Salmo 100:1 Salmo de acción de gracias. Aclamad con júbilo al SEÑOR, toda la tierra.
Esta joya poética ofrece una clave para alcanzar éxito en la vida espiritual: entrar en la presencia de Dios con alabanzas, las cuales incluyen los cánticos, la alegría y la acción de gracias.
Salmo 100:2 Servid al SEÑOR con alegría; venid ante El con cánticos de júbilo.
Servid, abad: Trabajar para algo, servir, laborar para alguien; ser un siervo; adorar. De esta raíz verbal proviene ebed «siervo, esclavo o obrero». Un «siervo», generalmente, es alguien que actúa bajo la dirección de un superior. La aplicación más significativa de este término la encontramos en el título mesiánico «Siervo de Jehová» de Isaías. Abad forma parte de varios nombres, entre los cuales están Obed-Edom («Siervo de Edom»), Abed-Nego («Siervo de Nego») y Abdías («Siervo de Jehová»). El Salmo 35:27 ilustra cuánto nos estima Dios y cuán bondadosamente está dispuesto para con sus siervos. En contraste con los amos y señores humanos, Dios se preocupa profundamente por el bienestar de cada uno de sus siervos.
Salmo 100:3 Sabed que El, el SEÑOR, es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
Y no nosotros a nosotros mismos : «Suyos somos». «No» y «suyo» suenan parecido en hebreo. Dios es nuestro Creador y no nosotros. Mucha gente vive como si fuera el creador y el centro de su pequeño mundo. Esta mentalidad los lleva a una ávida ambición y, si se les quita todo, a perder toda esperanza. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que Dios nos creó y nos da todo lo que tenemos, queremos dar a otros conforme Dios nos ha dado. Entonces, si todo se pierde, seguiremos teniendo a Dios y todo lo que El nos da.
Salmo 100:4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre.
Alabanza, tehillah (o el plural tehillim: Una celebración, la exaltación de alguien digno de enaltecimiento; la alabanza o exaltación de Dios; cantos de admiración o alabanza. El sustantivo tehillah viene del verbo halal que significa «alabar, celebrar y enaltecer». El título hebreo del Libro de los Salmos es Tehillim el cual literalmente significa Libro de Alabanzas. El Libro de los Salmos era en realidad el Salterio o himnario, utilizado en los actos de adoración del templo de Jerusalén. Este se prestaba tanto para la oración como para la recitación, pero fue diseñado especialmente para el cántico, ya que los salmos son el vehículo para que ávidos corazones expresen sus alabanzas al Santo de Israel.
Entrar de forma arrogante a los atrios del Rey del universo es algo inapropiado. Solo Dios es digno de alabanza. ¿Cuál es su actitud hacia la adoración? ¿Va con gozo ante la presencia de Dios o lo hace mecánicamente o de mala gana? Este salmo nos dice que recordemos la bondad de Dios y su fidelidad, ¡y luego lo adoremos con acción de gracias y alabanza!