Ahora bien: el primer tabernáculo también tenía su liturgia y santuario, que eran un símbolo terrenal de realidades celestiales. Porque el primer tabernáculo estaba preparado con el candelabro y la mesa de los panes de la proposición en lo que se llamaba el Lugar Santo. Detrás de la segunda cortina estaba la parte del tabernáculo que se llamaba el Lugar Santísimo. Se accedía a él por el altar de oro del incienso, y allí estaba el Arca del Pacto, cubierta de oro por todas partes, que contenía una urna de oro con maná, la vara de Aarón que reverdeció y las Tablas del Pacto. Por encima del Arca estaban los querubines gloriosos que daban sombra al propiciatorio; pero no es éste el lugar para hablar de todas estas cosas en detalle.
El autor de Hebreos ha estado tratando de Jesús como el Que nos introduce en el mundo de la realidad. Ha hecho uso de la idea de que, en este mundo, no tenemos más que copias imperfectas de lo que es verdaderamente real. El culto que puede ofrecer la humanidad no es más que una sombra fantasmagórica del Culto real que sólo puede ofrecer Jesús, el verdadero Sumo Sacerdote. Pero, aunque está pensando en eso, se retrotrae con el pensamiento al tabernáculo -no el templo, téngase en cuenta-. Recuerda conmovido su belleza; se detiene a considerar cariñosamente sus preciosos componentes. Y la idea que sobresale entre todas es: Si el culto terrenal era tan hermoso, ¿cómo será el verdadero Culto? Si todas esas cosas preciosas del tabernáculo eran sólo una sombra de la realidad, ¡cuán superior será la belleza de la realidad misma! No se detiene en los detalles del tabernáculo; sólo alude a algunos de sus tesoros. Era todo lo que necesitaba de momento, porque sus lectores conocían todas las glorias del tabernáculo y las
tenían bien grabadas en la memoria. Pero nosotros no las conocemos tan bien; así es que, veamos cómo era la belleza del tabernáculo terrenal, teniendo siempre presente que era sólo un pálido reflejo de la realidad.
La descripción principal del tabernáculo del desierto se encuentra en Éxodo 25-31 y 35-40. Dios le dijo a Moisés: «Hazme un santuario para que more entre ellos» (Éxodo 25:8). Se construyó con las ofrendas voluntarias de la gente (Éxodo 25:1-7), que dio con tal generosidad que hubo que decirle que ya no hacía falta más (Éxodo 35:5-7).
El atrio del tabernáculo tenía 50 metros de largo por 25 de ancho (calculando que el codo tenía medio metro aproximadamente; más exactamente se calcula que eran 45 cm.). Estaba rodeado con una valla de cortina de lino torcido, de dos metros y medio de altura. El lino blanco se usaba para el Lugar Santísimo que rodeaba la presencia de Dios. Sostenían la cortina veinte columnas en cada uno de los lados Norte y Sur, y diez en los lados Este y Oeste. Las columnas descansaban en basas de bronce y tenían capiteles de plata. Había sólo una entrada, al Este, de diez metros de ancho por dos y medio de alto. Estaba hecha de lino fino torcido con azul, púrpura y carmesí. En el Atrio había dos cosas: el altar de bronce, cuadrado, de dos metros y medio de lado por metro y medio de altura, de madera de acacia recubierta de bronce; encima tenía una reja de bronce sobre la que se colocaban los sacrificios; y tenía cuatro cuernos en las cuatro esquinas a los que se ataban las víctimas. Estaba la fuente de bronce, que se hizo «de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de Reunión» (Éxodo 38:8). (No existían en aquellos tiempos espejos de vidrio). No se nos dan las medidas de la fuente, en la que se bañaban los sacerdotes antes de llevar a cabo sus deberes sagrados.
El tabernáculo mismo estaba construido con cuarenta y ocho vigas de madera de acacia de 5 metros de alto por 75 centímetros de ancho. Estaban recubiertas de oro puro, y se apoyaban en basas de plata. Estaban unidas por fuera por medio de barras de madera, y por una barra que les pasaba por el centro. El tabernáculo estaba dividido en dos partes. La primera -los terceras partes del total- era el Lugar Santo; la parte interior -e1 otro tercio- era un cubo de 5 metros de lado que era el Lugar Santísimo. Cinco pilares de bronce sostenían el velo que había delante del Lugar Santo, que estaba hecho de lino torcido azul, púrpura y carmesí. En el Lugar Santo había tres cosas.