1 de Samuel 18:1 Pacto de Jonatán y David Aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.
Al entregarle a David su manto real, su espada , su arco y su talabarte , Jonatán le estaba transfiriendo el derecho de sucesión al trono de su padre.
Cuando David y Jonatán se encontraron, se hicieron amigos muy íntimos de inmediato. Su amistad es una de las más profundas e íntimas que ha registrado la Biblia porque ellos:
(1) basaron su amistad en un compromiso con Dios, no sólo entre ellos;
(2) no permitieron que nada se interpusiera entre ellos, ni su carrera ni los problemas familiares;
(3) se unieron más cuando su amistad fue probada; y
(4) pudieron permanecer amigos hasta el final.
Jonatán, el príncipe de Israel, se dio cuenta más tarde de que David, y no él, sería rey. Pero eso no debilitó su amor por David. Jonatán prefería perder el trono de Israel que a su mejor amigo.
1 de Samuel 18:2 Aquel día Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre.
Esto no significa que David nunca regresaría a su casa, sino que ya no residiría en ella, debido a que viviría en el palacio de Saúl.
1 de Samuel 18:3 Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.
1 de Samuel 18:4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.
1 de Samuel 18:5 Y salía David a dondequiera que Saúl lo enviaba, y se portaba prudentemente. Entonces lo puso Saúl al frente de su gente de guerra, y era bien visto por todo el pueblo, y también por los siervos de Saúl.
1 de Samuel 18:6 Saúl tiene celos de David Aconteció que cuando volvían, después de haber matado David al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel a recibir al rey Saúl cantando y danzando con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.[a]
1 de Samuel 18:7 Mientras danzaban, las mujeres cantaban diciendo: «Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles».[b]
Sa 18:8 Saúl se enojó mucho y le desagradaron estas palabras, pues decía: «A David le dan diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino».
El aprecio que Saúl sentía por David se transformó en celos cuando el pueblo comenzó a aplaudir las hazañas de David. En un ataque de celos, Saúl intentó asesinar a David arrojándole su lanza.
Los celos no parecen ser un pecado grande, pero en realidad pueden muy bien ser un paso hacia el asesinato. Comienza con resentimiento hacia el rival; apunta a desear que la otra persona desaparezca; por último se manifiesta en que la persona busca dañar al rival con palabras o con hechos. No permita que los celos prosperen en su vida.