como en la destitución de Abiatar como sacerdote. También, por medio de estas historias el autor sutilmente caracteriza a Salomón, cosa que se ha obviado hasta ahora en la narración.

Salomón sube al trono como a los 20 años de edad. El tercer rey de Israel hereda un reino bien organizado, con paz y libertad, pero presintiendo nubes en el horizonte. Por esto, su primera medida política fue la de eliminar todo lo que pudiera perturbar la paz de sus súbditos. Pero Salomón no iba a actuar por venganza ni defensa propia. Aunque si no lo hacía, con toda seguridad que el eliminado sería él mismo. Conocía muy bien la clase de enemigos que tenía, aun dentro de su propia familia. Salomón iba a cumplir el último encargo de su padre, y este fue el quitar de en medio a los enemigos que le saldrían al paso para perturbar la paz de su reinado. Pero, sobre todo, Salomón estaba bien seguro de que era la voluntad soberana de Dios que fuera el rey de Israel. De modo que al eliminar a sus enemigos estaba cumpliendo la palabra de Dios y las leyes del reino tal como las entendían durante su época. Con todo, su procedimiento al eliminar a sus enemigos dista mucho de la voluntad de Dios que conocemos en Cristo Jesús. Es de suma importancia reconocer qué actitudes y prácticas comunes durante el tiempo de Salomón jugaron un papel importante en su actuación. El que haya actuado así no justifica que se haga lo mismo hoy.

El primer enemigo era su propio hermano Adonías, quien se consideraba heredero del reino. Tenía derechos de primogenitura que no podían ser disputados. Además, contaba con el apoyo del general Joab y de otros. Sin embargo, Adonías sabía que no podía ser rey porque había una promesa de Dios de por medio. Dios había elegido a Salomón desde su nacimiento. Esto significa que, al persistir en esta conspiración en forma tan alevosa contra su propio hermano, estaba cometiendo un doble pecado. Con todo, es fácil comprender que Adonías pensaba de este modo porque era mayor que Salomón y tradicionalmente le habría correspondido el reino.

El cobarde Adonías ni se atrevió por sí mismo a presentarle al rey su petición. Se valió de la influencia de la madre de Salomón: Betsabé. El astuto Adonías conocería bien la costumbre oriental de que las concubinas del rey debían pasar al heredero. Sabiamente, Salomón consideró que tal petición era un acto de traición. La magnanimidad del rey llegó a su fin: el reincidente merecía la pena de muerte. Y se hizo justicia en favor de la seguridad personal y nacional.

Es notable que otro de los enemigos del rey fuera el sumo sacerdote Abiatar, del linaje de Aarón. Abiatar se había adherido a la causa de David durante la rebelión de Absalón. Ahora es inducido a traicionar a su viejo y estimado amigo, y se convierte en cómplice del plan fracasado de entronizar a Adonías. Ahora, por la amistad demostrada a David, el rey no le aplica la pena de muerte. Pero es destituido del cargo y reducido a vivir en su propia casa como hombre común. Ya no tiene oficio. El enemigo está en estado de impotencia.

Quizá el enemigo más peligroso que tenía Salomón era su primo hermano Joab. Fue un general muy distinguido durante casi todo el reinado de David, un guerrero valiente, hábil y astuto. Había sido de mucha influencia en bien de la nación; sin duda, fue la mano derecha del rey. Pero, al mismo tiempo era como una espina: sanguinario, inhumano y vengativo. Sobre su cabeza pesaba una serie de crímenes que no habían sido castigados. Hasta llegó a asesinar vilmente a Absalón, el hijo del mismo rey David. ¿Cuántos crímenes se hubiera ahorrado el magnánimo David si, a tiempo, hubiera hecho justicia? Salomón no vaciló en aplicar el castigo y vengar la ley de Dios.

