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Números 20: Agua de la roca

El pecado de Moisés y Aarón

Hay muchos paralelos entre esta historia y la de Exodo: la falta de agua, la murmuración del pueblo, el hecho de que agua sale de la peña, y el uso del nombre Meriba (“Contienda”). Por eso, muchos eruditos creen que tenemos aquí dos relatos con pequeñas variaciones del mismo evento. Pero hay algunas diferencias importantes que sugieren que tenemos dos eventos distintos. El relato aquí claramente presupone los eventos de Números, porque la queja del pueblo hace referencia a los que murieron en el desierto (mientras que la queja en Exodo mira atrás a Egipto). Además, la referencia a tomar la vara de Aarón de delante de Jehová presupone la historia del florecimiento de la vara, que después fue guardada delante de Jehová como una señal de advertencia para los rebeldes. De hecho, Aarón no figura en la historia en Exodo, pero tiene un lugar tan importante como el de Moisés en Números. Quizás más importante, en Exodo Dios manda a Moisés que golpee la peña, y no se menciona nada de ningún pecado de parte de Moisés. En contraste, en Numeros, Dios instruye a Moisés y Aarón que hablen a la roca. Al golpear Moisés la roca, Dios provee el agua, pero Moisés y Aarón son culpables de un pecado tan grave que quedan descalificados de entrar en la tierra prometida. Parece entonces que Números relata un acontecimiento distinto que el de Exodo.

El pueblo se queja al faltar el agua.

Los que murmuran se identifican con sus “hermanos” que perecieron en la rebelión de Coré, Datán y Abiram. Demuestran el mismo espíritu de rebeldía y falta de fe como siempre.

Moisés lleva el problema a Dios y recibe instrucciones.

Moisés y Aarón se postran a la entrada del tabernáculo. Esta postura sugiere que oraron, probablemente en intercesión por el pueblo y para pedir que Dios supliera la necesidad. Dios manda que hable a una roca. Varios intérpretes han observado que en el desierto hay varias piedras calizas que retienen agua y que esta agua sale al golpear la roca con una vara como en. (Aun así Dios es el que mostró a Moisés cuál roca golpear para encontrar el agua.) Pero aquí no se menciona nada de golpear la roca. A pesar del hecho de que Dios le mandó hablar a la roca, Moisés la golpea dos veces para sacar agua para el pueblo. Quizás esto indica que Moisés está dependiendo de lo que aprendió a través de su experiencia anterior en vez de en la promesa de Jehová.

Dios reprende a los dos hermanos y les niega el privilegio de introducir el pueblo en la tierra prometida.

¿Por qué un castigo tan severo? El relato bíblico sólo dice: Por cuanto no creísteis en mí, para tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron rebeldes al mandamiento de Dios. Esto probablemente se refiere a la acción de golpear la peña en vez de solamente hablarle. Parece que esta acción demuestra una falta de fe en la eficacia de la palabra sola. Ya dijimos que la fe genuina siempre produce la obediencia como su fruto, y la desobediencia tiene su raíz en una falta de fe en la palabra de Dios. La desobediencia de Moisés a las instrucciones explícitas de Dios entonces revela una falta de fe y una actitud de rebeldía. Dios excluyó a la generación infiel de la tierra prometida por estos pecados; aquí Moisés y Aarón reciben la misma sentencia por el mismo pecado.

Pero hay más que está involucrado aquí. Algunos creen que indica que la congregación estaba reunida en una asamblea sagrada delante de la roca, que en este caso es un símbolo de la presencia de Dios (como era el arca del pacto). La roca era una manifestación de Cristo. Así el acto de golpear la roca era un sacrilegio. Al actuar así, Moisés no santificóa Dios, no le trató como santo ante los hijos de Israel.

Se sugiere también que la idea de “santificar” a Dios puede incluir la de dar la gloria a Dios. Algunos creen que Moisés no da el crédito debido a Dios con sus palabras: ¿Sacaremos [nosotros] para vosotros agua de esta roca ? Ven en estas palabras la implicación de que Moisés y Aarón tienen el poder de proveer el agua sin tener que depender del poder de Dios. El hombre no trata a Dios como santo cuando se acerca a Dios con presunción o liviandad, o cuando usurpa el lugar, las funciones y la gloria que pertenecen exclusivamente a Dios. Cuando el hombre actúa así, Dios siempre tiene que demostrar su santidad en castigar el pecado del hombre.

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