Ministerio basado en principios bíblicos para servir con espíritu de excelencia, integridad y compasión en nuestra comunidad, nuestra nación y nuestro mundo.

Logo

Génesis 11: La Torre de Babel

Gén 11:1  Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.

Gén 11:2  Y aconteció que cuando salieron de oriente,  hallaron una llanura en la tierra de Sinar,  y se estabecieron allí.

La tierra de Sinar no ha sido identificada.

Gén 11:3  Y se dijeron unos a otros:  Vamos,  hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego.  Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra,  y el asfalto en lugar de mezcla.

Gén 11:4  Y dijeron:  Vamos,  edifiquémonos una ciudad y una torre,  cuya cúspide llegue al cielo;  y hagámonos un nombre,  por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

La torre de Babel probablemente era un zigurat, estructura común en esa época en la región de Babilonia. La mayoría de las veces construidos como templos, parecían pirámides con escalones o rampas laterales ascendentes. Un zigurat medía aproximadamente 90 metros de altura y a menudo lo mismo de ancho, por lo que era el punto central de la ciudad. La gente de esta historia construyó su torre como un monumento a su propia grandeza. La Torre de Babel:   La llanura entre los ríos Tigris y Eufrates era geográficamente perfecta para la ciudad y torre «cuya cúspide llegue al cielo».

La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo. Pero era un monumento dedicado a la gente misma y no a Dios. A veces construimos monumentos a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo importante) para llamar la atención. Esto puede no ser malo en sí, pero cuando los usamos para jactarnos y gloriarnos, toman el lugar de Dios en nuestras vidas. Somos libres para desarrollarnos, pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios. ¿Qué torres ha construido usted en su vida?

Gén 11:5  Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.

Gén 11:6  Y dijo Jehová:  He aquí el pueblo es uno,  y todos éstos tienen un solo lenguaje;  y han comenzado la obra,  y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.

Gén 11:7  Ahora,  pues,  descendamos,  y confundamos allí su lengua,  para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Gén 11:8  Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra,  y dejaron de edificar la ciudad.

Los descendientes de Noé retornaron rápidamente a sus costumbres paganas, por lo tanto, Jehová decidió confundir su lengua y entonces los esparció . . . sobre la faz de toda la tierra. Lo que ellos pretendieron convertir en un monumento a los esfuerzos humanos se transformó en un símbolo del castigo divino al orgullo y a la autosuficiencia.

Gén 11:9  Por esto fue llamado el nombre de ella Babel,  porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra,  y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

Babel se deriva del hebreo balal  que significa «trastornado» o «confundido». Más tarde, los babilonios interpretaron «Babel» como «la puerta del dios». La mayoría de los especialistas vincula a esta ciudad con Babilonia, la cual se convirtió finalmente en sinónimo de la última ciudad malvada que persiguió al pueblo de Dios (Ap 17; 18). Aquí encontramos las respuestas del porqué hay tantas lenguas sobre la tierra y por qué se extendió tan rápidamente la especie humana después del diluvio. Del nacimiento de Arfaxad a la emigración de Abraham hay nueve generaciones, 365 años.

La confusión y dispersión de la humanidad

11:1-9. La construcción de la torre de Babel ilustra el rechazo continuo del hombre de depender de Dios y obedecer el propósito divino para la humanidad. Esta sección complementa al cap. 10 y provee la explicación adecuada a la diversidad de lenguas y naciones y al estado de confusión y desunión en que vive la humanidad.

Gén 11:10  Estas son las generaciones de Sem:  Sem,  de edad de cien años,  engendró a Arfaxad,  dos años después del diluvio.

Gén 11:11  Y vivió Sem,  después que engendró a Arfaxad,  quinientos años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:12  Arfaxad vivió treinta y cinco años,  y engendró a Sala.

Gén 11:13  Y vivió Arfaxad,  después que engendró a Sala,  cuatrocientos tres años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:14  Sala vivió treinta años,  y engendró a Heber.