El último de la serie de enemigos de Salomón fue Simei. Este había maldecido al rey David en una ocasión. La maldición contra David no se consideraba hecha contra un individuo cualquiera; era un delito contra su majestad el rey. También se consideraba como una blasfemia contra la autoridad misma de Dios. Debe recordarse que Simei había sido perdonado en otra ocasión. Pero, en su lecho de muerte, David le había recomendado a Salomón que el peligroso Simei fuese castigado. Sin embargo, el magnánimo Salomón le perdona condicionalmente: le somete a arresto domiciliario. Simei, sin embargo, no considera la bondad del rey y desobedece; por ello es condenado a muerte. Este es el fruto de la desobediencia.

Es interesante notar cómo al principio se le dijo a Simei que se quedara en Jerusalén de forma permanente so pena de muerte. Esto se hizo a sabiendas que Simei era oriundo de la Transjordania. Cuando Simei en un aparente desliz sale de la ciudad para recoger a dos esclavos que habían huido, Salomón utiliza esto para aplicarle la pena de muerte. Benaías actúa de nuevo como el verdugo. De modo que se elimina a tres de los principales enemigos de Salomón y se consolida el reino.

Verdades prácticas La escena es gráfica. El viejo rey David, débil y enfermizo, sufriendo el frío en sus huesos, presiente que la muerte se está acercando. Quizá no sepa mucho de lo que ha pasado últimamente entre sus hijos Adonías y Salomón, y entre su amada Betsabé, Natán, y sus viejos amigos y enemigos. Pero sí sabe que está por morir y sabe que Salomón, joven e inexperimentado, tiene toda una vida por delante. Casi podemos imaginar el viejo haciendo señas al joven para que se acerque, que ponga el oído joven cerca de los labios viejos, labios que habían ordenado la muerte de hombres, labios que habían besado amantes adúlteras, labios que habían cuchicheado planes de intriga política y anunciado planes de guerra, labios que habían rogado el perdón de Dios y que le habían cantado loores. La cara arrugada contaba mil historias de guerra, de victoria, de derrota personal, de amor, de odio, de súplica, de agonía del alma y ahora de la necesidad de dormir eternamente y encontrar calor en el seno del Señor. El viejo y gastado rey llama a su hijo, quien tiene por delante aun más posibilidades para éxito y para derrota que su papá, y le dice: Tú, esfuérzate y sé hombre. Guarda lo que Jehová tu Dios te ha encomendado, para andar en sus caminos y guardar sus estatutos, sus mandamientos, sus decretos y sus testimonios, como está escrito en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas… La escena se ha repetido miles de veces, entre reyes y príncipes, y entre padres ordinarios e hijos ordinarios. Por cierto, David seguramente agregó algunos secretos políticos de los cuales Salomón tendría que encargarse, pero, por si acaso moría antes de terminar su último discurso, David empezó con lo más importante: “¡Sé fuerte! ¡Sé hombre! ¡Sigue los caminos de Dios!”

La unción del rey

Se habla mucho hoy en día de “la unción”, refiriéndose a la recepción de una bendición especial de la mano de otro creyente ya ungido. La unción tuvo un lugar importante en la vida del pueblo de Dios del AT. Se puede resumir su papel en cinco puntos principales:

1. La práctica de la unción no fue única de los israelitas. Varias culturas orientales la practicaban antes de ser adoptada por Israel.

2. La unción se usaba con varios propósitos. En el aseo personal, el aceite aplicado a la piel le brindaba humedad en un clima árido y seco. Se usaba, además, como ungüento cosmético y refrescante para el viajero. Siempre se usaba en tiempos de alegría y gozo, mas no en tiempos de tristeza.

3. La unción del rey fue una señal externa de una actividad interna, a través de la cual Dios adoptaba al rey como su hijo, quien le representaría en la tierra.

4. No había un patrón establecido para la unción de un rey antes del tiempo de Salomón. Saúl y David habían sido ungidos privadamente antes de ser reconocidos públicamente. Salomón fue ungido públicamente al mandato del monarca reinante. Con la construcción del templo durante el reino de Salomón, el lugar de la unción fue cambiado al templo.

5. La unción fue determinativa y definida.

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