El imperativo deja ir es una forma intensiva que significa “libra”, “deja ser libre”, o “da permiso para marchar”. La celebración de una fiesta, que suponía una peregrinación, era algo normal en la religión nómada, y más adelante los hebreos debían presentarse tres veces por año ante Jehová. En árabe la palabra hagg indica la peregrinación a La Meca que los fieles musulmanes realizan por lo menos una vez durante su vida.
La solicitud de permiso para ir al desierto a tres días de camino probablemente indica el tiempo aproximado que la peregrinación tomaría de ida y vuelta. La salida sería una prueba de que el Señor había llamado a Moisés, y el período corto de libertad sería un preludio a la libertad completa que vendría. Probablemente para Moisés la solicitud no era un subterfugio para que el pueblo saliera definitivamente en ese momento.
En el texto no hay ninguna evidencia de que Moisés y Aarón se portaran servilmente o trataran diplomáticamente a faraón. Entraron en la sala de audiencias y anunciaron directamente su propósito. Moisés sabía cómo encontrar la sala sin necesidad de pedir direcciones. También conocía personalmente al faraón sentado sobre el trono de Egipto.
El faraón les respondió en una forma clásica: ¿Quién es Jehová para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová , ni tampoco dejaré ir a Israel. Es decir: “Te conozco a ti, Moisés, pero no conozco a Jehová …” El verbo “conocer” significa “tener una experiencia con” Dios. Faraón no había tenido una experiencia con Jehová y no admitiría que un dios de un pueblo esclavo le indicara lo que debía hacer. Además, no quería dar dignidad alguna a gente esclava al reconocer a su dios.
La pregunta, ¿Quién es Jehová? es fundamental en el desarrollo del libro. Ya que el faraón no lo conocía, o no había tenido una experiencia con él, Moisés le presentaría a Dios por medio de varias señales o plagas: Así sabrán los egipcios que yo soy Jehová , cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. ¡Al final el faraón conoció quien era Jehová ! Las plagas llegaron para ablandar su corazón y dar gloria al poder y la autoridad de Jehová . Por no conocer a Dios en obediencia, el faraón llegó a conocerlo en juicio, como sucede con todos.
Moisés y Aarón respondieron con más tacto, y diplomacia: en vez de usar el nombre Jehová , indicaron que el Dios de los hebreos los había visitado. Esta vez pidieron permiso de hacer un viaje de tres días por el desierto. Con la solicitud agregan una amenaza sutil: una peste y la guerra podrían sobrevenirles si no obedecían la palabra de Jehová . Aunque la amenaza es contra Israel, los egipcios serían afectados adversamente por contagio (peste) o por una invasión.
El faraón no se dejó impresionar: Acusó a Moisés y a Aarón de distraer al pueblo de su trabajo y de hacerlo suspender su labor. Suponía que habían llegado como delegados comisionados por el pueblo para presentar una demanda subversiva. Era consciente del crecimiento numérico del pueblo y pensaba que su pedido religioso era un pretexto para suspender sus quehaceres. Con la acusación el monarca preparaba el camino para agravar el trabajo de los hijos de Israel.
El trabajo agravado.
En vez de responder positivamente al pedido de Moisés, el faraón inmediatamente llamó a los capataces y a los vigilantes y les mandó agravar el trabajo del pueblo. Los “capataces” eran los superintendentes egipcios de brigadas de trabajo, responsables de la dirección de la labor y producción de los esclavos. Los “vigilantes” eran seleccionados de entre los israelitas para servir como intermediarios entre los egipcios y los hebreos; eran responsables de satisfacer las órdenes de sus amos. Sobre ellos recaía cualquier castigo por no cumplir las cuotas asignadas de trabajo, y además representaban a sus conciudadanos ante el faraón.
El faraón retiró la provisión de paja para los adobes; en adelante los israelitas tendrían que recogerla por sí mismos sin reducir la cuota de producción. Los acusó de que por ociosidad pedían permiso para tener un feriado religioso para hacer sacrificios a su Dios. Su respuesta fue: Hágase más pesado el trabajo de los hombres, para que se ocupen en él y no presten atención a palabras mentirosas.
Desde tiempos prehistóricos los egipcios habían usado el adobe en la construcción. La palabra “adobe” viene de los egipcios y llegó al idioma castellano por medio de la lengua arábiga.
Los adobes los hacían con la tierra negra arrastrada por las inundaciones anuales del río Nilo. Con ella preparaban un barro al que mezclaban pasto o paja para que tuviera más consistencia y fuerza. Después lo vaciaban en grandes moldes rectangulares y lo dejaban secar por ocho días al sol ardiente.
En unos frescos egipcios, tal como uno pintado en el siglo XV a. de J.C. en una tumba cerca de Luxor, se representa todo el proceso de fabricación de adobes hecho por prisioneros asiáticos. El relato bíblico concuerda con el escenario repleto de capataces egipcios tratando con vigilantes representantes de brigadas de obreros extranjeros.