Ministerio basado en principios bíblicos para servir con espíritu de excelencia, integridad y compasión en nuestra comunidad, nuestra nación y nuestro mundo.

Logo

2 de Samuel 11: David y Betsabé

2 de Samuel 11:1 David y Betsabé[a] Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab,[b] junto a sus siervos y a todo Israel, y ellos derrotaron a los amonitas y sitiaron a Rabá,[c] mientras David se quedó en Jerusalén.[d]

La crisis del reino de David. Aquí comienza su reinado a declinar, cuando una tragedia doméstica lo golpea, y su pecado final al censar la nación hace caer su reino.

Parece que Joab regresó a Jerusalén porque era la estación lluviosa del año. Después que cesaron las lluvias, se reanudó la batalla y el sitio de los amonitas en Rabá. No se explica por qué David decidió quedarse en Jerusalén, ya que su lugar estaba junto a las tropas. Si hubiese estado donde debía no habría ocurrido esta tragedia con Betsabé y Urías.

El invierno es una estación de lluvia en Israel, la época cuando se plantan los cultivos. La primavera era un momento adecuado para ir a la guerra debido a que los caminos estaban secos, haciendo más fáciles el traslado de las tropas, los carros de abastecimientos y las carrozas. En Israel, muchas cosechas estaban listas para ser levantadas en la primavera. Estas cosechas eran una fuente importante de alimento para los ejércitos en tránsito.

Este sitio exitoso puso fin al poder de los amonitas. Desde este momento, los amonitas quedaron sujetos a Israel.

En el episodio con Betsabé, David se permitió caer hondo y más profundamente en el pecado.

(1) David abandonó su propósito al estar en casa para la batalla.

(2) Centró sus pensamientos en sus propios deseos.

(3) Cuando la tentación llegó, la examinó en vez de alejarse de ella.

(4) Pecó deliberadamente.

(5) Trató de cubrir su pecado traicionando a otros.

(6) Cometió asesinato para continuar cubriendo su pecado. Finalmente su pecado fue expuesto, y fue castigado.

(7) Las consecuencias de su pecado afectaron a muchos otros.

David pudo haber decidido detenerse, y volverse del mal en cualquier etapa de su camino. Pero una vez que se inicia la progresión de pecados es difícil detenerse (Jam_1:14-15). Mientras más grande es el desastre menos admitimos que nosotros lo causamos. Es mucho más fácil dejar de deslizarse por una colina cuando se está cerca de la cima que a mitad del camino. La mejor solución es detener el pecado antes de que comience.

2 de Samuel 11:2 Un día, al caer la tarde, se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.

Este acontecimiento ilustra la secuencia descrita en Juan 1:13-15 : Deseo, seducción, pecado, muerte.

2 de Samuel 11:3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: «Aquella es Betsabé, hija de Eliam,[e] mujer de Urías,[f] el heteo».

El poderoso imperio hitita desapareció alrededor del 1200 a.C. Urías heteo pertenecía a una de las pequeñas comunidades hititas que aún quedaban en Siria e Israel. También se le incluye en la lista de los 37 valientes (23.39) de David, lo que hace más espantosa su infamia.

Cuando David miró desde la terraza del palacio, vio a una bella mujer que se estaba bañando, y la lujuria llenó su corazón. Debió haber dejado la terraza y huido de la tentación. En vez de eso, abrigó la tentación al investigar acerca de Betsabé. El resultado fue devastador.

2 de Samuel 11:4 Envió David mensajeros que la trajeran, y la tomó; cuando llegó, él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y regresó a su casa.[g]

Se purificó de su inmundicia : De acuerdo con Levitico 15:18, esto incluía un baño ceremonial y atravesar por un período de «impureza» hasta la noche.

Para huir de la tentación:

(1) Ruegue a Dios en oración que lo ayude a alejarse de la gente, lugares y situaciones que representen una tentación.

(2) Memorice y medite en porciones de las Escrituras que combatan esas debilidades específicas. En la raíz de la mayoría de las tentaciones se encuentra una necesidad o deseo real que Dios puede llenar.

(3) Busque a otro creyente con quien pueda abrirse y contar sobre sus luchas, y pedir ayuda a esta persona cuando la tentación llegue.

La frase «se purificó de su inmundicia» significaba que Betsabé acababa de completar los ritos de purificación que seguían a la menstruación. Por lo tanto, Betsabé no pudo estar embarazada de su esposo cuando David durmió con ella. Levitico15:19-30 nos da más información sobre los ritos de purificación que Betsabé tenía que llevar a cabo.

