Ezequiel 3:1 Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.
Come este rollo : Antes que el profeta pudiese comunicar el mensaje, primero tenía que asimilarlo.
En su visión, Ezequiel comió el mensaje de Dios y encontró que este alimento espiritual no solo era bueno para él sino que era dulce como la miel. Si «digiere» la Palabra de Dios, descubrirá que no solo fortalece su fe sino que su sabiduría le endulza la vida. Uno necesita alimentarse espiritualmente de la misma manera en que se alimenta físicamente. Esto significa algo más que simplemente echar un vistazo casual al mensaje de Dios. Significa hacer de la Palabra parte de su vida.
Ezequiel 3:2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.
Ezequiel 3:3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
Como miel : La Palabra de Dios tiene un sabor dulce cuando se la recibe
Ezequiel 3:4 Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.
Casa de Israel : Una referencia a toda la nación, incluyendo la tribu meridional de Judá y las tribus septentrionales de Israel.
Ezequiel 3:5 Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.
Ezequiel 3:6 No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.
Ezequiel 3:7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
Ezequiel 3:8 He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.
Tu rostro fuerte contra los rostros de ellos : Su determinación de profetizar tenía que ser más fuerte que la renuencia de Israel a escuchar.
Ezequiel 3:9 Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.
Ezequiel 3:10 Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.
Oye con tus oídos : Un marcado contraste con la gente que se había rebelado y rehusaba escuchar
Ezequiel debía permitir que las palabras de Dios penetraran en su corazón antes de predicarlas a los demás. El mensaje de Dios debe penetrar en su corazón y mostrarse en sus acciones antes de que pueda ayudar eficazmente a que otros lo comprendan y lo apliquen.