Esd 10:1 Expulsión de las mujeres extranjeras. Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se reunió en torno a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y el pueblo lloraba amargamente.
El arrepentimiento de Esdras conmocionó a gran parte del pueblo y a los principales sacerdotes. Todos pidieron una reforma radical, la cual no sería voluntaria.
Esd 10:2 Entonces Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras: «Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; pero a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel.
Esd 10:3 Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios. ¡Que se haga conforme a la Ley![a]
¿Por qué se les ordenó a los hombres que despidieran a sus esposas e hijos? Aun cuando la medida era extrema, el matrimonio mixto con paganos estaba estrictamente prohibido (Deu_7:3-4) y aun los sacerdotes y levitas habían incurrido en este pecado. Esto puede compararse en la actualidad con un cristiano que se casa con alguien que adora al diablo. Aunque era una solución drástica, sólo involucraba a ciento trece de las aproximadamente veintinueve mil familias.
La medida drástica de Esdras, aunque fue muy difícil para muchos, era necesaria para preservar a Israel como nación comprometida con Dios. Algunos de los cautivos del reino del norte de Israel habían perdido tanto su identidad espiritual como física por medio del matrimonio mixto. Sus cónyuges paganos habían ocasionado que el pueblo cayera en la idolatría. Esdras no quería que esto sucediera a los cautivos del reino del sur de Judá.
Esd 10:4 Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo. ¡Anímate y pon manos a la obra!».[b]
Luego de la intensa oración de Esdras, el pueblo confesó su pecado ante Dios, y pidió dirección para restaurar su relación con El. El verdadero arrepentimiento no termina con palabras de confesión (las cuales pueden ser no más que palabras), sino que además debe llevar a una conducta correcta y a un cambio de actitud. Cuando peque y esté plenamente arrepentido, confiéselo a Dios, pida su perdón y acepte su gracia y misericordia. Luego, como un acto de gratitud por su perdón que condice con la justicia de Dios, haga las correcciones necesarias.
Esd 10:5 Entonces se levantó Esdras e hizo jurar a los principales sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos lo juraron.
Esd 10:6 Se retiró luego Esdras de delante de la casa de Dios y se fue[c] a la habitación de Johanán hijo de Eliasib;[d] pero no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los que habían regresado del cautiverio.
Esd 10:7 Después hicieron pregonar[e] en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reunieran en Jerusalén;