2 de Samuel 11:5 La mujer concibió y mandó a decir a David: «Estoy encinta».

2 de Samuel 11:6 Entonces David envió a decir a Joab: «Envíame a Urías, el heteo». Y Joab envió a Urías a David.

Aquí comienza la serie de confabulaciones, mentiras e intrigas, especialmente repugnantes debido a la integridad de carácter exhibida por David en sus tratos con Saúl. Esto ilustra lo rápido que el pecado contamina el corazón cuando se contemporiza con él, aun en los más nobles hijos de Dios.

2 de Samuel 11:7 Cuando Urías llegó ante él, David le preguntó por la salud de Joab, por la salud del pueblo y por la marcha de la guerra.

2 de Samuel 11:8 Después dijo David a Urías: «Desciende a tu casa, y lava tus pies».[h] Cuando Urías salió de la casa del rey, le enviaron un presente de la mesa real.

2 de Samuel 11:9 Pero Urías durmió a la puerta de la casa del rey, con todos los guardias de su señor, y no descendió a su casa.

A la puerta de la casa del rey : Otro edificio junto al palacio donde vivían los criados de la corte.

2 de Samuel 11:10 Le hicieron saber esto a David diciendo: «Urías no ha descendido a su casa». Entonces David dijo a Urías: –¿Acaso no vienes de viaje? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?

2 de Samuel 11:11 Urías respondió a David: –El Arca,[i] Israel y Judá habitan bajo tiendas;[j] mi señor Joab y los siervos de mi señor, en el campo; ¿cómo iba yo a entrar en mi casa para comer y beber, y dormir con mi mujer? ¡Por vida tuya y por vida de tu alma, nunca haré tal cosa![k]

Se presenta con claridad el contraste entre David, quien debía estar en el campo de batalla junto a sus tropas, y Urías, tan dedicado a David y a Dios que no era capaz de dormir una sola noche junto a su esposa en la tranquilidad de su casa.

2 de Samuel 11:12 David dijo entonces a Urías: –Quédate aquí hoy también, y mañana te despediré. Se quedó Urías aquel día y el siguiente en Jerusalén.

2 de Samuel 11:13 David lo convidó a comer y a beber con él hasta embriagarlo. Por la tarde salió a dormir en su cama, junto a los guardias de su señor; pero no descendió a su casa.

2 de Samuel 11:14 A la mañana siguiente, escribió David una carta a Joab, la cual envió por mano de Urías.

El endurecido corazón de David se revela una vez más al enviar la sentencia de muerte de Urías en las propias manos de este.

2 de Samuel 11:15 En ella decía: «Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y alejaos de él, para que sea herido y muera».

David puso tanto a Betsabé como a Joab en una situación difícil. Betsabé sabía que era pecado cometer adulterio, pero el rehusarse a la petición del rey podría significar un castigo o la muerte. Joab no sabía por qué Urías tenía que morir, pero era obvio que el rey lo quería muerto. En ocasiones nos enfrentamos a situaciones que nos presentan sólo dos alternativas aparentes, y las dos parecen estar mal. Cuando esto suceda, no debemos perder la visión de lo que Dios quiere. La respuesta sería buscar más alternativas. Al hacer esto, tendremos la posibilidad de buscar una que honre a Dios.

2 de Samuel 11:16 Así, cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes.

2 de Samuel 11:17 Salieron los de la ciudad y pelearon contra Joab; cayeron algunos del ejército de los siervos de David, y murió también Urías, el heteo.

2 de Samuel 11:18 Entonces Joab mandó a comunicar a David todos los asuntos de la guerra.

Después de un largo viaje, la costumbre hebrea era lavarse los pies, refrescarse y descansar.

2 de Samuel 11:19 Y dio esta orden al mensajero: «Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra,

2 de Samuel 11:20 si el rey comienza a enojarse, y te dice: “¿Por qué os habéis acercado tanto a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que suelen tirar desde el muro?

2 de Samuel 11:21 ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal?[l] ¿No arrojó una mujer desde el muro un pedazo de rueda de molino,[m] y murió él en Tebes? ¿Por qué os habéis acercado tanto al muro?”. Entonces tú le dirás: “También tu siervo Urías, el heteo, ha muerto”».

2 de Samuel 11:22 Partió el mensajero y, al llegar, contó a David todo aquello que Joab le había mandado.

2 de Samuel 11:23 Dijo el mensajero a David: –Pudieron más que nosotros los hombres que salieron al campo en contra nuestra, bien que les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta;

2 de Samuel 11:24 pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; también murió tu siervo Urías, el heteo.

