La nueva generación de israelitas había llegado a Moab. Con la ayuda de Jehová, Israel había podido derrotar a Sejón, rey de Hesbón y a Og, rey de Basán. Después de conquistar estos dos reyes, Moisés dividió la tierra conquistada y dio una heredad a las tribus de Rubén, Gad y a la media tribu de Manasés. Estas tres tribus se establecieron en el área al oriente del río Jordán. Moisés usó la conquista de los dos reyes amorreos como evidencia de la ayuda de Jehová en el pasado hacia Israel, para exhortar a los nuevos israelitas a renovar el pacto con Dios: Guardad, pues, las palabras de este pacto. Completa obediencia a las palabras del pacto traería prosperidad y abundancia a Israel.
Exhortación a aceptar el pacto
En el principio de su discurso Moisés había convocado a todo Israel. Esta sección empieza con una identificación de las personas que formaban todo Israel. La RVA sigue la traducción de la LXX, e identifica el primer grupo como los jefes de vuestras tribus. El hebreo literalmente lee “vuestros jefes, vuestras tribus”. Pero otra traducción, con una pequeña corrección del texto, sería: “Vuestros jefes, vuestros jueces.” Esta traducción produce dos pares de líderes: jefes y jueces y ancianos y oficiales. En la asamblea de Israel mencionada, la congregación consistía de ancianos, jefes, jueces y oficiales. Parece que el deuteronomista intenta nombrar aquí este mismo grupo de líderes. Además de estos cuatro líderes de las tribus y clanes de Israel, la congregación incluía a hombres, mujeres, niños, y aun los forasteros que vivían en la comunidad de Israel. Algunos de ellos, aquellos que cortaban la leña y los que sacaban el agua, eran los siervos y los que hacían trabajo manual para los israelitas.
La congregación de Israel estaba delante de Jehová. Todos estaban reunidos para establecer un pacto solemne con Jehová, el Dios de Israel. El pacto fue hecho con todo el pueblo, pero cada persona tenía que aceptar voluntariamente las demandas del pacto. La expresión compromiso solemne refleja una palabra heb. que significa voto o juramento. Este compromiso solemne era el juramento que cada persona hacía para garantizar el pacto. Esto significa que la persona que aceptaba las demandas también aceptaba las maldiciones. Las maldiciones del pacto se pronunciaban sobre la persona que violaba las demandas.
Los israelitas que se preparaban para cruzar el río Jordán se habían reunido en asamblea solemne para renovar el pacto antes de entrar en la tierra prometida. El primero fue hecho con la generación de israelitas que habían perecido en el desierto. Así como los israelitas que salieron de Egipto voluntariamente establecieron un pacto con Jehová, así también los israelitas que entrarían en la tierra prometida voluntariamente aceptaban las estipulaciones del mismo. La renovación del pacto también servía de ocasión a Jehová para afirmar que estos nuevos israelitas eran su pueblo. La afirmación que Jehová era el Dios de Israel estaba basada en la promesa que Jehová había hecho a Abraham, Isaac y Jacob. Jehová había prometido ser el Dios de los patriarcas. Ahora él desea ser el Dios de los descendientes de los patriarcas.
Advertencia contra la violación del pacto
El pacto que Moisés hizo con Israel en Moab no fue hecho solamente con los israelitas que se preparaban para entrar en la tierra prometida sino que fue hecho también con las futuras generaciones de israelitas que iban a nacer en Canaán. Israel estaba libre para aceptar o rechazar el pacto, pero una vez que fuera aceptado, las demandas tenían que ser obedecidas por todos los miembros de la comunidad. La expresión compromiso solemne contiene la misma idea. La aceptación del pacto demandaba de cada persona obediencia a las estipulaciones del mismo. La violación de estas demandas resultaba en la aplicación de las maldiciones mencionadas. Por esta razón, Moisés advierte al pueblo acerca de las consecuencias de la violación del pacto. Empieza con una breve reseña histórica relatando la vida de Israel en Egipto, el éxodo y la vida de pueblo en el desierto. En su jornada hacia Canaán, Israel había encontrado muchas naciones que servían a dioses hechos de piedra y de madera, de plata y oro. Estos ídolos eran abominaciones a Jehová. La palabra ídolo (heb. gillulim) en este pasaje tiene un sentido peyorativo. La palabra en heb. se deriva de una palabra que significa “estiércol”. Moisés advierte acerca de la persona, hombre o mujer, miembros de uno de las clanes o tribus de Israel, que se apartaba de Jehová para servir a los dioses falsos de las otras naciones. La persona que abandona a Jehová para adorar a los dioses de piedra y de madera es comparada con una raíz mala que produce hierba venenosa. El ajenjo era considerado una hierba amarga y venenosa. El fruto de esta raíz mala es la persona que adoraba un ídolo. Esta persona, al oír las palabras de maldición que viene sobre el idólatra, se bendice a sí mismo y dice: Yo tendré paz, aunque ande en la terquedad de mi corazón. Esta persona se considera inmune de las consecuencias de su idolatría. El resultado de la idolatría es el juicio divino. Por causa de la idolatría, aun la tierra prometida será afectada. Tanto la tierra regada como la tierra árida no escaparán al juicio divino. Si a la idolatría le era permitido crecer en Israel, toda la nación se apartaría de Dios para seguir a los dioses de la tierra.
Consecuencia de la desobediencia
Jehová no estaba dispuesto a perdonar a la persona que deliberadamente abandonaba las demandas del pacto para servir a otros dioses. Por el contrario, el furor de la ira divina estaba sobre la persona que practicaba la idolatría. Sobre el idólatra vendrían todas las maldiciones del pacto mencionadas. La palabra imprecaciones es la misma palabra que aparece y se traduce “compromiso solemne” u “obligación bajo juramento”. Aquí la expresión las imprecaciones escritas en este libro significa las maldiciones del pacto así como aparecen en el libro de Deuteronomio. La persona que abandonaba a Jehová para servir a otros dioses estaba bajo la maldición del pacto y su nombre sería completamente eliminado de la memoria de la comunidad y él sería apartado de las tribus, probablemente para recibir el castigo que había invocado sobre sí mismo por la violación de las demandas del pacto.