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Lamentaciones 4: Consecuencias de la infidelidad de Israel

Lamentaciones 4:1 ¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Las estrofas de tres versos del capítulo 3 aparecen ahora seguidas por estrofas de dos versos; y en el capítulo 5 serán de un solo verso, al tiempo que se abandona el formato de acróstico. Es posible que esto se haya hecho así a propósito para indicar el desenlace de lo que se destaca en el capítulo 3.

Este capítulo contrasta la situación anterior al sitio de Jerusalén con la situación que lo precedió. Los sonidos y señales de prosperidad se fueron debido al pecado del pueblo. Este capítulo nos advierte a no suponer que cuando la vida va bien, siempre seguirá así. Debemos evitar gloriarnos en nuestra prosperidad para que no caer en bancarrota espiritual.

Cuando una ciudad estaba bajo sitio, la muralla de la ciudad, construida para dar protección, sellaba a la gente que estaba en su interior. No podían salir a los campos en busca de comida ni agua debido a que el enemigo estaba acampado alrededor de ella. Cuando los alimentos se terminaron en la ciudad, el pueblo observó que sus enemigos cosechaban y comían el producto de los campos. El sitio era una prueba de voluntad para ver quién resistía más. Jerusalén estuvo sitiada durante dos años. La vida se volvió tan difícil que el pueblo hasta se comía a sus hijos y los cadáveres los dejaban para que se pudrieran en las calles. Se perdió toda esperanza.

Lamentaciones 4:2 Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Los judíos definían las cualidades de su tierra con los términos oro , buen oro , y piedras del santuario; y llamaban a sus hijos preciados y estimados más que el oro puro . Esto hacía más penoso el contraste con su condición actual.

Lamentaciones 4:3 Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros; La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.

Los avestruces eran famosos por abandonar sus huevos para que el sol los empollara. La terrible situación ha transformado los sentimientos maternales en este tipo de indiferencia.

Lamentaciones 4:4 La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed; Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

Lamentaciones 4:5 Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles; Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.

Lamentaciones 4:6 Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

Israel había gozado de mayores privilegios que Sodoma. Esto significa que le correspondían mayores obligaciones y que debía asumir una mayor responsabilidad por su pecado.

Sodoma, destruida por el fuego que bajó del cielo debido a la maldad (Génesis 18.20-19.29), llegó a ser un símbolo del juicio final de Dios. ¡Aun así el pecado de Jerusalén fue mucho mayor que el de Sodoma!

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