Job 11:1 Acusaciones de Zofar. Respondió Zofar, el naamatita, y dijo:
Zofar se dirige a Job con más violencia: pide que Dios, en su sabiduría, convenza a Job de su culpa y de la necesidad de arrepentimiento. Añade, además, que el sufrimiento de Job está justificado. Uno es un creyente arrepentido o un arrogante pecador. Job es lo segundo, y debe renunciar a su reclamo de inocencia. Zofar declara que sus palabras son puras , esto es, basadas en una doctrina razonada. Concluye que el arrepentimiento es el único camino para que Job se libre de sus sufrimientos presentes y también escape a la condenación eterna.
Zofar es el tercer amigo de Job en hablar, y el menos cortés. Lleno de ira, atacó ferozmente a Job, diciendo que merecía más castigo, no menos. Zofar tomó la misma posición de Elifaz y de Bildad de que Job sufría debido al pecado, pero su discurso fue mucho más arrogante. Zofar era la clase de persona que tenía una respuesta para todo: fue totalmente insensible a la situación única de Job.
Job 11:2 «¿Las muchas palabras no habrán de tener respuesta? El hombre que habla mucho, ¿será por ello justificado?[a]
Job 11:3 ¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Te burlarás, sin que nadie te avergüence?
Job 11:4 Tú dices: “Mi doctrina es recta, y yo soy puro delante de tus ojos”.
Job 11:5 Mas ¡ah, quién diera que Dios hablara, que abriera para ti sus labios
Job 11:6 y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas![b] Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
Job 11:7 »¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás a la perfección del Todopoderoso?
Job 11:8 Es más alta que los cielos: ¿qué harás? Es más profunda que el seol: ¿cómo la conocerás?
Job 11:9 En longitud sobrepasa a la tierra, y es más ancha que el mar.
Job 11:10 Si él pasa y aprisiona, y si llama a juicio, ¿quién podrá oponérsele?
Job 11:11 Y si él conoce a los hombres vanos, al ver asimismo la iniquidad, ¿no hará caso?
Al tratarlo de «mentiroso» Zofar estaba acusando a Job de estar ocultando faltas y pecados. Aunque su conjetura estaba equivocada, explicó con mucha precisión que Dios lo ve y lo sabe todo. A menudo nos vemos tentados a pensar, «¡nadie se enterará!» Quizá podamos ocultar ante los demás algunos pecados, pero no podemos hacer nada sin que Dios lo sepa. Debido a que nuestros mismos pensamientos son conocidos por Dios, por supuesto que se dará cuenta de nuestros pecados. Job entendía esto al igual que Zofar, pero no se aplicaba al dilema de ese momento.
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