Gén 22:1 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Dios probó a Abraham, no para hacerlo tropezar y caer, sino para incrementar la capacidad de Abraham de obedecer a Dios, y así desarrollar su carácter. De la misma manera que el fuego refina al mineral para extraer metales preciosos, Dios nos refina por medio de circunstancias difíciles. Cuando somos probados nos podemos quejar, o podemos tratar de ver cómo Dios nos está forzando para forjar nuestro carácter.
Gén 22:2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
Tierra de Moriah : Puede referirse a lo que después llegó a ser el monte de Sion, el lugar donde se levantó el templo de Jerusalén. El holocausto era una ofrenda que exclusivamente pertenecía a Dios. No está claro por qué Dios escogió un eventual sacrificio humano para probar a Abraham. Dios prohíbe claramente tal práctica. Lo fundamental es obviamente la prueba de la fe.
Uno, único, hijo único, una vida preciosa. Yachid viene del verbo yachad «ser uno». Yachid designa a Isaac, el milagroso hijo de Abraham. Zacarías describe lo que el Mesías representaría un día para los arrepentidos y sufridos ciudadanos de Israel: el primogénito de los que padecen. Aquí, el lugar donde Dios pidió a Abraham que le sacrificara a su hijo Isaac, Dios sacrificó a su propio hijo: las colinas de Moriah en Jerusalén. De singular importancia resulta el hecho de que la frase «hijo unigénito», en el Nuevo Testamento hebreo, es: «Su hijo, su Yachid .
Gén 22:3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
Abraham no informó a nadie acerca de las órdenes recibidas, y mucho menos a Isaac. El drama adquiere fuerza con cada versículo.
Aquella mañana siguiente Abraham comenzó uno de los actos de obediencia más grandes registrados en la historia. Viajó 80 km hasta el monte Moriah cerca de Jerusalén. Con los años había aprendido lecciones muy duras acerca de la importancia de obedecer a Dios. Esta vez obedeció en forma rápida y total. A menudo obedecer a Dios es una lucha, porque puede significar que le entreguemos algo que verdaderamente amamos. No siempre debemos esperar que nuestra obediencia a Dios sea fácil ni que venga en forma natural.
Gén 22:4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
Gén 22:5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
Gén 22:6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
Tomó en su mano el fuego alude a algún material utilizado con el fin de encender una hoguera, como una piedra de pedernal.
No sabemos cómo Abraham llevó el fuego. Tal vez llevó un carbón encendido o un pedernal para encender el fuego.
Gén 22:7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Gén 22:8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
¿Por qué le pidió Dios a Abraham que hiciera un sacrificio humano? Las naciones paganas practicaban los sacrificios humanos, pero Dios mismo los condenaba como un terrible pecado (Lev_20:1-5). Dios no quería la muerte física de Isaac, pero quería que Abraham sacrificara en su corazón a Isaac para que se convenciera de que amaba más a Dios que a su hijo prometido y largamente esperado. En realidad, Dios estaba probando a Abraham. El propósito de las pruebas es fortalecer nuestro carácter e incrementar nuestra consagración a Dios y su agenda. A través de esta experiencia difícil, Abraham aprendió sobre su compromiso de obedecer a Dios. También aprendió sobre la habilidad de Dios para resolver.
Gén 22:9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
Gén 22:10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Gén 22:11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Gén 22:12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.