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Eclesiastés 1: Todo es vanidad

No hay memoria…. No sólo que las generaciones humanas son pasajeras sino que no habrá memoria de su existencia y de los hechos. Si le preguntáramos al Predicador: ¿qué sucede entonces con la historia?, es probable que nos diría que la historia registra sólo los hechos de los notables y que son incontables los que han vivido en el pasado y de los cuales nada sabemos.

Al terminar en este versículo la primera división de nuestro texto obtenemos el siguiente resultado: No sólo que el hombre es un ser transitorio sino que además está condenado al olvido por lo que sólo puede contar con el presente. Esta es una idea clave del Predicador. Antes que Horacio, el poeta latino, (Odas I, ll. 8) el Predicador afirma: Carpe diem, “aprovecha el presente”. No es sabio vivir para un hipotético futuro, que desconocemos cómo será.

Debajo del sol La expresión debajo del sol que aparece por primera vez no está presente en ningún otro libro de la Biblia a excepción de Eclesiastés, donde ocurre 29 veces en el original hebreo.

En algunas traducciones se dan expresiones equivalentes en castellano tales como: «en este mundo»; «sobre la tierra»; «durante la vida». En la RVA se alterna con la equivalente debajo del cielo.

Es interesante que el predicador recurra una y otra vez a esta frase. Su intención es clara. Con la expresión debajo del sol se da valor de universalidad a las frases que acompaña; nada se escapa al área que circunscribe esta expresión, excepto el cielo (mundo superior) y el Seol (mundo inferior, país de los muertos).

Yo, el Predicador. Pareciera que el Predicador defendiera la validez de su argumentación con dos argumentos: es un rey, supuestamente ilustrado y capaz. Por lo tanto, lo que dice es resultado de su experiencia personal. Habla, como sabio que es, de las experiencias propias, no de lo que otros puedan decir. ¿Comienza aquí propiamente la obra del Predicador? Es difícil contestar a esta pregunta. El posible redactor final aparece fugazmente. De hecho nos encontramos aquí en la indagación de si la sabiduría es el sumo bien del hombre. La respuesta será una rotunda negación.

Dediqué mi corazón. “Me dediqué” como más adelante donde se dice: “hablé con mi corazón” podemos traducirlo como “me dije”. Vanidad y aflicción de espíritu, es una expresión repetida que encontramos y que algunos traducen como “correr tras el viento” o formas parecidas (Biblia de las Américas), forma que nuestra versión anota al pie de página como posible. La idea es que todo en la vida es un trabajo inútil. Lo torcido no se puede enderezar. Posiblemente es un refrán popular que afirma las razones del autor, que es imposible corregir lo malo o lo incorrecto. Aún esto es conflicto de espíritu… quien añade conocimiento añade dolor. Es un melancólico final del primer intento de hallar sentido a la vida. La sabiduría nos enseña a apreciar las cosas en su justa medida, con esto se logra ver lo que realmente son: conflicto de espíritu. La sabiduría halla el sinsentido de la vida antes que su sentido. El versículo 18, posiblemente un proverbio popular, remata el pensamiento del Predicador.

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