Heber es probablemente el descendiente de Sem del cual provienen los hebreos.

Gén 11:15  Y vivió Sala,  después que engendró a Heber,  cuatrocientos tres años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:16  Heber vivió treinta y cuatro años,  y engendró a Peleg.

Gén 11:17  Y vivió Heber,  después que engendró a Peleg,  cuatrocientos treinta años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:18  Peleg vivió treinta años,  y engendró a Reu.

Gén 11:19  Y vivió Peleg,  después que engendró a Reu,  doscientos nueve años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:20  Reu vivió treinta y dos años,  y engendró a Serug.

Gén 11:21  Y vivió Reu,  después que engendró a Serug,  doscientos siete años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:22  Serug vivió treinta años,  y engendró a Nacor.

Gén 11:23  Y vivió Serug,  después que engendró a Nacor,  doscientos años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:24  Nacor vivió veintinueve años,  y engendró a Taré.

Gén 11:25  Y vivió Nacor,  después que engendró a Taré,  ciento diecinueve años,  y engendró hijos e hijas.

Gén 11:26  Taré vivió setenta años,  y engendró a Abram,  a Nacor y a Harán.

La longevidad estaba decreciendo rápidamente, desde los 950 años de Noé a los 175 años de Abraham, en sólo 10 generaciones. A esta reducción se alude simbólicamente en Gen_6:3 (120 años). El Psa_90:10 disminuirá posteriormente la expectativa de vida de una persona a la cifra simbólica de 70 años.

Gén 11:27  Estas son las generaciones de Taré:  Taré engendró a Abram,  a Nacor y a Harán;  y Harán engendró a Lot.

Abram nació cinco generaciones después de Babel.

En Génesis 9:24-27 leemos acerca de la maldición que Noé pronunció contra Canaán, el hijo de Cam (Génesis 10:6), antepasado de los malvados cananeos. Aquí y en 10.22-31 se ofrece una lista de los descendientes de Sem, que fueron bendecidos (9.26). De la línea de Sem provienen Abram y toda la nación judía que conquistaría Canaán en los tiempos de Josué.

Gén 11:28  Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento,  en Ur de los caldeos.

Ur aparece tres veces en Génesis. Probablemente se encontraba en el Irak meridional moderno. Jos_24:2 afirma que Taré servía a «otros dioses» cuando se hallaba más allá del río éufrates, en Harán.

Abram creció en Ur de los caldeos, una ciudad importante del mundo antiguo. Los arqueólogos han descubierto allí evidencias de una civilización floreciente en los días de Abram. La ciudad comerciaba extensamente con sus vecinos y contaba con una gran biblioteca. Debido a que creció en Ur, Abram probablemente recibió una buena educación.

Gén 11:29  Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres;  el nombre de la mujer de Abram era Sarai,  y el nombre de la mujer de Nacor,  Milca,  hija de Harán,  padre de Milca y de Isca.

Gén 11:30  Mas Sarai era estéril,  y no tenía hijo.

Gén 11:31  Y tomó Taré a Abram su hijo,  y a Lot hijo de Harán,  hijo de su hijo,  y a Sarai su nuera,  mujer de Abram su hijo,  y salió con ellos de Ur de los caldeos,  para ir a la tierra de Canaán;  y vinieron hasta Harán,  y se quedaron allí.

Taré salió de Ur para ir a Canaán, pero se estableció en Harán. ¿Por qué se detuvo a mitad del camino? Pudo haber sido por causa de su salud, el clima o el miedo. Pero esto no cambió el llamamiento de Abram («Pero Jehová había dicho a Abram», 12.1). Abram respetaba el liderazgo de su padre, pero cuando Taré murió, se trasladó a Canaán. La voluntad de Dios puede venir en etapas. Al igual que el tiempo que pasaron en Harán fue un período de transición para Abram, Dios puede darnos períodos de transición y tiempos de espera para ayudarnos a depender de El y confiar en sus planes. Si pacientemente hacemos su voluntad en los períodos de transición, estaremos mejor preparados para servirle como debemos cuando El nos llame.

