2:1 Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.
Hijo de hombre : Un término usado alrededor de 90 veces cuando Ezequiel se refería a sí mismo. Hace énfasis en su humanidad, en contraste con la trascendencia del Dios con quien habla. Véase también la introducción a Ezequiel: «El Espíritu Santo en acción».
El Dios inmortal llama a Ezequiel “hijo de hombre”, con lo que recalca la distancia que existe entre ellos. Es sorprendente que Dios lleve a cabo su divina voluntad en la tierra a través de seres imperfectos y finitos. Estamos hechos del polvo, y aun así Dios depositó en nosotros su vida y su aliento, y nos pide que le sirvamos.
Ezequiel 2:2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.
Entró el Espíritu en mí : El Espíritu de Dios entró en Ezequiel y lo preparó para su tarea. Véase la introducción a Ezequiel: «El Espíritu Santo en acción».
Solo podemos imaginar lo que fue para Ezequiel experimentar esta visión. Ciertamente muchas cosas no comprendió, pero sabía que todo tenía significado porque provenía de Dios. Cuando Dios vio la actitud franca y obediente de Ezequiel, lo llenó de su Espíritu y le dio poder para el trabajo que iba a realizar más adelante. Dios no espera que lo comprendamos todo en cuanto a El, sino que seamos siervos obedientes y dispuestos, fieles a lo que sabemos que es verdadero y correcto.
Ezequiel 2:3 Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.
Gentes rebeldes : Como muchos de los profetas que le antecedieron, Ezequiel enfrentaba una difícil tarea porque la gente se había rebelado contra Dios.
En el mundo de los negocios, el éxito se obtiene cuando se le ofrece al consumidor lo que este quiere. Sin embargo, Ezequiel tenía que proclamar el mensaje de Dios al pueblo “escuchara o no”. El éxito de Ezequiel se mediría no por la forma en que el pueblo respondiera a sus mensajes, sino por la forma en que obedeciera a Dios y cómo llevara a cabo el propósito por el cual Dios lo llamó. Isaías y Jeremías también profetizaron con muy poca respuesta positiva. La verdad de Dios no depende de la respuesta humana. Dios no nos juzgará por la forma en que los demás reaccionen ante nuestra fe, sino por lo fieles que hayamos sido. Dios siempre nos da fortaleza para lograr lo que nos pide que hagamos.
Ezequiel 2:4 Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor.
Jehová el Señor : Título utilizado en 217 ocasiones por Ezequiel (sólo 103 veces en el resto del AT). «Señor» traduce el Adonai hebreo, un término que destaca el señorío de una persona; «Jehová» traduce el Yahveh hebreo, el nombre personal de la divinidad, quien se dio a conocer en el pacto con Su pueblo.
Dios dijo que el pueblo era de duro rostro y de empedernido corazón porque no quería reconocer su pecado. La rebeldía (2.7, 8) fue la características principal de la nación en ese tiempo. Aun cuando Dios les señaló sus malas acciones, se cerraron a la verdad. ¿Le está Dios señalando algún pecado? No sea obstinado, confiéselo y comience a vivir para Dios. Al obedecerle ahora estaremos preparados para la revisión final que Dios hará de nuestra vida
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