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Salmo 150: Sinfonía Final

Salmo 150:1 ¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario; alabadle en su majestuoso firmamento.

Este versículo nos instruye sobre dónde alabar a Dios: dentro y fuera del santuario.

Todo este salmo sirve de doxología, no sólo al «Libro quinto» sino a toda la colección. Un poderoso llamado a la alabanza, La senda de la alabanza. Los Salmos concluyen con una poderosa apelación a alabar al Señor. Unos salmos constituyen gritos de desesperación, otros están llenos de agradecimiento y algunos contienen instrucciones, basadas en la teología o en la historia, de «alabar a Jehová» por su ser, santidad, poder o benignidad. Pero el clímax se alcanza con un mandato a alabarlo. Debemos alabar a Dios 1) en su santuario, es decir, en su templo terrenal y a través del universo que él ha creado; 2) por sus poderosas obras y de acuerdo con su excelente grandeza. Luego sigue una relación de instrumentos y formas de alabar. Esta lista no es exhaustiva, pero demuestra cuán creativa debe ser nuestra alabanza. Finalmente, en caso de que una persona se sienta poco inclinada a alabarle, la instrucción es clara: si tienes el don divino de la vida, debes alabarle. ¡Aleluya!

Salmo 150:2 Alabadle por sus hechos poderosos; alabadle según la excelencia de su grandeza.

Este versículo nos dice por qué debemos adorar a Dios: a causa a sus prodigios y grandeza .

Salmo 150:3 Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con arpa y lira.

Los versículos 3-5 nos dicen cómo debemos adorar a Dios: con una variedad de instrumentos musicales.

La música y los cánticos eran parte integral de la adoración en el Antiguo Testamento. David introdujo la música en los servicios del tabernáculo y del templo. La música debió haber sido fuerte y de regocijo como da muestra la lista de instrumentos y la presencia de coros y directores de canto. La música era también importante en la adoración en el Nuevo Testamento

Salmo 150:4 Alabadle con pandero y danza; alabadle con instrumentos de cuerda y flauta.

Salmo 150:5 Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos resonantes.

Salmo 150:6 Todo lo que respira alabe al SEÑOR. ¡Aleluya!

En este versículo se nos informa quién debe adorar: todo lo que respira . Termina entonces reafirmando quién es el objeto de adoración: el Señor. Según el comentario final, toda criatura viviente debe alabar al Señor. ¡Aleluya!

respira, neshamah Strong #5397: Aliento, aliento de vida, una persona que respira, un alma viviente. Esta palabra aparece por vez primera en Genesis 2:7, donde Dios infundió en las narices del ser humano el nishmat chayim «el aliento de vida» y este se convirtió en un ser viviente. Nos referimos al tierno relato de cómo el ser humano respiró por primera vez, ayudado completamente por el Creador, quien compartió con él su propio aliento. Dios literalmente enseñó al ser humano cómo respirar. Aquí el salmista aconseja a todo lo que tiene neshamah (aliento) que alabe a Dios.

¿Cómo pudo haber sido más claro el mensaje? El escritor dice a los individuos que alaben a Dios. Qué forma tan adecuada para terminar un libro de alabanza, con un aliento directo para que usted alabe a Dios también. ¡Recuerde alabarlo todos los días!

De alguna manera, el libro de los Salmos hace un paralelo con un viaje espiritual a través de la vida. Comienza presentando al lector dos sendas: el camino a la vida y el camino a la muerte. Si elegimos el de Dios a la vida, enfrentaremos tanto bendiciones como problemas, alegrías como dolores, éxitos como obstáculos. Pero en todo el trayecto, Dios está a su lado, guiándolo, alentándolo consolándolo y protegiéndolo. Cuando la vida del justo llega a su fin, se hace muy evidente que ha escogido el buen camino. Saber esto lo hace alabar a Dios por llevarlo en buena dirección y por la seguridad de que pronto entrará en el mundo perfecto que El tiene guardado para quienes lo han seguido con fidelidad.

Himno. El gran final : aleluya

Los primeros cuatro libros de Salmos terminan con una doxología corta; ahora tenemos el gran final, que expresa el propósito de todo el libro, la alabanza a Dios, que todos le adoren. En heb. halelu H1984 se repite trece veces, que son los ¡Aleluya! al principio y al final, diez imperativos, alabad; y otra exhortación alabe en el versículo 6.

¿De dónde?

Santuario podría ser el universo como su santuario, pero es mejor tomarlo como el templo. Se empieza en el templo pero Dios recibe alabanza de todo el universo.

¿Por qué?

El Salmo es breve; así tiene más impacto. Dios merece alabanza por lo que hace y por lo que es. Sus proezas y su inmensa grandeza señala a todo lo que se ha dicho en los otros 149 salmos.

¿Cómo?
La respuesta es: ¡Con todo! Los varios instrumentos sugieren muchas ocasiones de alabanza: la corneta, fiestas y anuncio de jubileo; danza y pandero, celebraciones y fiestas; instrumentos de cuerda, comunión, devoción, hermosura. Pero más que esto el salmista quiere decir: “Alabadle con todo tipo de instrumentos, con todos los sonidos, ¡con todo!”

¿Quién?

Todo el salterio se dirige a este punto: que ¡Todo lo que respira alabe a Jehová! Es la exhortación a través del libro de los Salmos; es el motivo misionero que se declara a menudo; es el clímax a que se dirige todo el plan redentor de Dios. Es lo que fue profetizado: Por mí mismo lo he jurado;… que delante de mí se doblará toda rodilla, y jurará todo lengua. Es la médula de nuestro servicio a Dios; es la meta de la gran comisión, que toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es Señor.

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