Salmo58:1 Para el director del coro; según tonada de No destruyas. Mictam de David. ¿Habláis en verdad justicia, oh Dioses? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?
Este salmo de terminología tan enérgica constituye un llamado contra la corrupción de los jueces y en favor de la limpieza del sistema judicial en Israel. Se llama imprecatorio. Es una súplica tan intensa por justicia que parece, a primera vista, un llamado de venganza.
El Antiguo Testamento está lleno de referencias acerca de la justicia y es un tema clave en los salmos. Es lamentable, pero muchos jueces y gobernantes en épocas antiguas tomaron la justicia en sus propias manos. Tenían completa autoridad sin responsabilidad alguna y poder para hacer sus leyes. Cuando los jueces terrenales son corruptos, hay muy poca esperanza de justicia en esta vida. Pero Dios ama la justicia y los que lo obedecen verán la justicia perfecta en la eternidad.
Salmo58:2 No, pues en el corazón cometéis iniquidad; la violencia de vuestras manos repartís en la tierra.
La justicia se presenta simbólicamente como una balanza donde se pesa la injusticia equitativamente. Estos jueces, sin embargo, alteraban la balanza utilizando la violencia
Salmo58:3 Desde la matriz están desviados los impíos; desde su nacimiento se descarrían los que hablan mentiras.
Salmo58:4 Tienen veneno como veneno de serpiente; son como una cobra sorda que cierra su oído,
Salmo58:5 que no oye la voz de los que encantan, ni siquiera al más diestro encantador.
Salmo58:6 Oh Dios, rompe los dientes de su boca; quiebra las muelas de los leoncillos, Señor.
Salmo58:7 Que se diluyan como las aguas que corren; cuando disparen sus saetas, que sean como si estuvieran sin punta.
Salmo58:8 Que sean como el caracol, que se deslíe según se arrastra, como los que nacen muertos, que nunca ven el sol.
Salmo58:9 Antes que vuestras ollas puedan sentir el fuego de los espinos, tanto los verdes como los que arden, los barrerá El con torbellino.
Salmo58:10 El justo se alegrará cuando vea la venganza, se lavará los pies en la sangre de los impíos;
Salmo58:11 y los hombres dirán: Ciertamente hay recompensa para el justo, ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra.
El juez más alto de la suprema corte es Dios, ante quien los jueces inferiores deben rendir cuenta.
Entre todas las personas, nuestros líderes nacionales deben ser justos y rectos. Cuando son injustos y corruptos, el pueblo sufre. Los ricos se enriquecen, los pobres se empobrecen más, los políticos arrebatan con violencia el poder de la gente, la nación se deteriora moralmente y se olvida a Dios. Cuando al fin el bien triunfa, «se alegrará el justo». Tenga la seguridad de que habrá un día en que se rendirán cuentas y Dios juzgará con justicia. Cuídese para que nunca esté del lado de la injusticia, no sea que se encuentre parado ante un juez molesto.