Bildad
Su fuente de sabiduría:La sabiduría se hereda del pasado. El conocimiento fidedigno es de segunda mano. Basó el consejo que le dio a Job en los proverbios y refranes tradicionales que con frecuencia citaba
Actitud hacia Dios : «Aquellos que se han ido antes que nosotros han conocido a Dios y todo lo que tenemos que hacer es usar su conocimiento».
Zofar
Su fuente de sabiduría:La sabiduría pertenece a los sabios. Basó su consejo en su sabiduría que no tenía ninguna otra fuente que él mismo
Actitud hacia Dios : «Los sabios saben cómo es Dios, pero no hay muchos como nosotros».
Job
Su fuente de sabiduría:Dios es la fuente de sabiduría y el primer paso hacia la sabiduría es el temor de Dios
Actitud hacia Dios : «Dios revela su sabiduría a aquellos que humildemente confían en El».
El Poema de la Sabiduría
Este bellísimo fragmento de tipo sapiencial es como un paréntesis dentro del ciclo de las discusiones de los tres amigos, y en él no se aborda expresamente el problema del sufrimiento del justo, que es el tema central del libro. Por su tono es similar al fragmento sapiencial de Proverbios 8:22-31, donde se presenta personificada la “sabiduría” divina, actuando desde la eternidad como consejera del Altísimo antes de la formación de los continentes.
Este parece ser una intercalación adicional de algún escriba posterior a la redacción del libro de Job. Aunque quizá se le podría considerar como obra del autor del libro, que adelanta aquí las excelencias y el carácter misterioso de la “sabiduría” divina, y por ello de sus inescrutables designios sobre los hombres, que será el tema de los capítulos finales como solución al enigma del sufrimiento del justo.
La sabiduría, fuera del alcance de los mortales
Con mano maestra describe el autor los esfuerzos que hace el hombre por obtener los metales útiles y preciosos: la plata, el oro, el cobre y el hierro. No contento con extraer lo que está a flor de tierra fundiendo las rocas metalíferas, se adentra en el interior de la tierra con una lámpara — pone fin a las tinieblas — y abre largas galerías, en las que no es fácil hacer pie, y por eso los obreros — generalmente prisioneros de guerra — se suspenden de los salientes de las rocas para trabajar y se balancean en las entrañas de la tierra, lejos de los hombres. La descripción es maravillosa y coincide con las que nos dan los autores clásicos, como Diodoro de Sicilia, sobre los trabajos en las minas del Alto Egipto. En Palestina no existían minas, pero sí en Edom, en la región montañosa que se extiende desde el mar Muerto al golfo de Elán. Aquí estaban las factorías siderúrgicas de Salomón, donde se trabajaba el hierro y cobre de los montes edomitas. El autor del libro de Job, pues, podía haber visto estas minas en explotación o haber oído hablar de ellas, ya que no estaban lejos de la patria de Job.