Gén 11:32  Y fueron los días de Taré doscientos cinco años;  y murió Taré en Harán.

Las genealogías sirven aquí de vínculo transicional entre el período inaugural del hombre y el período patriarcal, cuando Dios inicia el último proceso de redención.

División de naciones

En 10:5, 20, 31 se nos cuenta cómo la humanidad se integra según la geografía, idioma, raza y organización política. Cada una de las clasificaciones no es pura, sin embargo la más fácil de establecer es la división política (naciones).

La actitud desafiante de la humanidad se ve a través de las siguientes acciones: Las naciones del mundo en su unidad y relación mutua deciden cooperar en un proyecto de afirmar su grandeza y evitar ser esparcidos perdiendo así poder. Este proyecto se concreta en la construcción de una ciudad central y permanente con una torre. Para lograr estas construcciones se establecen en Sinar, lugar de Mesopotamia, rico en recursos naturales y concentran allí el uso de todo el avance tecnológico alcanzado. Este avance les permite transformar la materia bruta de la tierra en productos más duraderos y de fácil utilización. La ciudad se identifica como Babel o Babilonia, que luego es mencionada repetidamente en la Biblia. Situada sobre el río Eufrates, en territorio que hoy pertenece a Iraq, llega a ser una de las ciudades más avanzadas culturalmente y la capital del poderoso imperio caldeo. La torre referida sugiere algo similar a lo que se conoce como zigurat. Esta torre, según datos arqueológicos, era una construcción de seis bloques cuadrados enormes en forma de gradas puestos uno encima del otro. Los caldeos usaron luego como lugar de adoración a su dios, construyendo un templo en la cima, con la creencia de que así podían llegar a la divinidad al conectar la tierra con el cielo. Sin duda alguna, el proyecto era un desafío a la soberanía de Dios y a su propósito para con la humanidad. Este proyecto “Babilonia” es una civilización apoyada sólo en la autonomía y recursos humanos que rehúsa al Creador y pierde la capacidad de oír a Dios. Es una sociedad secular y humanista, de cualquier lugar y de cualquier época, que ubica al hombre en el centro del universo y lo erige como un dios. Se constituye por tanto en la civilización desafiante a Dios y enemiga del propósito redentor de Jesucristo (Hechos 4:25-27). En la venida del Señor, esta civilización no redimida será finalmente enjuiciada y destruida (Apocalipsis 18).

Frente a esta actitud desafiante, Dios responde con justicia, pero usando la misericordia en fidelidad a su naturaleza amorosa y la promesa de no destruir totalmente a la humanidad. En primer lugar, Dios reconoce que el proyecto de los hombres se debe a la unidad y al acuerdo mutuo de desafío. En segundo lugar, Dios, en su divinidad completa o trinitaria —como en otros casos de importante intervención divina— decide truncar el proyecto que alejaría a la humanidad del propósito divino y causaría su destrucción prematura. Dos acciones de Dios logran este propósito: Confunde el lenguaje de los hombres y los dispersa sobre la faz de la tierra. La confusión del lenguaje no es tan sólo la diversidad de idiomas que crea barreras a las naciones, sino más bien la diversidad de intereses y ambiciones que mantienen a las naciones desunidas y en constante conflictos y guerras.

A través de la historia humana, grupos de naciones por decisión voluntaria o por imposiciones, con fundamentos políticos o religiosos, se han unido, se han engrandecido y han creado civilizaciones que rechazan a Dios —volviéndose idólatras— y violan el propósito divino para la humanidad. Las violaciones más comunes son las de opresión política y social, explotación comercial desequilibrada que enriquece a unos pocos y empobrece a otros, depredación de recursos naturales para satisfacer deseos egoístas y ambiciones desenfrenadas. Se han dado expresiones más violentas como la práctica de la esclavitud, destrucciones de territorios, razas y culturas enteras y hasta intentos de completos genocidios. El proyecto de Babel afirma dos verdades importantes: La primera, el hombre no redimido continuamente rechaza a Dios y crea una civilización inhumana y explotadora. Pero también afirma que Dios no tolera dicho proyecto, llámense Imperios, Uniones de Repúblicas, o de Estados, Confederaciones, Ligas o Comunidades. Siempre y cuando una civilización se una en arrogancia, cae bajo el juicio de Dios y es desbaratada (Job 2:1-5; Isa. 7; Romanos 2).

¿Cuál era el propósito?  Hagámonos un nombre (Job 11:4). ¿Cuáles eran los motivos?

  1. Acercarse al cielo. Otra vez el deseo de ser cómo Dios se manifiesta en la naturaleza humana.
  2. Mantener un centro de control y poder. El hombre revela una ansiedad e inseguridad que teme perder el control.
  3. Dar a conocer su grandeza. Un acto de orgullo en búsqueda de fama.
  4. Independencia de Dios.

Cuando el hombre desea hacerse «un nombre» sin tomar en cuenta a Dios, tarde o temprano ese nombre es borrado por Dios. Mientras que cuando el hombre permite que Dios engrandezca su nombre todo resulta en bendición y gloria permanente (Job 12:2).

Protección  Y dejaron de edificar la ciudad (Job 11:8). La acción de Dios al confundir las lenguas no fue para evitar la amenaza del hombre contra él, sino para evitar que el hombre dañe aún más a su prójimo. Dios actúa para proteger al hombre.

Tecnología humana  Ladrillo en lugar de piedra, y brea en lugar de mortero (Job 11:3). La región o llanura de Sinar, ubicada entre los ríos Tigris y Eufrates no tenía suficiente piedra para la construcción de casas grandes y edificios. Así que hicieron adobes de tierra y los cocieron hasta que estuvieran bien duros. La brea era probablemente una clase de asfalto que había en la región y se usó como argamasa para «pegar» las piedras.

Este es un buen ejemplo de cómo el hombre desarrolla una tecnología para suplir los elementos que la naturaleza no le provee. El desarrollo tecnológico y el ingenio humano cuando es usado para glorificar a Dios, él lo bendice, pero cuando expresa un acto de rebelión Dios confunde al hombre.

Después de Babel, Dios deja a la humanidad seguir su propio camino (Hechos 14:16) aunque sigue concediendo su gracia sustentadora y su testimonio redentor como parte del cumplimiento del pacto Noénico (Salmos 104; Hechos 14:15-17; Rom. 2). Pero la gracia y fidelidad de Dios se manifiesta a través de la elección de un hombre y un pueblo para bendición redentora a las naciones. Este plan redentor se cumple cabalmente en Jesucristo y en la venida del Espíritu Santo sobre la naciente iglesia de Jesucristo (manifestación trinitaria nuevamente), cuando Dios revierte la condición confusa y perdida de la humanidad. En la experiencia de Pentecostés, se concedió a representantes de todas las naciones la capacidad de escuchar y entender el mensaje de que en Jesucristo hay salvación y unidad para todas las naciones (Hechos 2).

El testimonio de la revelación bíblica en Génesis se centra de aquí en adelante en la respuesta a Dios de un hombre descendiente de Sem en quien Dios continúa su plan redentor.

Dios y Abraham

Esta sección de Génesis es la más importante en el testimonio del plan redentor de Dios. La humanidad queda dispersa y con el testimonio de Dios a través de las manifestaciones de la naturaleza (Hechos 14:16-17) y de la sensibilidad de la conciencia del hombre (Romanos 2:14-15). El pacto Noénico con la creación y la humanidad sigue en efecto para la estabilidad de la creación y la provisión del sustento necesario. La narración de Génesis concentra ahora su atención en el llamado de Dios a un hombre y en la respuesta de éste y de sus descendientes.

