Nehemías 4:1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.
Se pretende ridiculizar a los constructores, pero Nehemías es inmune al menosprecio porque sirve a alguien que está por encima de todos, su Dios. Su oración, que clama por el castigo de los enemigos de la causa de Dios, puede que haya sido influenciada por el Salmo 109, que es un llamado al juicio contra los enemigos de la causa de Dios.
Sanbalat era gobernador de Samaria, la región justo al norte de Judea, donde Jerusalén estaba ubicada. Probablemente, Sanbalat había esperado ser gobernador de Judea también, pero la llegada de Nehemías echó a perder sus planes. Sanbalat trató de ahuyentar a Nehemías o al menos desalentarlo con burlas, amenazas y fanfarronadas.
Casi trescientos años antes del tiempo de Nehemías, el reino del norte de Israel fue conquistado y la mayor parte del pueblo fue llevado cautivo. El rey Sargón de Asiria volvió a poblar Israel con los cautivos de otras tierras. Estos cautivos a la larga se casaron con los pocos judíos que permanecieron en la tierra para formar una raza mixta de personas que llegaron a ser conocidas como samaritanos. Los que regresaron a Jerusalén y a la región sur de Judea durante los días de Esdras y Nehemías no querían tener nada que ver con estas personas, ya que los consideraban de raza impura. Las relaciones entre estos dos grupos fueron empeorando progresivamente y cuatrocientos años más tarde los judíos y los samaritanos todavía se odiaban.
El ridículo puede herir profundamente, y causar desaliento y desesperación. Sanbalat y Tobías utilizaron el ridículo para tratar de disuadir a los judíos de construir el muro. En vez de intercambiar insultos, sin embargo, Nehemías oró y la obra continuó. Cuando se burlen de usted por su fe o lo critiquen por hacer lo que es correcto, absténgase de responder de la misma manera y no se desaliente. Dígale a Dios cómo se siente y recuerde que El prometió estar con usted. Esto le animará y fortalecerá para continuar.
Nehemías 4:2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
Nehemías 4:3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.
Nehemías 4:4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio.
Nehemías no está clamando por venganza, sino que pide que la justicia de Dios se imponga. Su oración es similar a muchas de las peticiones de David
Nehemías 4:5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban.
Nehemías 4:6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.
Para que el proyecto tuviera éxito en el pueblo tenía que combinar una buena disposición con un buen trabajo.
La obra de reconstrucción del muro progresó bastante bien debido a que el pueblo había puesto su corazón en realizar la tarea. No perdieron la esperanza ni se rindieron, sino que perseveraron en el trabajo. Si Dios lo ha llamado para que lleve a cabo una tarea, determínese a finalizarla, aun cuando tenga que enfrentar oposición o desaliento. Las recompensas de un trabajo bien hecho valen el esfuerzo.