La última profecía de Eliseo y su muerte
La flecha disparada hacia Siria
Este pasaje consiste del testamento o bendición de un hombre de Dios a punto de morir (comp. otros testamentos proféticos de Noé, Isaac, Jacob, Moisés y David. En las palabras existía un poder para influir en el futuro. Eran palabras vivas. El profeta, posiblemente entre los 80 y 90 años, deseaba dejar un legado de victoria para Israel.
Eliseo, un anciano de influencia en y fuera de Israel por los últimos 50 años durante los reinos de 6 reyes, moría de su última enfermedad; con dolor el rey Joás lo visitó y repitió las mismas palabras de Eliseo cuando Elías ascendió al cielo. Este lamento del rey admitió sin ningún sentimiento de vergüenza cuánto dependía él del profeta. Es probable que veía en Eliseo un sustituto divino por la fuerza militar ya muy debilitada. Mientras vivía Eliseo, tenía en él los caballos y carros suficientes, pero con su muerte se quedaría sin armas y sin defensa. Además, tenía que estar agradecido al profeta, porque fue precisamente él quien mandó al joven profeta a ungir a Jehú, su padre, como rey. Es decir, el hecho de que él fuera rey se debía en gran medida a este profeta, y posiblemente por eso sus palabras de cariño o de afecto: !Padre mío!. Además, la frase sugiere la posición de respeto y autoridad que él tenía en los ojos de los líderes del país
No obstante, la preocupación del profeta en ese momento no fue por sí mismo o por su edad avanzada, sino por su país que estaba sufriendo opresión de parte de los sirios. De la misma manera, las últimas preocupaciones de Elías fueron por un discípulo y sucesor más bien que por sí mismo. Que el rey descendió puede sugerir la posición geográfica, ya que Samaria estaba encima de una colina y posiblemente el profeta pasó sus últimos días en Gilgal, Jericó o Abelmejola, su pueblo natal.
Sin demora, Eliseo le dijo a Joás que tomara un arco y flechas, y que las disparara por la ventana hacia el oriente. El rey obedeció sus instrucciones al pie de la letra. El oriente era la dirección donde hacía falta la victoria sobre Siria, pues ese territorio de Israel había caído en manos del enemigo. Cuando la flecha fue tirada, el profeta anunció que se trataba de la flecha de victoria de Jehová contra Siria en Afec. Este acto no era solamente una ayuda visual sino combinaba el simbolismo con el poder de la palabra profética para poner en movimiento el futuro. La victoria sería nada más que un don de la gracia de Dios, porque la flecha de victoria pertenecía al Señor. Los actos proféticos tenían sus raíces en la creencia en la palabra de Jehová como la expresión de su voluntad para Israel. Eran miniaturas de los eventos que representaban. Este acto profético se parece al mantenimiento de las manos de Moisés en el aire (Exo_17:8-13), la lanza usada por Josué cerca de Hai, los cuernos de hierro de Sedequías y la destrucción de la vasija por Jeremías.
Las flechas golpeadas tres veces y su significado. Luego, una vez que el rey sabía del significado de las flechas, Eliseo le dijo a Joás que golpeara la tierra con ellas. El rey golpeó solamente tres veces antes de detenerse. El viejo profeta se enojó con él y lo reprendió por no haber golpeado cinco o seis veces, pues en ese caso hubiera derrotado a Siria hasta acabar con ella, pero ahora la vencería solamente en tres batallas. La timidez del nieto de Jehú le hizo fracasar en la prueba de la agresividad; le faltaba perseverancia y determinación; posiblemente consintió en golpear únicamente para complacer o dar gusto a un viejito en el lecho de muerte; y por eso lo hizo por llenar las apariencias; estaba satisfecho con actos fríos e indiferentes. Al rey le faltaba la fe en el profeta y sus palabras, por eso no tendría nada más que una victoria parcial sobre los sirios.
Efectivamente, la palabra profética siempre se cumplió durante el reinado de Joás, pero su cumplimiento fue aun mayor bajo Jeroboam II, el próximo rey, pues logró una victoria completa sobre Damasco, la cual pudo haber disfrutado Joás. Pero una fe incompleta haría posible nada más que una victoria parcial. Esencial en estos acontecimientos es la idea de que Dios era el que controlaba la historia y el hombre de Dios era su instrumento y guía. La política basada en el poder y el racionalismo no manejaba toda la historia, porque detrás de ella estaban los poderes espirituales que podían más. Sin embargo, es importante notar que Dios obraba a través de los seres humanos.