2 de Samuel 11:25 David respondió al mensajero: –Así dirás a Joab: “No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas”. Y tú aliéntale.

La respuesta de David ante la muerte de Urías parece petulante e insensible. Mientras que se lamentó profundamente por Saúl y Abner, sus rivales no mostró ninguna aflicción por Urías, un buen hombre con un carácter espiritualmente firme. ¿Por qué? David se había hecho insensible a su propio pecado. La única manera en la que pudo cubrir su primer pecado (adulterio) fue pecando otra vez, y muy pronto no sintió más culpabilidad por lo que había hecho. El pecado deliberado y repetido nubló su sensibilidad a las leyes de Dios, y a los derechos de los demás. Mientras más trate de cubrir un pecado, más insensible se hará a él. No se endurezca ante el pecado como hizo David. Confiese de inmediato sus malas acciones a Dios, y a quien corresponda, antes de que se olvide que son pecados.

2 de Samuel 11:26 Al oir la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo duelo por él.

2 de Samuel 11:27 Pasado el luto,[n] envió David por ella, la trajo a su casa y la hizo su mujer; ella le dio a luz un hijo. Pero esto que David había hecho fue desagradable ante los ojos de Jehová.[ñ]

El período de luto normalmente duraba siete días. Betsabé fue traída al palacio lo más pronto posible, y le dio a luz un hijo . El plan de David funcionó, pero todo aquello fue desagradable ante los ojos de Jehová.

David cae en pecado

Dios había llevado a David a alcanzar el trono de Israel y a conquistar otros pueblos alrededor, llegando David a reinar sobre todo un imperio; sin embargo la vida de David tomó otro rumbo después de haber alcanzado la cumbre. David apartó los ojos de Dios por un tiempo y su vida fue presa del pecado. El pecado casi destruyó la vida de David por completo, pero la misericordia de Dios le salvó de la muerte; no obstante, el pecado de David dejó una huella imborrable en su vida, su hogar y la nación.

David comete adulterio

Una decisión fatal. Cuando el ejército israelita salió a luchar contra los amonitas, David decidió quedarse en Jerusalén y ésta resultó ser una decisión fatal para su vida. Lo que Satanás no había podido conseguir antes, lo consiguió esta vez que David se quedó solo; bastó un solo momento para que David diera lugar a una tentación que lo llevaría a caer en pecado y que destruiría mucho de lo que David había llegado a lograr en su vida. ¿Qué sucedió en la vida de David para que cayese en tal profundidad de pecado? ¿Cuál fue el error que David cometió? ¿Cómo se encontraba David espiritualmente en ese momento? ¿Podía Dios evitar que David cayese? Con seguridad se puede decir que Dios siempre provee una salida en el momento en que sus hijos son tentados; David, sin embargo, rehusó tomar la salida y decidió comtemplar la tentación, cayendo rápidamente en el pecado. El ejemplo de David es una advertencia a todo santo que nunca dé lugar a ser seducido por sus deseos carnales. La ocasión terminó siendo una experiencia devastadora en la vida de David. ¡Qué irónico que mientras los ejércitos de David derrotaban a los amonitas, David era derrotado por la tentación y el pecado!

¿Qué aspectos de su vida descuidó David en el momento de ceder a la tentación? Matthew Henry destaca tres aspectos de debilidad en David que fueron ocasión para caer en pecado:

1) el descuido de su misión,

2) el amor a lo fácil y la indulgencia de un temperamento perezoso, y

3) la inquietud de los ojos. Los dos primeros aspectos formaron parte en la decisión de David de quedarse en Jerusalén mientras sus hombres luchaban contra el enemigo. El tercer aspecto fue el que indujo a David a contemplar indebidamente a Betsabé.

Una mirada fatal. Todo comenzó con una mirada, mientras David salía una tarde a pasearse sobre el terrado de su casa. Desde allí David podía ver las terrazas de las otras casas que se encontraban en un terreno más bajo. Desde allí pudo ver, en una de las casas vecinas, a una hermosa mujer que se bañaba. Si David no miró a propósito la primera vez, sí pudo haber evitado el seguir mirando a la mujer; pero sus ojos continuaron mirando, y le fueron ocasión para caer. David se quedó comtemplando a la mujer, dejándose llevar por sus deseos carnales, sin ponerse a pensar si aquella mujer estaba soltera o casada. La imagen que veía en sus ojos, oscureció su mente que ya no pudo pensar clara y sabiamente.

Un interés fatal. David se dejó llevar por sus deseos carnales inmediatamente; no le fue suficiente el mirar, sino que comenzó a inquirir acerca de aquella mujer. Sus mensajeros le informaron que era una mujer casada, que se llamaba Betsabé y que era la esposa de Urías el heteo. Esta información era suficiente para que David hubiese quitado su interés en aquella mujer; pero su corazón y su mente ya estaban cegados por malos deseos. Urías era uno de los oficiales más valientes de David. Urías era parte de los treinta, un grupo seleccionado de los hombres más valientes de David. El historiador judío Josefo afirmaba que Urías fue el escudero de Joab. David, sin embargo, estaba determinado a conseguir a Betsabé, envió a traer a Betsabé y la tomó. Ella vino a él, y él durmió con ella. David, quien había ascendido muy alto con la ayuda de Dios, ahora descendía a las profundidades del pecado de adulterio, y descendería aún más. ¡Con qué rapidez se apoderó el pecado de la vida de David! Todo porque apartó sus ojos de la ley de Dios.

Una consecuencia fatal. Betsabé quedó embarazada. Cuando ella se dio cuenta, también lo hizo saber a David. Según Keil, Betsabé pidió a David que hiciera todo lo necesario para ocultar lo que había pasado y evitar así el castigo de muerte que la ley requería para el hombre y la mujer adúlteros. El texto no refleja esta actitud en Betsabé, sino en David; no era necesario que Betsabé lo pidiese, David mismo trataría de evitar su vergüenza y su propia muerte.

David trata de encubrir su pecado. David trata de usar a Urías.

El tratar de encubrir un pecado lleva a la persona a cometer otros pecados. David recurrió a métodos viles para encubrir el adulterio cometido; la solución parecía haberla encontrado en hacer aparecer a Urías como el padre de aquel niño. (Más tarde David se daría cuenta de que tratar de ocultar un pecado nunca lo soluciona). Urías fue traído desde el campo de batalla a la casa de David. De seguro que David trató a Urías como alguien especial. Primeramente, David pregunta por sus tropas, como si le importara en ese momento el estado de sus tropas; luego, David ordena a Urías ir a su casa, a lavarse los pies (como era la costumbre), y descansar allí. Qué fácilmente creía David que se podía escapar de su responsabilidad y culpabilidad.

Urías da ejemplo de lealtad. Urías no era cualquier soldado, su lealtad a David y a la nación fue inquebrantable. Urías provenía de la raza de los heteos, una raza que formó uno de los dos grandes imperios del siglo 15 a. de J.C., el otro imperio fue el de los egipcios; el de los heteos ocupaba el territorio que ahora se conoce como Turquía. Urías no obedeció al mandato del rey de descender a su casa. A Urías sí le importaba ser solidario con sus compañeros que estaban en el campo de batalla. Qué lección más grande dió Urías a David, al quedarse durmiendo a orillas del palacio y no descender a su casa en honor a sus compañeros que se encontraban en ese momento luchando por Israel. Urías compara la situación de sus compañeros, ellos se encontraban al aire libre, en el campo; mientras que los habitantes de la nación se encontraban seguros en sus tiendas. La referencia al arca que se encontraba en su tienda, es una referencia al arca de Dios que también tenía su tienda donde habitar. Urías era un verdadero soldado de Israel y aunque se encontraba lejos del campo de batalla, su corazón estaba en la batalla; la actitud de Urías era una actitud que David había perdido en ese momento.

Tiempo de guerra o de crimen

I. Tiempo de guerra por deber

II. Tiempo de crimen por ociosidad. David dio lugar al diablo quedándose en Jerusalén, cuando debió partir a la guerra. No cabe duda que «la ociosidad es la madre de todos los vicios».

David emborracha a Urías. David falló en su primer intento, pero trató una segunda vez que Urías durmiese en su casa con Betsabé. Esta vez David invitó a Urías a comer, y le dió tanto vino que lo embriagó. Urías, aun estando ebrio, fue consistente en su manera de ser leal a sus compañeros de lucha: volvió a quedarse a las afueras de la casa de David. David, en cambio, se hundía más en el pecado mientras más se esforzaba por cubrir su acto de adulterio. Primero trató de engañar a Urías, ahora lo emborrachaba con vino.

David ordena el asesinato de Urías

La carta de un homicida. David se había convertido en instrumento de la maldad. Después de fallar en sus dos intentos para encubrir su pecado, David planeó la muerte de Urías. David escribió las instrucciones a Joab, y Urías cargó él mismo su pena de muerte. David dio órdenes a Joab que pusiese a Urías al frente de la guerra, en lo más recio de la batalla, y que estando allí se retiraran los demás para que Urías fuese asesinado por el enemigo. Hasta qué grado de bajeza había llegado David que no le importaba ordenar la muerte de un leal y valiente guerrero. Nunca había David actuado tan vilmente, ni a sus propios enemigos había David tratado en esta manera.