Los antepasados de Abraham

Esta porción nos presenta la genealogía de Sem para introducirnos a la familia de Abram y a Abram mismo. La genealogía es selectiva y sigue la línea de Arfaxad, uno de los hijos de Sem. Se puede notar que la vida de estos patriarcas cada vez eran más cortas. Algunos ya ni alcanzaban los 200 años. La edad del nacimiento del primogénito también era más temprana en comparación con genealogías anteriores. En las listas genealógicas siguientes la edad ya no se menciona. Aparentemente esto obedece a que la repoblación de la tierra estaba ya bien avanzada y además la decisión de Dios de acortar la vida de los hombres estaba entrando en efecto paulatinamente (Rom_6:3).

Tanto Harán como Ur eran centros religiosos de politeísmo e idolatría, alejados de Dios (vv. 27-32). Taré vio salir a su hijo Abram hacia la tierra de Canaán a la cual él había deseado llegar.

Pero lo más importante de esta genealogía es que nos introduce a la familia inmediata de Abram. Taré, el padre de Abram, era de Ur de los caldeos. La ciudad de Ur, ubicada sobre el río Eufrat es al sur de Babilonia, ya tenía una larga historia en el tiempo de Taré. Culturalmente muy avanzada, llegó a ser la capital de los sumerios. La identificación de los caldeos (v. 31) es porque estaba localizada en el distrito asignado a los caldeos. Además, en tiempos bíblicos, esa región estaba exclusivamente identificada con los caldeos quienes llegaron a dominar toda la región mesopotámica por un largo período. Según descubrimientos arqueológicos y el testimonio bíblico, era un centro comercial importante y sus habitantes eran politeístas (Josué 24:2).

La mención de los hermanos de Abram, Harán y Nacor, es muy importante por la relación que Abram y sus descendientes establecen más tarde con los descendientes de ambos. Abram se relaciona muy de cerca con Lot, hijo de Harán, a quien prácticamente lo tuvo como a su hijo por un tiempo, ya que Sarai era estéril y Abram no tenía hijos. Más tarde, tanto Isaac como Jacob emparentan matrimonialmente con los descendientes de Nacor, quienes se ubican en Aram o Siria.

Tres hechos resaltan a Taré en el plan redentor de Dios. Primero, él deja Ur de los caldeos para ir a Canaán. No se menciona el motivo de su decisión, pero sí trae a su familia con él. Taré nunca llega a Canaán ya que se ubica en Harán, territorio al norte de Mesopotamia que hoy día pertenece a Siria y a Turquía, más o menos a mitad de camino entre Ur y Canaán. La arqueología ha descubierto un intenso movimiento migratorio en esos tiempos y puede ser que Taré se haya unido a ese movimiento impulsado por deseos de mejoras. Segundo, aparentemente hubo un despertar espiritual en Taré que se transmitió a Abraham. Esta inquietud apenas podía haber sido un descontento con el camino de la civilización y un deseo de relación más importante con la divinidad. Lo seguro es que la partida de Abram de Ur es ya por acción de Dios (Josué 15:7) y más adelante Abram completa la respuesta al llamado de Dios. Eso significa que Abram tenía relación con el Dios que le estaba llamando. Tercero, a pesar de que Taré queda en Harán, no impide a Abram ir a Canaán. Es más, tal vez su intención primera de ir a Canaán fue transmitida a Abram, quien a la indicación de Dios emprende viaje hacia Canaán, ya que Dios no le había especificado el lugar adonde ir. Según la cronología bíblica, Abram parte a Canaán en vida de su padre.

Estos antepasados de Abram, padre de la nación escogida por Dios, conecta a Israel con el resto de la humanidad y lo ubica dentro del concierto de naciones en la tierra. Israel como nación es parte de la civilización, pero fue elegida especialmente por Dios para un propósito redentor.

Deja el primer comentario

Otras Publicaciones que te pueden interesar