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Génesis 35: Dios bendice a Jacob en Bet-el

Los hijos de Jacob

Gén 35:22 Aconteció que cuando moraba Israel en aquella tierra, fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel. Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce:

La indiscreción de Rubén le costó más tarde su primogenitura.

El pecado de Rubén fue muy costoso, aunque no en forma inmediata. Como hijo mayor, merecía una doble porción de la herencia de la familia y una posición de líder entre su pueblo. Quizá Rubén pensó que se saldría con la suya. No se mencionó nada más hasta que Jacob, en su lecho de muerte, reunió a su familia para la bendición final. Para sorpresa de todos, Jacob le quitó a Rubén su doble porción y se la dio a otro. ¿Por qué? «Por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado».

Las consecuencias de nuestro pecado pueden azotarnos mucho después de que lo cometimos. Cuando hacemos algo malo pensamos que podemos escapar sin que se den cuenta, pero después vemos que el pecado ha tenido serias consecuencias.

Gén 35:23 los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

Gén 35:24 Los hijos de Raquel: José y Benjamín.

Gén 35:25 Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí.

Gén 35:26 Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram.

Muerte de Isaac

Gén 35:27 Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.

Jacob arribó finalmente a la casa de su padre , no meramente para una visita, sino con todas sus pertenencias. Aparentemente, Isaac había vivido enfermo y totalmente ciego durante varios años.

Gén 35:28 Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años.

Gén 35:29 Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos.

El Pacto y su continuación

La pregunta obvia es como queda el pacto ante esta nueva situación de peligro. Humanamente hay varias opciones: El exilio, la búsqueda de alianza con algún grupo étnico como lo hicieran Abraham e Isaac, la resistencia armada con esperanza de victoria o la renuncia a las promesas del pacto. Consistente con su transformación espiritual, Jacob busca la solución que más conviene a la continuación del pacto.

(1) Dios ordena a Jacob que resida en Betel. Ante la situación de peligro, Jacob acude a Dios, quien en esta situación tan crítica manifiesta su misericordia y fidelidad proveyendo protección a Jacob y confirmándole el pacto. Para protección ante alguna represalia de los cananeos, Dios le indica ir a Betel, lugar donde por primera vez Dios se le había aparecido. Una de las promesas del voto de Jacob al huir de Esaú fue el de volver a Betel y establecer allí un santuario a Dios. Ahora Dios específicamente le pide el cumplimiento de dicho voto.

Al partir para Betel, Jacob reconoce que va a un encuentro de adoración a Dios. La adoración a Dios implica siempre consagración y fidelidad. No es un simple acto externo y formal sino incluye serios compromisos que abarcan la totalidad del ser humano. En reconocimiento al verdadero acto de adoración, Jacob prepara a su gente moral y ritualmente. La preparación moral consiste en un renunciamiento a una vida infiel y pecaminosa a Dios evidenciada por los dioses extraños en poder de ellos. Raquel había traído los ídolos de su padre y seguramente otros siervos habrían traído sus ídolos y amuletos religiosos que servían de ocasión a actos pecaminosos. La lealtad suprema a Dios fue siempre el primer requisito de relación con Dios. El primer mandamiento del decálogo lo especificaría muy bien más tarde. Y siempre la infidelidad es la tentación más grande del hombre. La preparación ritual, propia para un acercamiento de adoración a Dios, consiste en una purificación y cambio de vestidos indicando así una disposición completa a Dios. Siempre la pureza ritual complementa y evidencia la pureza espiritual. En el acercamiento al Dios verdadero y Santo, las personas deben prepararse física, moral, mental y espiritualmente. La purificación ritual, además de servir de distinción al pueblo de Dios, servía también para recordar la seriedad del pecado y mantener reverencia en la relación con Dios. Uno no podía acercarse a Dios de cualquier manera. Jacob identifica a Dios como el que me respondió en el día de mi angustia y ha estado conmigo. Jacob había pasado ya muchas angustias. Pero su Dios personal y de relación permanente lo había librado de todas ellas. La gente responde positivamente. Aquí vemos la influencia de un líder en su familia y su gente. Jacob deja escondido todo lo recogido en Siquem.

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