La experiencia de David demuestra cuán fácilmente se puede apartar un santo de su camino y caminar en caminos de maldad. Basta una sola mirada, un solo pensamiento, una sola actitud, una sola oportunidad al diablo. Si David que era el escogido, el ungido de Dios, el recipiente de una gran promesa de Dios, el que gozaba de muchas bendiciones y victorias de parte de Dios, no soportó la tentación y fue arrastrado por las artimañas del maligno hasta convertirse en instrumento de la maldad, cuánto más ha de cuidar y guardar su santidad cada santo que vive una vida ordinaria y regular. Los santos de hoy deben recordar la advertencia que se encuentra en el libro de Hebreos: Tenemos un altar del cual los que sirven en el tabernáculo no tienen derecho a comer. El altar de la santidad de cada cristiano debe ser cuidado de toda insinuación del maligno. Crisóstomo comentaba acerca de la experiencia de David, diciendo: El camino angosto tiene dos precipicios a cada lado. Caminémoslo despiertos y vigilantes. Porque nosotros no somos más exactos que David, quien en el momento de negligencia se precipitó dentro del mismo abismo del pecado.

¡Qué ironía de la vida! Ser Urías portador de su propia sentencia de muerte, una entrega mortal.

Cómplices en la muerte de Urías. Joab siguió las órdenes de David, convirtiéndose en cómplice de David en la muerte de Urías. Al atacar la ciudad (posiblemente Rabá), Urías fue puesto en el lugar donde estaban los más valientes de los enemigos, y Urías junto con otros fueron asesinados al acercarce al muro de la ciudad. Urías y sus hombres murieron combatiendo, pero sus muertes recaían sobre las manos del rey y de Joab; estos habían involucrado a los otros que sin saber los planes de David, habían abandonado a Urías en el campo de batalla. La muerte de Urías no sucedió sin que otros también murieran con él; no importó a Joab ni a David que otros soldados también murieran, Joab estaba seguro de que cualquier otra pérdida de vidas se podía justificar ante David con la muerte de Urías.

Joab envió a David el mensaje de la muerte de Urías. Joab advirtió al mensajero de una posible reacción de parte de David, lo que calmaría a David sería la noticia de la muerte de Urías. El ejemplo de la muerte de Abimelec era quizás muy conocido por los israelitas: Abimelec buscó matar a los habitantes de Tebes quienes se habían refugiado en una torre, cuando Abimelec se acercó a la puerta de la torre, una mujer dejó caer sobre su cabeza una piedra de molino, Abimelec pidió a su escudero que lo terminara de matar para que no se dijera que había sido matado por una mujer. Era claro para los israelitas que el acercarse a un muro enemigo era esperar la muerte. Joab sabía que su mensajero sería interrogado por David para que explicara la razón de las muertes de los soldados. La razón había sido Urías, sólo bastaba que el mensajero mencionara la muerte de Urías para apaciguar al rey. David fue culpable no sólo de la muerte de Urías, sino también en la muerte de los otros que murieron junto con Urías.

David no se commovió ante la noticia de la muerte de Urías y los otros soldados: la espada devora unas veces a uno y otras veces a otros. Hasta qué grado de frialdad había llegado David. En la guerra de la carne contra el espíritu, dice Matthew Henry, los deseos de la carne hacen grandes devastaciones: ciegan los ojos, endurecen el corazón, empedernecen la conciencia, y quitan al hombre de todo sentido de justicia y honor.

Duelo de Betsabé y el juicio de Dios

Betsabé hizo duelo por su esposo muerto; si sería un duelo sincero o un duelo obligado, no se sabe. Lo cierto es que ambos, Betsabé y David, esperaban con impaciencia la muerte de Urías para poder legalmente juntarse. Los dos se unieron después del tiempo de duelo, el cual duraba siete días. David de seguro creyó que sus preocupaciones se habían acabado, que ahora no se sabría nada de su pecado; pero estaba equivocado, él no pudo esconderse de Dios. El narrador advierte al lector que lo que había hecho David pareció malo a los ojos de Jehová; era una nota de carácter triste, irónico y grave: triste porque se refería al escogido de Dios, irónico porque todo lo que David hizo por esconder su pecado no valió de nada, y grave porque los hechos de David habían ofendido gravemente a Dios.

Deja el primer comentario

Otras Publicaciones que te pueden interesar