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Romanos 13: El cristiano y el estado

Era la constante y reconocida enseñanza de la Iglesia Cristiana que había que obedecer y orar por el poder civil, aunque estuviera personificado en un Nerón.

¿Qué pensamiento y creencia hay detrás de todo esto?

(i) En el caso de Pablo había una razón inmediata para que hiciera hincapié en la obediencia civil. Los judíos eran notorios como rebeldes. Palestina, y especialmente Galilea, estaba bullendo constantemente de insurrección. Sobre todo, estaban los celotas, que estaban convencidos de que no debía haber más rey para los judíos que Dios, y que no se debía pagar tributo a nadie más que a Dios. Tampoco se conformaban con una resistencia pasiva. Creían que Dios no los ayudaría más que si se embarcaban en acción violenta para ayudarse a sí mismos.

Su intención era hacer cualquier gobierno civil imposible. Se los conocía como los «dagados». Eran nacionalistas fanáticos conjurados para usar métodos terroristas, no sólo contra los romanos, sino hasta el punto de destruir las casas, quemar las cosechas y hasta asesinar a las familias de sus compatriotas judíos que pagaran tributo al Imperio Romano.

Pablo no le encontraba ningún sentido a una actitud así. Esa era la negación más absoluta de la conducta cristiana. Y sin embargo, por lo menos para una parte de la nación judía, eso era lo normal. Puede que Pablo estuviera escribiendo aquí tan claramente porque quería disociar el Cristianismo de cualquier insurreccionismo judío, y dejar totalmente claro que los cristianos eran buenos ciudadanos.

(ii) Pero hay algo más que una situación coyuntural en la relación entre los cristianos y el estado. Puede ser verdad que Pablo tuviera en mente las circunstancias que causaban las insurrecciones judías, pero tenía otras cosas también. Lo primero y principal es que nadie puede ni debe disociarse totalmente de la sociedad en la que vive. Nadie puede, en conciencia, optar por desligarse de la nación. Como parte de ella, disfruta de ciertos beneficios que no podría tener si viviera aislado; pero no puede reclamar los privilegios y evitar las obligaciones. De la misma manera que forma parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, también forma parte del cuerpo de la nación; no hay tal cosa en el mundo como individualismo aislacionista. La persona tiene deberes para con el estado, que debe cumplir aunque el que esté en el trono sea Nerón.

(iii) El ciudadano debe al estado la protección. Era una de las ideas platónicas que el estado existe para garantizar la justicia y la seguridad, y para proteger al hombre de las bestias y de «los» bestias, es decir, de la gente salvaje, dentro y fuera del país.

«La gente -se ha dicho- se reunía como un rebaño detrás de un muro para sentirse a salvo.» Un estado es esencialmente un cuerpo de personas que se han aliado para mantener ciertas relaciones mutuas mediante el cumplimiento de ciertas leyes. Sin esas leyes y el consentimiento general de cumplirlas, el malvado fuerte y egoísta se haría con el poder; el más débil estaría indefenso; la vida no tendría más ley que la de la selva. Todas las personas ordinarias deben su seguridad al estado, y tienen por tanto una responsabilidad para con él.

(iv) La gente ordinaria debe al estado una gran gama de servicios que viviendo individualmente no podría disfrutar. Sería imposible que todos tuviéramos agua corriente, alcantarillado, electricidad, transporte y un largo etcétera. Todo esto sólo es posible cuando se está de acuerdo en vivir en sociedad. No estaría bien que uno disfrutara de todo lo que provee el estado sin cumplir sus obligaciones. Esa es una razón que obliga al cristiano a ser un buen ciudadano y cumplir todos sus deberes como tal.

(v) Pero la principal razón que veía Pablo era que el Imperio Romano era el instrumento divinamente ordenado para salvar al mundo del caos. Quitad el imperio, y el mundo se desintegraría en pavesas. Fue en realidad la pax romana lo que hizo posible la expansión misionera del Cristianismo. Idealmente las personas deben estar unidas por el amor cristiano; pero no lo están; y el cemento que las mantiene unidas es el estado.

Pablo vio en el estado un instrumento en las manos de Dios para preservar al mundo del caos. Los administradores del estado estaban cumpliendo un papel importante en una gran tarea. Lo supieran o no, estaban haciendo un trabajo ordenado por Dios, y el deber del cristiano es ayudar y no dificultar.

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