El hambre era una catástrofe en los tiempos antiguos, como lo es en muchas partes del mundo hoy día. Se requerían condiciones perfectas para producir buenas cosechas, ya que no había fertilizantes químicos ni pesticidas. Cualquier variación en el balance delicado de la lluvia o los insectos podía hacer que se perdieran las cosechas y hubiera hambre porque la gente confiaba casi exclusivamente en sus propias cosechas. La falta de almacenamiento, refrigeración y transporte convertían una hambruna en una situación desesperada. El hambre para la que José preparó a Egipto fue descrita como «terrible». Sin la intervención de Dios, la nación egipcia se hubiera desmoronado.
Gén 41:55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.
La interpretación de José se cumplió fielmente.
Gén 41:56 Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.
Por toda la extensión del país : Debe haber ocurrido alguna catástrofe de grandes dimensiones, porque Egipto recibe casi toda el agua de que dispone, vía el río Nilo, de las lluvias estacionales que caen en lo profundo del este de áfrica. No sólo escasearon las lluvias allí, sino que el río Nilo, que se desborda todos los años, aparentemente no se salió de su cauce durante varias temporadas, quizás en todo el transcurso de aquellos siete años. Sin la crecida de las aguas del Nilo muy poco podía cosecharse en Egipto.
Gén 41:57 Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.
Los sueños del faraón.
Mientras José permanece en la cárcel por dos años después de la liberación del copero, Dios interviene en la vida de otra persona para traer a José en prominencia y usarle como instrumento de sobrevivencia.
El faraón, cargo hereditario, era el rey de Egipto y se le atribuía divinidad. Tenía mucho poder político e influencia en el mundo conocido, ya que tenía dominio sobre territorios fuera de Egipto. El faraón tiene dos sueños sucesivos en una misma noche que le causan disturbio por su rareza, sentido horrífico y similaridad. Los sueños eran considerados de mucha importancia en la cultura egipcia y más cuando el recipiente era una persona importante. El faraón política y religiosamente tenía bajo su responsabilidad el destino de la nación. Los tres elementos que se mezclan en el sueño —el río Nilo, el ganado y las espigas de cereal— eran elementos fundamentales en la economía del pueblo. El Nilo, el río más largo del mundo (6.670 km.), hace de Egipto un gran oasis en medio de un gran desierto. Los egipcios lo consideraban un dios y la historia y el desarrollo cultural de Egipto están ligados al río. En sus crecidas periódicas el Nilo proveía irrigación y fertilización a una vasta zona productiva de Egipto. La necesidad de predecir dichas crecidas y utilizarlas al máximo llevó a los egipcios a desarrollar la astronomía, adoptar un calendario anual, inventar la escritura y descubrir avanzadas técnicas de agricultura. La ganadería y el cultivo de cereal eran prominentes en Egipto y servían de base a la subsistencia de la población y al comercio externo. Y justo el mismo faraón es el recipiente del sueño, que con el Nilo, el ganado y el cereal, indican y aseguran el futuro. El imperio poseía siempre sabios y magos (los técnicos) quienes se especializaban en la interpretación de sueños. Por la importancia de este sueño, el faraón pide la ayuda de ellos. Pero pese a la abundancia de consejeros y la avanzada técnica que lograron desarrollar, nadie puede interpretar esos sueños. Faraón tiene en su poder la información del futuro, pero no la técnica para interpretarla. La razón sencillamente es que no era una información tecnológica producto de la sabiduría y planeamiento humano, sino revelación de Dios. Y las revelaciones de Dios sólo se entienden por técnicas “espirituales”.
Sacan a José de la cárcel.
Ningún intérprete fue capaz de explicar el sueño del faraón. Todo hubiera terminado nada más que en sueño si no fuera por la intervención del jefe de los coperos, quien recuerda su experiencia con José en la cárcel e informa al faraón de la posibilidad de interpretación del sueño. El copero admite su falta que consiste en no haber intercedido ya por José ante el faraón. Con mucha precisión relata la experiencia resaltando los siguientes puntos. Primero, el copero recuerda que anteriormente el faraón había ordenado su encarcelamiento juntamente con el jefe de los panaderos. Segundo, le relata que ambos prisioneros tuvieron un sueño que demandaba su interpretación correcta. Tercero, identifica a José con exactitud: un joven hebreo y esclavo del capitán de la guardia. Esta identificación de edad, de raza y de condición social no es precisamente una buena referencia de presentación para la solución de un problema tan grave. En Egipto, como en nuestros países, la técnica y el poder de decisión estaban bien controlados y aun monopolizados por gente bien establecida y de un grupo políticosocial privilegiado. Cuarto, el copero admite que tanto él como el jefe de los panaderos contaron a José sus respectivos sueños y que la interpretación de éste fue cumplida con exactitud. Y justamente el cumplimiento de esos sueños fue instrumentado por el mismo faraón quien con su acción inicial de encarcelamiento y final de liberación y sentencia, queda conectado y responsable en todo este episodio. Este aspecto habrá llamado poderosamente la atención del faraón: ciertas acciones que él realizara dos años atrás fueron “dictaminadas” por un joven esclavo hebreo, desde una cárcel egipcia.
El faraón entonces hace llamar a José quien con urgencia es sacado de la cárcel. Una vez más Dios interviene en la vida de José quien no queda permanentemente olvidado en la cárcel. Lo hace indirectamente haciendo recordar al jefe de los coperos de su experiencia con José. Para ir ante faraón, José se prepara para presentarse en forma digna y respetable.