Sal 86:1 Oración de David. Inclina, oh SEÑOR, tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado.
Este es el único salmo en el «Libro tercero» atribuido a David, y es el único que usa el término Adonai (Dios) siete veces, prefiriéndolo a Jehová, el nombre del Dios del pacto.
Sal 86:2 Guarda mi alma, pues soy piadoso; tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en ti confía.
Sal 86:3 Ten piedad de mí, oh Señor, porque a ti clamo todo el día.
Sal 86:4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, elevo mi alma.
Sal 86:5 Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan.
Generosamente perdonados , para perdonar con generosidad, AMOR FRATERNAL. Esta crucial sentencia está dirigida a cambiar la vida en ambos términos de la ecuación:
1) en nuestra recepción del amor divino y su misericordioso perdón y
2) en nuestro reciprocar el perdón tal y como lo recibimos. Las virtudes de la bondad y el perdón son atributos engendrados por nuestro Padre celestial, y deben hallarse en nuestras vidas. Dios espera que seamos como él, es decir, que estemos prestos a perdonar las transgresiones de nuestro prójimo con la abundante misericordia que nos ha mostrado. «Grande» viene del hebreo rab que significa «abundantemente, con exceso». Dios no quiere que racionemos nuestra misericordia y nuestro perdón. Está buscando gente que reparta misericordia y perdón ilimitadamente.
Sal 86:6 Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y atiende a la voz de mis súplicas.
Sal 86:7 En el día de la angustia te invocaré, porque tú me responderás.
Algunas veces nuestros problemas o dolores son tan grandes que lo único que podemos hacer es gritar a Dios: «Guarda mi alma». Y a menudo, cuando no vislumbramos alivio alguno, todo lo que podemos hacer es recordar la grandeza de Dios y aguardar que vengan días mejores. La convicción de que Dios responde las oraciones nos debe sostener en tiempos difíciles.
Sal 86:8 No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor, ni hay obras como las tuyas.
Estos dioses son ídolos y seres míticos que los paganos llaman dioses. David no está aceptando el politeísmo
Sal 86:9 Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre.