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2 de Crónicas 31: Las clases de los sacerdotes y de los levitas

2 de Crónicas 31:1  Y cuando todo esto había terminado, todos los de Israel que estaban presentes, salieron a las ciudades de Judá, despedazaron los pilares sagrados, cortaron las Aseras y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar con todos ellos. Entonces todos los hijos de Israel volvieron a sus ciudades, cada cual a su posesión.

¿Por qué era tan mala la idolatría? Los israelitas tenían acceso al único Dios verdadero, pero constantemente caían en la adoración de ídolos sin vida hechos de madera o piedra. Hicieron a un lado la adoración al Creador para poder adorar su creación. También nosotros somos igualmente culpables cuando Dios ya no ocupa el primer lugar en nuestra vida. Cuando pensamos más en la riqueza, el placer, el prestigio, o las posesiones materiales que en Dios, realmente estamos adorándolos como ídolos. Debido a la idolatría, el pueblo de Judá fue enviado en cautiverio a tierras lejanas. Podemos no ser enviados en cautiverio, pero nos espera la disciplina a todos aquellos que pongamos los deseos terrenales por encima de las prioridades espirituales.

2 de Crónicas 31:2  Y Ezequías designó las clases de los sacerdotes y de los levitas, cada uno en su clase, según su servicio, tanto sacerdotes como levitas, para los holocaustos y para las ofrendas de paz, para que ministraran, dieran gracias y alabaran en las puertas del campamento del Señor.

Los sacerdotes no habían sido apoyados por el gobierno durante los reinados de los reyes malvados. Ahora que el templo había sido reparado, Ezequías organizó a los sacerdotes y la obra del templo volvió a ponerse en marcha de acuerdo con el plan que originalmente había establecido David

2 de Crónicas 31:3  También designó de sus propios bienes la porción del rey para los holocaustos, es decir, para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y los holocaustos de los días de reposo, de las lunas nuevas y de las fiestas señaladas, como está escrito en la ley del Señor.

2 de Crónicas 31:4  También ordenó al pueblo que habitaba en Jerusalén que diera la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, a fin de que se dedicaran a la ley del Señor.

Ezequías volvió a instalar la práctica del diezmo, dar la primera porción de su ingreso a los sacerdotes y levitas para que así pudieran servir libremente a Dios y ministrar al pueblo. El pueblo respondió con rapidez y generosidad. Los que trabajan para Dios necesitan ser sostenidos por el pueblo de Dios. ¿Acaso recibe Dios la primera porción de su ingreso? La generosidad hace que nuestra ofrenda sea agradable a nosotros mismos y a Dios (2 Corintios 8, 9). Cuán diferente sería la iglesia de hoy si todos los creyentes siguieran este patrón con fidelidad.

2 de Crónicas 31:5  Tan pronto como se divulgó la orden, los hijos de Israel proveyeron en abundancia las primicias de grano, mosto, aceite, miel y de todo producto del campo; y trajeron el diezmo de todo en abundancia.

2 de Crónicas 31:6  Y los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá, también trajeron el diezmo de bueyes y ovejas y el diezmo de las cosas sagradas consagradas al Señor su Dios, y los depositaron en montones.

2 de Crónicas 31:7  En el mes tercero comenzaron a formar los montones y los terminaron en el mes séptimo.

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